Por Eduardo Pérez* Desde que inició su gobierno, el presidente López Obrador ha sido cuestionado acerca de los logros que registrará su administración en materia económica. Antes de ocupar el cargo, prometió alcanzar una cifra de 4% anual, como una constante en su sexenio; sin embargo, la realidad pesó más que los pronósticos. Recientemente se anunció que, en el segundo trimestre de su administración, apenas se llegó a un 0.1% de incremento. Sí, apenas. ¿Qué significa esto para la IP del país y, en especial, para las pymes? ¿Es momento de alarmarse? A priori podría decir que aún no; sin embargo, es momento para tomar precauciones si se toman en cuenta dos factores que se suman a esta situación: el pesimismo que permea la economía mundial y la negativa del gobierno por adquirir bienes y servicios de compañías privadas. Mientras el mandatario argumenta que “tiene otros datos” a los embates que le cuestionan por qué parece poco alcanzable la cifra prometida, el sector económico mexicano mantiene un clima de incertidumbre. En esta “Guerra de Cifras”. algunas calificadoras advirtieron la posibilidad de entrar en una “recesión técnica”. En respuesta, el gobierno desestimó la información. Y efectivamente, al menos en el segundo trimestre, no se llegó a esa condición; pero tampoco se obtuvo un logro presumible. Un aumento de 0.1%, en comparación a los primeros tres meses del sexenio, es una cifra pobre. A esto habría que añadir la disminución paulatina del PIB que ha llevado incluso, al Fondo Monetario Internacional (FMI), a revisar a la baja la estimación de crecimiento de este año a 0.9%. Ya es una constante que, de uno y otro frente, se lanzan a diario ataques y contraataques basados en cifras. Mientras, la incertidumbre lastima y afecta a los pequeños negocios. En un clima económico intranquilo, el flujo de efectivo no es constante. En este panorama, un cambio en la cultura hacia el cliente, además de la digitalización, son factores -clave- que definirán qué empresas están más preparadas para soportar la turbulencia del mercado. Lo hemos comentado: la tasa de mortalidad de las pymes en México es alta (70% de ellas cierra antes de llegar a dos años de operación) y las que se sobreviven tienen el enorme reto de mantenerse a la vanguardia con tecnología y capital que les garantice su permanencia. Condición que parece cada vez más complicada cumplir. Además, lo que ocurre en EU tampoco debe desestimarse. Nuestra actividad productiva se ve afectada por las malas perspectivas financieras que hay en esa nación atenuadas, también, por el clima preelectoral que ya se vive ahí. Bajo estas condiciones, el gobierno mexicano debe olvidarse en demostrar tener la razón y acelerar un cambio de rumbo a favor de la economía nacional. Al menos ya comenzó con el anuncio hecho por la Secretaría de Hacienda, en el que se comprometió a promover el gasto en infraestructura y aumentar el crédito a la banca de desarrollo. Desafortunadamente, de continuar esta “Guerra de Cifras”, el daño colateral apuntaría a los millones de pymes en el país. Situación gravísima para la economía mexicana. *Director General de CONTPAQi   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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