No todo es optimismo acerca de la forma en la que la economía podrá recuperarse tras la contingencia sanitaria derivada de la pandemia por el coronavirus SarsCov-2 y la enfermedad Covid-19.

Luego de que, hace unos meses, el consenso de los economistas apuntara a una caída a doble dígito en 2020, para el cierre del año el rango de caída se ubica entre 8 y 9%, mientras que el consenso de recuperación para 2021 coloca el crecimiento por arriba de 3%. 

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Sin duda, es un panorama menos sombrío que el que se apreciaba a mediados de año, aunque falta que los pronósticos reflejen el impacto del segundo semáforo rojo en la capital del país y área metropolitana. El principal motor será la economía estadounidense. 

José Luis Ortega, responsable de los equipos de inversión de deuda y multi-activos en BlackRock México, explica que los fundamentales macroeconómicos del país se vieron deteriorados por la contingencia sanitaria, pero no más que en otros países similares. 

“El crecimiento estimado para 2021 se sostiene en el crecimiento de Estados Unidos, en las exportaciones. El consumo interno mantiene cierto rezago”, explica. 

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Banco Base advierte una caída de 11.3% para el consumo privado al cierre de 2020. Los factores de riesgo para este indicador son la posibilidad de un repunte de la pandemia en algunos estados, una mayor cautela por parte de los consumidores y menores ingresos ante una recuperación más acelerada del empleo de salarios con rangos más bajos. 

A septiembre de 2020, el consumo privado había acumulado 10 meses consecutivos de caída. “En 2021, es muy probable que de enero a marzo sigan las caídas anuales; y hasta abril, por la base baja de comparación, muestre alzas. 

Esto llevaría al consumo a 16 meses consecutivos en caídas anuales, siendo el mayor que se haya registrado. Hasta ahora, el periodo más largo de caídas ha sido de septiembre de 2008 a noviembre de 2009. En ese lapso, el consumo tuvo una variación anual promedio de 5.29%. Por año, 2020 ha sido el de mayor caída promedio, con 12.3% a septiembre y con los nueve meses a la baja”, detalla Gabriela Siller, directora de Análisis de Banco Base. 

El rebote estadounidense

En opinión de Raúl Martínez Ostos, ceo de Barclays para México, la economía se verá fuertemente influida por el ciclo económico que registre Estados Unidos, de tal forma que el T-MEC puede significar una buena oportunidad para acelerar la ansiada recuperación.

“Vemos que las actividades que más rápidamente van a recuperarse son, principalmente, los sectores de servicios que más sufrieron con la contingencia. Por el lado del T-MEC, las reglas que aumentan el contenido regional son una oportunidad que debe aprovecharse, pues no tiene que ver con los ciclos políticos”, dice.

Para Estados Unidos, los avances en las diferentes vacunas han sido noticias cruciales. A finales de octubre se dio a conocer que el Producto Interno Bruto (PIB) de Estados Unidos subió a una tasa trimestral anualizada de 33%, por encima de las expectativas del mercado (31.0%). La tasa de crecimiento respecto al tercer trimestre de 2019 tuvo una caída de -2.9%, mucho menor a la caída anual de -9.5% en el segundo trimestre. 

“En los primeros tres trimestres del año, el PIB de Estados Unidos muestra una caída promedio anual de 3.93%. Con estos resultados, es probable que EU caiga menos de 4% este año y que en 2021 muestre un mayor ‘efecto rebote’, con un tiempo de recuperación completo del PIB aproximado de un año”, señala un análisis de SNX, Constructores de Patrimonios, elaborado por Carlos Ponce Bustos. 

En materia de tipo de cambio, Banco Base contempla una previsión de entre 20.5 y 21.50 pesos por dólar, con un escenario optimista donde el peso se apreciaría a 18.50 o 19.50 pesos por dólar, y un escenario pesimista donde el tipo de cambio se elevaría derivado de que la Reserva Federal decidiera aumentar la tasa de interés. 

Cambio en las tendencias

BlackRock considera que, como consecuencia de la pandemia, se han presentado algunos cambios de tendencias. “Vemos que, en el terreno de inversiones, hay un nuevo orden. La pandemia va a marcar un antes y un después financiero”. 

Uno de los fenómenos ha sido denominado “The New Nominal”, que implica un fuerte crecimiento por el inicio de actividades. Es un periodo que ocurrirá cuando existan vacunas suficientes para reducir significativamente los contagios. 

En este periodo se prevén tasas de referencia bajas, pero también tasas de crecimiento económico moderadas. 

“Habrá cierto atractivo para la renta variable por el exceso de liquidez”, señala José Luis Ortega. Detalla que la renta variable de los sectores de tecnología, salud, consumo, comunicación y financiero pueden representar oportunidades considerables para los inversionistas. 

La segunda tendencia es una globalización renovada. En 2000, China representaba menos del 8% del PIB mundial; sin embargo, se espera que en los próximos años esta economía ostente una proporción de más de 20% del PIB global. 

“China ha pasado de ser productor a ser consumidor. Ésa es una oportunidad para seguir aumentando la producción en México. Es importante que se replantee la orientación de las cadenas productivas, no a lo más barato, sino a la calidad. México tiene competitividad tarifaria y está en buena posición para aprovechar la globalización”. 

El tercer fenómeno que se puede observar es la aceleración de las tendencias estructurales, entre ellas, la desigualdad. 

“Será un momento en que se agudiza la desigualdad. La población pobre, sin acceso a la tecnología, se rezagará, mientras que en el mundo desarrollado se les dará más peso a los activos sustentables”.

Alrededor del mundo, BlackRock estima que ya hay más de 1 billón de dólares invertidos en activos sustentables. En México, desde 2016 se han emitido más de 50,000 millones de pesos (mdp) en vehículos sustentables en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV). 

“Las empresas han ido adoptando nuevos criterios. Hay una demanda importante de empresas que piden información y los inversionistas cada vez tienen más interés. La sustentabilidad es un tema que llegó para quedarse”, afirma José Manuel Allende, director general adjunto de Emisoras e Información de la BMV. 

Y, ¿los estímulos?

En abril se perdieron 12.5 millones de empleos en México y la tasa de desocupación solamente se incrementó de 2.9% a 4.7%. 

A octubre, se habían reincorporado a sus trabajos alrededor de 9.68 millones de personas, y falta que lo hagan otros 2.79 millones de personas, que aún permanecen sin empleo, como consecuencia de la pandemia de Covid-19. La tasa de desempleo extendido se ubica en 17.9%. En marzo estaba en 12%, y alcanzó un máximo de 33.8% en abril. 

Esto quiere decir que, aun cuando se percibe que hay una recuperación, todavía deberán generarse más empleos para que las personas puedan recuperar sus fuentes de ingresos.

Ante la pregunta de si la estrategia del gobierno, de no otorgar estímulos fiscales para preservar empleos, fue adecuada, Marco Oviedo, economista en jefe en Barclays, explica que cada país utilizó el espacio que tenía disponible para generar apoyos. “Los países que lanzaron estímulos no se equivocaron: algunos fueron agresivos y utilizaron el espacio fiscal que tenían disponible. Ahora deberán hacer ajustes”, añade. 

Jesús López, subdirector de Análisis de Banco Base, explica que, en el país, han sido más de 1.1 millones de establecimientos los que han cerrado en definitiva, lo que supone que la recuperación se dará a velocidades distintas según el sector. 

“El terciario representa el 63% del PIB. La mayoría de los servicios no muestran una tendencia definida. Se muestran sectores con recuperación de “U” extendida, con excepción de los servicios inmobiliarios. Algunos servicios, como los profesionales, han vuelto a retroceder, evidencia de los ajustes en el gasto de los negocios. En general, la economía se mantiene frágil debido a las nuevas restricciones y cautela en el gasto”, señala. 

¿Qué requiere México para crecer con más vigor en 2021? Para Banco Base, los factores internos que pueden detonar crecimiento son: un mayor gasto en infraestructura en los estados más afectados por la pérdida de empleo; mayores incentivos al empleo formal y de tiempo completo; mejora en la expectativa sanitaria; más pruebas de Covid-19 y una distribución oportuna de la vacuna.

 

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