La pasada semana hacíamos un repaso al año que acabamos de finalizar. A modo de balance, repasamos el desempeño de la economía mexicana a lo largo de todo el año, a la vez que consultamos las principales previsiones que se tienen para el nuevo ejercicio. No obstante, pese a que el año ya ha finalizado, los economistas siguen trabajando en la elaboración de las cifras definitivas con las que, finalmente, cerrarán el ejercicio las distintas economías. Teniendo en cuenta que ya se tienen todos los datos, así como los de todos los meses del año, la tarea de estos expertos ahora es calcular las cifras definitivas con las que pondremos el broche a un 2022 que, como hemos podido vivir en nuestras propias carnes, ha sido muy intenso e incierto.
En la pasada columna comentaba que el crecimiento de la economía mexicana, con suerte, podría situarse en un rango que podría ascender hasta el 3% en su previsión más optimista, pero que, atendiendo al consenso, el crecimiento definitivo se situaría en torno al 2%. Como podemos observar, en todo momento hablo de una aproximación, pues no podemos dar la cifra definitiva hasta que no se hayan analizado las cifras definitivas de todos los meses y los trimestres del año. Y hemos de señalar que los datos relativos al mes de diciembre son los que comenzaremos a recoger en las próximas semanas.
Atendiendo a esos cálculos que hoy realizan los organismos pertinentes para el cálculo de la cifra de crecimiento definitiva, hemos de señalar que el INEGI, siendo esta la institución responsable de publicar el Indicador Global de la Actividad Económica (por sus siglas, IGAE), ha afinado su medición para el pasado mes de noviembre y, tras el cálculo definitivo, señala que el retroceso ha sido mayor de lo esperado. Pese a que las previsiones y la aproximación eran más optimistas, el deterioro de la actividad económica en el país es mayor de lo esperado, y esto aleja a México de una recuperación en la que se encuentra solo, como única gran economía de América Latina que aún no ha recuperado el nivel de PIB previo a la pandemia.
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De acuerdo con el organismo, se estimaba un retroceso del 0,1%. Sin embargo, tras la revisión acometida por el organismo citado, el retroceso del IGAE durante el mes de noviembre se ha situado en el 0,5%. Como podemos apreciar, hablamos de una caída bastante más pronunciada que lo estimado por el mismo organismo el año pasado, y eso deja al país azteca en una peor posición. Por componentes, las actividades terciarias o servicios cayeron 0.9%, las primarias crecieron 5.3% y las secundarias no presentaron cambios, según las cifras desestacionalizadas.
Con este retroceso, México se anota su segundo retroceso del IGAE en un mismo año. Además, es preciso destacar que lo hace superando a la pasada contracción, la cual se produjo el pasado mes de julio. En ese momento, el retroceso fue del 0,3%. Dicho esto, si cogemos el dato y lo llevamos a la serie histórica, hablamos de la peor caída que ha sufrido el indicador en 15 meses. Y esto, para la que la gente lo entienda, nos dice que la economía mexicana se está apagando más de lo estimado, y que esa desaceleración que comenzó durante el pasado ejercicio, como se aprecia tras la lectura del indicador, está incidiendo en la economía mexicana.
Entre las consecuencias de esto que comento podemos destacar que, de factor, podemos descartar la previsión en la que decíamos que la economía mexicana podía cerrar el año con un crecimiento del 3%. Con la revisión, las cifras no dan para alcanzar semejante tasa. Asimismo, pese a que la tasa anual muestre que el indicador aumentó un 3.5% en términos reales, esta caída refleja la debilidad de una economía a la que todavía le queda mucho camino por recorrer para recuperarse del todo.
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