Por Eduardo Sparrowe* En un entorno volátil como el que vivimos hoy en día, donde existen muchas amenazas y oportunidades, cada vez existe un menor margen de maniobra. Un escenario así obliga a las organizaciones a contar con estrategias que permitan conocer los efectos tanto negativos como positivos que pudiera tener la incertidumbre sobre los objetivos del negocio. En Latinoamérica, casi la mitad de las empresas no identifica, analiza o evalúa los riesgos emergentes y dentro de los diferentes sectores de la industria hay una importante disparidad en la valoración de los riesgos. Por ejemplo, áreas como construcción, infraestructura, energía o transportes, tienen un mayor nivel de valoración de amenazas que la de manufactura, agricultura y pesca. De acuerdo con el Tercer Benchmark de Riesgos de Latinoamérica elaborado por Marsh y la Asociación Global de Gerentes de Riesgos (RIMS por sus siglas en inglés) este año, en México, menos del 6% de las compañías considera que la gestión de sus riesgos está en un nivel de desarrollo óptimo, lo cual es un reflejo del bajo porcentaje de corporaciones que cuentan con algún plan de Administración de Riesgos Empresariales (ERM por sus siglas en inglés). Para conocer y anticiparse a la incertidumbre es recomendable que cuenten con un marco de trabajo que permita implementar y coordinar los planes de acción que logren la mayor eficiencia en el aprovechamiento de esfuerzos y sinergias. La implementación de una Administración de Riesgos Empresariales, otorga un valor agregado a estos esfuerzos, permitiendo a la organización mantenerse competitiva en su entorno. Cuando se busque implementar un ERM es importante tomar en cuenta lo siguiente:
  • Definir los principios básicos que debe tener la organización en cuanto al aprovechamiento de las oportunidades, así como la gestión de las amenazas o riesgos en su entorno tanto interno como externo. Este punto en particular tiene mucho que ver con la cultura de la empresa. Desarrollar una cultura que permita un enfoque en la administración de riesgos es parte esencial de este proceso. En Latinoamérica un 64% de las firmas considera que la integración de la gestión de riesgos en la estrategia y valores de la corporación, son claves para transformar la cultura corporativa y, por tanto, la efectividad de la gestión.
  • Aumentar la madurez de la gestión integral de riesgos en las empresas al diseñar un marco de trabajo que permita realizar sinergias entre los diferentes esfuerzos, además de medir avances y cumplir con los principios definidos en el punto anterior. En Latinoamérica, el 25% de las corporaciones cuenta con un nivel de madurez avanzado, aunque no es el óptimo. Una forma de llegar al nivel deseado podría ser la creación de un área dedicada a la administración de riesgos.
  • Realizar una identificación y valoración de oportunidades y/o amenazas que establezcan los criterios para su control a lo largo y ancho de la organización. Aunque el 80% de las compañías han oído hablar de los riesgos emergentes, solamente el 14% han implementado una herramienta de control para dichas contingencias.
La Administración de Riesgos Empresariales debe ser una herramienta de gestión que ayude a entender, priorizar y gestionar el impacto tanto positivo como negativo en los objetivos de la organización. Su implementación dará certeza no sólo a todos los involucrados con la compañía, sino también a la sociedad en general, de que se busca la generación de riqueza para todos. *Director de Marsh Risk Consulting   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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