El siglo XXI ha puesto a prueba grandes verdades, certezas y continuidades. Se ha cuestionado al capitalismo, la democracia y los órdenes constitucionales.

Alrededor del mundo se ve con mayor frecuencia el desarrollo de gobiernos populistas, radicales y que se fortalecen con la polarización de su población.

En gran medida, el cuestionamiento a las instituciones, la democracia y al capitalismo se ha generado por las profundas disparidades que aquejan a la sociedad contemporánea y que es herencia de décadas de abusos, corrupción, falta de transparencia y abusos de autoridad, eso es innegable. Pero el balance no es enteramente negativo. 

Desde la Revolución Francesa de 1789, el mundo adoptó el furor por la democracia y el capitalismo que prometían terminar con los totalitarismos y las disparidades sociales y económicas heredadas del feudalismo. En realidad, la serie de revoluciones del siglo XIX generó nuevas realidades en donde la libertad, la fraternidad y la igualdad (herencia ideológica francesa) comenzaban a plasmarse en los nuevos textos constitucionales de las nacientes repúblicas democráticas. 

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Sin duda ha sido un largo camino.

Uno de los triunfos de la democracia son los mecanismos de participación ciudadana, los derechos político-electorales que aseguran la posibilidad de votar y ser votado, pero, sobre todo, que garantizan (o garantizaban) la existencia de contrapesos y a través de las elecciones intermedias se estableció una especie de “corte de caja” en el que los partidos y liderazgos políticos se enfrentan a la “evaluación” de una población cada vez más crítica e inconforme.

En un contexto agitado y con grandes disruptores, llegan nuevamente las elecciones intermedias a los Estados Unidos. En esta ocasión, estás elecciones representan una gran prueba para la democracia y el check and balance. Este super Tuesday, no sólo definirá el destino político del actual presidente Biden, puede ser incluso el detonador del fortalecimiento del trumpismo, el radicalismo y el inició de la transformación del sistema político estadounidense. 

Hoy más que en otros procesos electorales, el interés en el voto hispano ha definido la carrera por las intermedias. Los republicanos han buscado desesperadamente el voto hispano y han impulsado la carrera política de importantes figuras sociales para generar empatía política en un intento por posicionar una agenda política que logre posicionar al partido de cara al 2024. Con esto en mente, se abrieron centros comunitarios hispanos en estados clave, como estrategia de acercamiento a las comunidades que hoy pueden hacer la diferencia en términos electorales. Con vastos mensajes en español y dirigidos a la comunidad hispana, los republicanos superan 3 a 1 el posicionamiento de los demócratas entre los miembros de esta comunidad a lo largo de los Estados Unidos.

Las elecciones intermedias están enmarcadas por temas de alta relevancia como la agenda de género (especial énfasis en la despenalización del aborto), especialmente para el electorado de nuevas generaciones; la inflación y el crecimiento económico. 

Desde hace décadas el voto hispano ha sido centro de la agenda electoral y hoy puede determinar de forma importante la agenda política de los próximos años. 

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