Esta noticia fue publicada originalmente el 2 de octubre de 2018

Es más fácil entender quién tiene poder en los Estados Unidos con el juego de los Cowboys vs Lions de este domingo que leyendo el Washington Post.

“El deporte es un proyecto político y si no lo ves así es porque el sistema te privilegia. Las instituciones deportivas, de hecho, se crean para mantener las jerarquías”, explica en entrevista para Forbes México la historiadora del deporte de la Universidad del Estado de Arizona (UEA), Victoria Jackson.

Según esta teoría, el Comité Olímpico Internacional (COI) que organizó los Juegos de México 68 formaba parte de la clase dominante del momento.

Así lo evidenció su reacción ante la protesta por la discriminación racial en EU de los corredores medallistas Tommie Smith y John Carlos, con un gesto que ha pasado a la historia como el saludo del poder negro. El presidente del COI de aquel entonces consideró que se trataba de un acto político interno no pertinente en un evento internacional y apolítico como los Juegos.

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Gracias a este gesto hoy el debate racial está más vivo que nunca. Prueba de ello es la reciente controversia alrededor de la campaña de Colin Kaepernick para Nike, “Cree en algo aunque esto implique sacrificarlo todo”. Y uno de los protagonistas del puño en alto en México 68, John Carlos, lo aplaude.

“No hay un balance, a veces tu carrera pasa a ser secundaria. En 1968 la gente decía que me había destruido la vida. 50 años después, sigo vivo, no tengo mal aspecto, no soy un yonkie y sigo hablando de los mismos problemas”, afirma Carlos, en entrevista para Forbes México.

Este excorredor de 200 metros estuvo de visita por la capital para celebrar el 50 aniversario del gesto que cambió su vida y sembró la semilla del cambio en el deporte estadounidense. Porque como dice, aunque hoy hay más consciencia del problema, aún sigue predicando lo mismo. 

John Carlos durante su visita a la Ciudad de México para celebrar el medio siglo desde su saludo del poder negro. “México no es consciente de lo importantes que fueron aquellos Juegos” afirmó. Foto: Anna Portella.

‘Dopaje’ social

“Si en los EU se hubieran hecho las coas bien no habría la necesidad de un Kaepernick”, afirma Carlos.

Un análisis de un juego de la NFL basta para entender cuáles son las estructuras de poder de hoy en el vecino norte. La académica de la UEA afirma que la mayoría de los propietarios de los 32 equipos de la liga de futbol estadounidense son hombres blancos supremacistas.

Entre ellos, destacan el propietario de los Houston Texans, Robert C. McNair, quien donó 2 millones de dólares (mdd) para la campaña electoral de Donald Trump; Shahid Khan, propietario de los Jacksonville Jaguars, contribuyó con 1mdd, al igual que Stan Kroenke de Los Angeles Rams.

Sin embargo, éstos y otros propietarios de la NFL criticaron al llamado del presidente para que despidiesen a los jugadores que se arrodillaban cuando sonaba el himno nacional antes de los juegos.

“Los estadios están llenos de gente predominantemente blanca viendo jugadores predominantemente negros poniendo en riesgo sus cerebros y cuerpos para su entretenimiento, y los propietarios se quedan con la mayoría del dinero”, afirma Jackson.

Más que en la NFL, esta estructura se reproduce en los centros de educación superior, porque para muchos negros estadounidenses de orígenes humildes el deporte es su única vía de acceso a este nivel educativo.

“Las mejores universidades han sido históricamente blancas. Los afroamericanos representan un 2% del cuerpo de estudiantes, mientras integran el 80% de los equipos de futbol y basquet”, explica la también corredora.

Pero formar parte del equipo universitario puede ser a expensas de un precio superior, porque cada vez hay más evidencia científica que relaciona el futbol americano con encefalopatía traumática crónica (ETC). Se trata de una enfermedad degenerativa del cerebro provocada por traumatismos craneales contínuos y que sólo se puede determinar en autopsia.

Un estudio publicado en la revista de la Asociación Médica Estadounidense en 2017 analiza los cerebros de 202 jugadores de futbol muertos los 66 años de edad de media, 111 de ellos procedentes de la NFL. Esta patología neurológica se detectó en un 87% del total de los casos y, del grupo NFL, en 110 jugadores, es decir, un 99%.

“Los padres negros son conscientes del riesgo pero prefieren jugarse la salud para ganar dinero y, así, que sus hijos no tengan que hacer lo mismo”, afirma Jackson.

El marcador del juego también existe en esta estructura política que privilegia a unos en función de su color de piel, porque sólo uno de los equipos, o grupos raciales, puede ganar.

“Obama fue tan bueno que los blancos supremacistas tuvieron miedo de perder poder y votaron a Trump. Para ellos es un juego de o todo o nada”, explica la académica. “No hemos hecho un buen trabajo mostrando que el bienestar de las personas se potencia cuando hay igualdad de oportunidades”, añade.

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John Carlos volvió esta semana por tercera vez en su vida a la ciudad en la que encontró “una energía especial”, dice, que envolvía el Estadio Azteca y trascendía a los propios atletas.

“Ningunos Juegos posteriores a México han tenido esta energía. Esto hizo que se batieran muchos records aquí que aún se mantienen hoy”, afirma.

“Y los que ya se superaron, tenemos que cuestionarnos si se superaron legítimamente”, alerta.

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