Recién arrancó el nuevo ciclo escolar 2023-2024 para poco más de 24 millones de estudiantes de los niveles preescolar, primaria y secundaria. Será el último ciclo escolar completo bajo el mandato del presidente López Obrador. Como pocas veces en la historia contemporánea de México, el tema de los libros de texto gratuitos a cargo de la SEP había generado tal nivel de controversia, como la que hoy se observa en la opinión pública.
Lo anterior, en buena medida propiciado por algunos medios de comunicación y por actores contrarios al proyecto de la Cuarta Transformación, tanto partidistas como algunos que intervienen en nombre de la llamada sociedad civil organizada.
Este debate puede leerse desde diversas aristas. Una de ellas, que es la que se atiende en este texto, es desde la perspectiva del momento político por el que transita el país, no solamente en términos coyunturales sino históricos.
Primero, esta discusión llega de manera necesaria, incluso tardía, dentro del proyecto que representa López Obrador. Uno de los pilares de la Cuarta Transformación de la vida pública del país es la restitución del tejido social a través de valores como la reciprocidad, el humanismo y la honestidad, según lo ha reiterado el mandatario.
El tema de la educación de las infancias mexicanas es un componente sin el cual es impensable una nueva narrativa de proyecto de Nación, pues es en las escuelas, después de las familias, donde la niñez aprende a relacionarse con su entorno y con sus semejantes. Desde esta perspectiva, no sorprende el cambio de paradigma al que se aspira con los nuevos libros de texto, ni la oleada de críticas de las que han sido objeto.
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Por otro lado, la pandemia sanitaria develó las múltiples desigualdades en la que se debate la educación de la niñez mexicana. El distanciamiento social puso al descubierto la necesidad de replantear un modelo educativo que se adapte a la digitalización y el avance de las tecnologías. Pero la pandemia sanitaria también puso en evidencia la urgencia de fortalecer la vida comunitaria, una capaz de convivir con las diferencias culturales y sociales del país.
Es evidente que el debate en torno a los nuevos libros de texto está dominado por el ambiente político electoral. Eso era también de esperarse, tal como ha sucedido desde el inicio de la administración de López Obrador, en el que cada acción, cada política, es descalificada a priori por la oposición.
Y es que, hay que reconocerlo, los libros de textos no pueden ser objetos neutros, sino que reflejan la visión de Nación de los gobiernos en turno. Así sucedió desde la reforma educativa de Salinas de Gortari hasta la de Peña Nieto, en cuyos casos, el modelo neoliberal sirvió de hoja de ruta.
Sin duda hay mucho que decir sobre las modificaciones a los contenidos de los nuevos libros que se están distribuyendo en 26 estados, según la secretaria de Educación Pública, Leticia Ramírez. En este debate destaca el enfoque de “aprendizaje basado por proyectos” que, a decir de la Unicef, es una metodología que “promueve en los alumnos un aprendizaje vinculado con su vida real y que les dan herramientas para resolver problemas”.
Es claro que uno de los puntos nodales para poder implementar este nuevo modelo con éxito, es la capacitación del magisterio, vituperados al extremo en otros sexenios. Las y los maestros de este país tendrán la enorme tarea de utilizar los nuevos libros de texto gratuitos a favor de la formación de las infancias y las y los adolescentes, ante una violenta realidad que exige reivindicar una educación humanista.
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Contacto:
Maestra en Políticas Públicas por la Universidad de Oxford y Licenciada en Ciencia Políticas y Relaciones Internacionales, por el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).
Twitter: @palmiratapia
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