En mi experiencia dando consultoría para empresas familiares, diría que no hay medias tintas. Algunas empresas mantienen una política estricta que le niega la entrada a los familiares políticos; lo ven como una medida de protección, ya que, sin importar qué tanta experiencia pudiera tener el familiar en cuestión, prefieren “evitarse la fatiga” y privilegiar la imparcialidad.
Sin embargo, otras empresas aseguran que esta visión puede resultar inflexible o poco práctica. Es importante recordar que cerca del 90% de las unidades de negocio en México son empresas familiares, donde la familia conforma la identidad de una organización que crece y se renueva con la participación de nuevos integrantes, incluidos, muchas veces, los familiares políticos.
Para explicar el secreto que permite que las empresas familiares permitan la participación de sus cónyuges y sean exitosas, a veces comparto con mis clientes esta leyenda nativo-americana: una vez existió una pareja inquieta por descubrir el secreto que mantendría unido a su matrimonio. Su amor era tan grande como su miedo al fracaso. Fueron frente a un sabio y este los escuchó pacientemente antes de solicitarles ir en busca de un águila y de un halcón. El sabio les pidió atar una pata de cada ave a la de la otra. Luego les pidió echarlas a volar. La pareja comprobó los esfuerzos inútiles de esos animales por orquestar el vuelo y, presas de la desesperación, las aves se hirieron la una a la otra. Solo a partir de permitirles volar libres (juntos, pero libres), pudieron ver el esplendor de cada ave con dirección al horizonte. Lo mismo sucede en casi cualquier aspecto de la vida y los negocios no son la excepción.
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Así como el águila y el halcón, muchas parejas han descubierto que para volar juntas rumbo a un mismo destino es indispensable crear ciertos límites. Coincido con varios autores que han tratado el mismo tema respecto a la importancia de respetar tiempos y espacios. Si una pareja ha evaluado con honestidad los desafíos de trabajar juntos y, aun así, deciden intentarlo, es recomendable apegarse a ciertos hábitos, de los que hablaré a continuación.
¿Qué hacer para lograr una convivencia armoniosa con un cónyuge?
Recordemos la analogía de los 4 cuartos de Josep Tàpies, que establece que tener una familia viviendo en un departamento de soltero sería tan absurdo como tener a estos mismos miembros opinando y relacionándose con todo tipo de decisiones de una empresa en la que no trabajan. Debe haber lugar para la propiedad, la administración, la dirección y la familia.
La lista es larga, pero hay tres hábitos básicos. El primero es procurar que la pareja trabaje en un área o departamento diferente, así cada uno tendrá su espacio para crecer, brillar, sentirse valorado por sus propios logros, y evitaremos que haya enfrentamientos de autoridad, pues el área de influencia de cada uno será independiente del otro.
Evitar favoritismos. Las políticas deben ser aplicadas uniformemente para todos los miembros, sin excepciones. Los cónyuges deberán poner los intereses de la empresa antes que sus intereses particulares, incluso antes que los intereses de su matrimonio. De no ser así, los conflictos laborales tendrán repercusiones en dos de los ámbitos más importantes para mantener la estabilidad de cualquier individuo: el negocio y la familia.
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La comunicación asertiva permite atajar desde el principio aquellos malentendidos frecuentes en las empresas familiares. Uno de los principales tiene que ver con la remuneración que obtendrá cada uno de los participantes y que debe establecerse de acuerdo con sus competencias, responsabilidades, actividades, puesto que desempeñan y nociones de propiedad, nunca en torno a la autoridad emocional que pudieran representar.
El equilibrio de poder que nace del entendimiento entre cónyuges ha sido clave para el éxito de diversas familias empresarias. En pocas palabras: aprender a poner límites no significa maniatar el afecto, sino darle libertad para volar.
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Twitter: @mariorizofiscal
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