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Estas son las 30 promesas de los negocios 2024
DW.- Este ha sido un verano extraño, asegura Polyxeni Koutsantoni, dueña de un bar de playa en Maratón, en la costa situada al este de Atenas. “En junio tuvimos fuertes lluvias. A fines de julio, nuestra región costera estuvo plagada de devastadores incendios. Y, aun así, tengo la impresión de que hay más turistas y hasta gastan más dinero”, cuenta, en conversación con DW. Naturalmente, no se trata de un gran salto. El ambiente despreocupado de entonces, antes del estallido de la crisis de deuda, no ha vuelto, ni siquiera se avizora. “Pero la gente se siente algo más libre en los últimos tiempos. Eso se nota”, agrega Koutsantoni. Esta enérgica mujer maneja su bar costero desde hace 25 años, junto con su esposo. La mayoría de sus clientes son griegos. Aunque últimamente están viniendo también rusos y franceses a Maratón. Cuando hay muchos clientes, les toca también ayudar en la barra a sus tres hijas. No pueden costearse más personal. “En tiempos de crisis hay que mantener los costos bajos”, advierte Koutsantoni. Y añade con una sonrisa: “Ahorrar costos y tener paciencia, ese es mi lema.” Un lema que podría valer para toda Grecia, que este lunes 20 de agosto de 2018 se verá liberada del programa de rescate de la zona euro. Diversos políticos en Atenas y Bruselas han dado por terminada la crisis de deuda. Pero la empresaria familiar no cree que los problemas del país estén efectivamente resueltos. El mejor ejemplo: el turismo, la columna vertebral de la economía griega. El país genera un cuarto de su rendimiento económico en este ramo, y la tendencia es creciente. Pero los impuestos y gastos son altos: “Solo el impuesto al valor agregado de nuestros servicios asciende ya al 24 por ciento, eso no hay quien lo aguante a largo plazo”, se queja Koutsantoni.   Recortes sin fin para los jubilados Los jubilados helenos han tenido que asumir recortes especialmente duros. Es el caso de Mary Tsoni, una dentista jubilada de Atenas: durante 35 años trabajó en su propia consulta y, adicionalmente, para la entonces mayor aseguradora de salud del país. Con ello, se ganó el derecho a una pensión de más de 1,000 euros al mes. Pero, desde el inicio de la crisis de deuda, su pensión se ha reducido a la mitad. Y el 2019 amenaza con nuevos recortes. A ellos, se sumará una reducción del crédito fiscal anual. No obstante, Mary Tsoni no quiere quejarse: “Por lo menos, tengo la suerte de que mis hijos tienen trabajo y pueden alimentar a sus familias”, le explica a DW. En estos tiempos de crisis, el tema no es una obviedad: hay jubilados que, con sus escasas rentas, aún tienen que apoyar financieramente a sus hijos desempleados, a sus nietos. Así que esta dentista jubilada solo espera que Grecia pueda tener un sistema social organizado y asequible en el futuro. Ahora lee: Grecia quiere poner fin a su crisis A conciencia, muchas ONG e incluso ciudadanos, a título personal, han ayudado a los necesitados en estos tiempos de crisis. Pero la política social no es un asunto de misericordia, es algo de lo que debe ocuparse el Estado, opina esta griega de 80 años. Lo que le espera al país tras este cierre de ciclo es aún incierto. Pero Tsoni es una persona optimista: “Solo puede mejorar. Y yo quiero que mejore. No por mí, yo ya viví mi vida, sino por la gente joven, que tiene que cumplir con sus obligaciones, educar a sus hijos, que en algún momento también tendrás que jubilarse”.   El vaso, ¿medio lleno o medio vacío? Como sea, quien quiera mirar a Grecia con optimismo, tiene buenos motivos para hacerlo: por primera vez desde que explotó la crisis de deuda, la economía creció considerablemente en 2017. Para 2018, se pronostica un crecimiento mayor, del 2%. Las exportaciones crecieron también 13% en el primer trimestre de 2018. Desde hace años, el presupuesto estatal reporta un llamado “superávit primario”. O sea, el fisco recauda más de lo que gasta (aunque esto es sin contar el pago de intereses a los acreedores internacionales). El ministro de finanzas, Eukleid Tsakalotos, promete un superávit aún mayor, de hasta un 5.2 por ciento hasta 2022. Esa fue una condición para el alivio de la deuda acordado para Grecia en junio. La otra cara de la medalla: los alivios de deuda vienen acompañados de nuevos ciclos de austeridad. Y con todos los enfoques de reforma desde 2010, el peso de la deuda continúa absorbiendo casi 180% del rendimiento económico griego (una cuota más alta que antes de la crisis). Entonces, ¿no hay razones para el optimismo? Panagiotis Petrakis, profesor de Economía en la Universidad de Atenas, aclara así estos datos económicos aparentemente contradictorios: “Las tasas de crecimiento y superávits primarios son la demostración de que la economía griega vuelve a la normalidad. De eso se benefician el turismo y la construcción. Pero nuestro modelo económico no ha cambiado”. De seguir así, la crisis de deuda volverá, a más tardar en 15 o 20 años, asegura. Polyxeni Koutsantoni, como sea, ve oportunidades para Grecia, al menos en el negocio del turismo: “Grecia no significa solo vacaciones de playa. Tiene mucho más que ofrecer, desde los numerosos centros de deportes de invierno hasta el turismo religioso”.

 

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