Desde las escaleras de su casa de transición en la colonia Roma, y escoltado por sus próximos pilares energéticos, Andrés Manuel López Obrador presentó un ambicioso plan petrolero para ayudar a Pemex en lo que sabe hacer mejor: extraer petróleo crudo. El pasado 27 de julio, el presidente electo reveló su estrategia para aumentar la producción petrolera nacional: 600,000 barriles durante los siguientes dos años para llegar a un nivel de 2.5 millones anuales, con una inversión adicional de 75,000 millones de pesos (mdp), después de las viejas glorias de 3.4 millones de unidades diarias hace 14 años. “Hemos perdido 1.5 millones de barriles diarios en producción. Es una tendencia a la baja porque se abandonó el sector energético y la industria petrolera. Si no actuamos con urgencia, tendríamos problemas en el corto y mediano plazo. Por eso vamos a intervenir”, dijo el político tabasqueño. Mientras su equipo afina los detalles financieros para ejecutar este plan, analistas consultados por Forbes México consideran que hay mucha ambición y poco realismo en su meta petrolera. “Fue una cosa muy buena de intenciones, pero no la va a cumplir. Es un optimismo sin base en la realidad”, comenta Gonzalo Monroy, director general de la consultoría energética GMEC en entrevista. La manera más eficaz de aumentar la producción en el corto plazo sería privilegiar campos maduros e invertir en tecnología, pero las cifras y proyectos no cuadran. Yacimientos como Ku-Maloob-Zaap —que actualmente sostiene la producción nacional de crudo— pueden aumentar el volumen si se les inyecta nitrógeno, pero la medida podría dañar los campos estructuralmente, como ocurrió en Cantarell. Otras áreas con potencial son Ek, Balam y Cinco Presidentes, pero tendrían que “meter dinero a lo bestia”. El problema es que la suma de ambos no excede los 120,000 barriles diarios. “El portafolio de prospectos que traen en exploración y no hay ningún elefante, ninguna promesa que te haga pensar que puedes levantar la producción, porque aparte debes pensar en descubrirlo y desarrollarlo, lo que tampoco es sencillo”. Monroy se muestra más optimista ante una meta de dos millones en dos años. “Eso sí se puede”.

Gráfica: Cynthia Monterrosa

  Inversiones, otro reto Aunque 75,000 mdp (4,000 mdd) es una cifra grande de inversión, no representa gran cosa en la industria petrolera. “Es una fracción apenas de lo que los expertos estiman que México necesitaría para llegar en 2040 con una producción similar”, dice Pablo Zárate, director del centro de análisis Pulso Energético de la Asociación Mexicana de la Industria de Hidrocarburos (Amexhi). La Agencia Internacional de Energía (EIA) prevé una inversión de 640,000 millones de dólares para que México produzca 3.4 millones de barriles al día dentro de los siguientes 22 años. “Ya tenemos algunos ejemplos de Pemex con ritmos de inversión muy significativos y sin tener los efectos deseados, que es aumentar la producción inmediatamente”, recuerda Zárate. En 2014, Pemex inviertía 15,000 mdd anuales en exploración y producción y producía. Hoy destina 7,000 mdd. “Aun con esa inyección de 4,000 mdd, tendría un ritmo de inversión menor al que tuvo entonces”, agrega. El directivo de Pulso Energético compara la situación productiva de Pemex con un barco transatlántico que, aunque sus directores muevan el timón, es difícil que cambie de ruta de forma inmediata. “Pemex tiene inercia, y por supuesto que las rocas y los campos tienen limitaciones técnicas que hay que entender muy bien”.
El plan refinador de AMLO no conviene a la producción petrolera de Pemex

 

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