Por: Mtro. Juan Carlos Zepeda

Cuando la pandemia del Covid impactó al mundo y nos obligó a descubrir nuevas formas de relación a distancia, el área de la educación resultó ser una de las más afectadas. Millones de niños y jóvenes de todos los niveles académicos se vieron obligados a abandonar las aulas y enfrentarse a un nuevo modelo de enseñanza que aún no estaba implementado del todo en nuestro sistema educativo.

De acuerdo con datos oficiales, en nuestro país por lo menos 5.2 millones de estudiantes menores de 18 años abandonaron la escuela durante el confinamiento, lo que representa un importante retroceso de cara al futuro de un amplio sector de la población.

Para poder continuar las clases en este nuevo esquema remoto se requería un esfuerzo mayor, mucho mayor, en todos los sentidos: plataformas de videoconferencias, para lo cual se requería una infraestructura institucional y familiar que en nuestro país no existe de manera masiva (computadoras e internet de alta velocidad en los hogares y por lo menos un dispositivo por persona en cada casa, fuera para los estudiantes o para sus papás trabajando), o por las transmisiones de televisión abierta, en donde se combinaban horarios, materias y niveles de enseñanza. 

La ONU reportó que la pandemia generó la mayor interrupción en la historia de la educación, afectando a casi mil 600 millones de estudiantes en todo el mundo. Se estima que esta cifra equivale a un total de 2 billones de horas de aprendizaje presencial perdidas en todo el mundo, mientras que para América Latina, la Unicef confirmó que la pandemia impedirá alcanzar las metas establecidas por la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible en materia de educación.

En lo que respecta a los centros de educación superior y las universidades, que se supone son espacios mucho más adecuados y capacitados para la transición que tuvimos que realizar en la pandemia, ¿Esta situación ha afectado a las generaciones de estudiantes que ahora se están incorporando al mundo laboral? La interrogante es si estas generaciones han demostrado una mayor resiliencia o si, por el contrario, han sido afectadas en su proceso formativo, creando una narrativa de “generaciones rotas”. 

De acuerdo con el informe “Perspectiva del Mercado Laboral” de de ZipRecruiter, el 57% de los estudiantes universitarios que se graduaron en este último año se sienten entusiasmados acerca de sus perspectivas laborales. Sin embargo, el restante 43% experimenta alto grado de confusión y depresión en el proceso de búsqueda de empleo.

El estudio revela también que los jóvenes desarrollaron nuevas expectativas en su entrada al mundo laboral. Por ejemplo, muchos de ellos ahora buscan “condiciones laborales atractivas”, como horarios flexibles y la posibilidad de trabajar de forma híbrida o incluso de manera remota, una tendencia que se ha arraigado en las nuevas generaciones como resultado de la pandemia.

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Si bien los egresados (particularmente en algunas carreras) suelen contar con alguna experiencia laboral previa, ya sea a través de prácticas profesionales o incluso desempeñando trabajos a tiempo parcial en empresas, con la pandemia estos procesos se vieron detenidos. 

Asimismo, hay aspectos negativos que pueden afectar su despempeño profesional, entre ellos hay que destacar dos: 

El primero es el aislamiento social, donde el distanciamiento físico podría afectar el desarrollo de habilidades sociales y emocionales. La falta de interacción cara a cara puede resultar en una comunicación menos efectiva en situaciones presenciales. 

Y el segundo es la equidad educativa, ya que como dijimos, no todos los estudiantes tenían igual acceso a recursos tecnológicos y a un entorno de estudio propicio durante la pandemia. Esta disparidad podría haber generado brechas en el aprendizaje y en la adquisición de habilidades difíciles de corregir.

Por el contrario, las condiciones de la pandemia pudieran haber desarrollo de ciertas habilidades valiosísimas que se aplicarán en los entornos laborales, tales como:  

Autonomía y autorregulación. El aprendizaje en línea exige una mayor responsabilidad individual para completar tareas y cumplir con los plazos. 

Aptitudes tecnológicas. Mayor familiaridad con herramientas y plataformas, siendo los nuevos profesionistas más hábiles en el uso de software y aplicaciones, lo que los hace más adaptables en entornos laborales digitalizados.

Comunicación a distancia, ya que la interacción con compañeros y profesores en línea ha fomentado habilidades de comunicación escrita y virtual. 

Resolución de problemas, ya que la naturaleza impredecible de la educación en línea ha llevado a que los estudiantes enfrenten desafíos tecnológicos y de organización, mejorando su capacidad para encontrar soluciones innovadoras a problemas complejos.

Otra característica que parece estar cambiando es la forma de capacitarse y el cómo las empresas (tecnológicas principalmente) piden “experiencia” por encima de las “credenciales tradicionales”. Según un estudio de la organización mundial Generation, el 60% de los países de ingresos medios todavía requieren título universitario como base de las contrataciones, frente a un 41% en los países más ricos, en donde las habilidades y experiencia laboral cobra mucho mayor importancia. 

Ingresar al mercado laboral en el contexto actual seguramente les genera temor e incertidumbre a los nuevos egresados. Pero la experiencia de afrontar una pandemia global también puede haberles brindado una perspectiva única sobre la importancia de la colaboración, el cuidado de la salud mental y la capacidad para enfrentar crisis futuras. Seguramente estas cualidades les brindarán un buen desempeño en su trayectoria laboral en los años por venir y una mejor calidad de vida en lo general.

Y como empleadores, es importante reconocer y apreciar las habilidades únicas que estas generaciones aportan. Al ofrecer un entorno laboral que promueva el bienestar y el crecimiento profesional, se puede maximizar el potencial de estos nuevos profesionales. 

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Contacto:

Juan Carlos Zepeda, Socio Director de FWD Consultores. Consejero del Instituto de Reputación Digital

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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