A través de su mirada diáfana, Elena Poniatowska revela a una niña preocupada por aprender. A sus 91 años, la palabra es su cómplice para entender el mundo por medio del relato literario y también periodístico.

“Yo fui una niña en un liceo franco-mexicano, con mucho amor al estudio, mucho respeto, con una gran disciplina, un temor de no sacar buenas calificaciones, y creo que eso ha durado toda la vida. Ahora que tengo 91 años cumplidos, también tengo un enorme temor de no sacar buenas calificaciones. Usted podría ser mi maestro y percibiría que está frente alguien que tiene, de veras, el deseo de aprender y el deseo de comunicarse, lo que he hecho toda la vida, desde los 21 años… comunicarme a través de entrevistas y de más de 40 libros”, dice, en entrevista, la escritora.

La princesa Héléne Elizabeth Louise Amelie Paula Dolores Poniatowska Amor nació en París, Francia, el 19 de mayo de 1932. “Me inicié en el periodismo cuando yo tenía 20 años […] y desde entonces no he dejado de hacer entrevistas y de publicar libros”, dice.

“Lo que me mantiene viva es la capacidad de escribir, la escritura en sí”, asegura, desde su casa en la Ciudad de México, un espacio donde habita (por momentos) el silencio y, en algunas ocasiones, también se hace presente el fragor de las calles.

Poniatowska Amor considera que la participación de las mujeres en el periodismo y en la escritura no es tan grande como se esperaría en la actualidad, pero sí hay un reconocimiento que quizá no se le dio a Rosario Castellanos o Elena Garro, entre otras mujeres mexicanas, ya que su creación literaria se consideró menor.

“Me da mucha tristeza que ellas no tuvieron el reconocimiento”, lamenta la escritora, quien recibió, en noviembre de 2023, el Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria en Idioma Español. La autora de Hasta no verte Jesus mío y La Noche de Tlatelolco ha sido distinguida en su carrera con el Premio Mazatlán 1970; el Premio Xavier Villaurrutia 1970, que, por cierto, rechazó; el Premio Nacional de Periodismo (fue la primer mujer que recibió esta distinción, en 1978); de nuevo el Premio Mazatlán de Literatura 1992; el Premio Alfaguara de Novela 2001; y el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Lingüística y Literatura (2002), entre otros reconocimientos.

“México ha aportado mucho al mundo a través de su arqueología, a través de su talento, a través de su poesía… y tenemos un Premio Nobel de Literatura, que es Octavio Paz; pero no es el Premio Nobel sólo lo que garantiza la bondad y el trabajo, aunque sí garantiza el hecho de que estamos apareciendo en el mapa del mundo y que hay mucha gente que ha sobresalido”, asegura.

Hoy, Elena Poniatowska sabe que el mundo está cambiando hacia la era tecnológica y estamos por vivir la extinción de los materiales impresos frente a la seducción de las imágenes en la pantalla. “Vamos hacia pérdidas, pero vamos a ver qué ofrece este mundo nuevo; pero eso no quita que México sea todavía un país analfabeta en donde haya grandes grupos sociales que no saben leer y escribir”.

A los escritores en ciernes, les da un consejo para avanzar en su carrera literaria: “El mejor aprendizaje es leer”, dice.

Elena Poniatowska se siente contenta con los alumnos que ha formado en los talleres que ha impartido a lo largo de su carrera y piensa en aquellos tiempos con alegría, los cuales hacen brillar la mirada de aquella niña princesa. “Sí, los extraño, pero soy una gente que va hacia su muerte, porque tengo casi 91 años; pero voy hacia adelante, pues procuro no fomentar la melancolía”.

Elena Poniatowska
Elena Poniatowska. Foto: © Oswaldo Ramírez.

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