Sin lugar a duda, en el mundo de los negocios existe el estereotipo de que, para alcanzar el éxito, una empresa debe estar dispuesta a todo, incluso a actuar sin escrúpulos, sin ética. Esta perspectiva donde lo financiero pareciera estar fuera del concepto de lo humano puede tener graves consecuencias. Hace tiempo conocí un emotivo relato que nos ayudará a ilustrar este punto:

Érase una vez un comerciante que pasaba por una mala racha y se encontró con un viajero, quien, al ver el semblante afligido del primero, le ofreció un regalo: un par de vasijas que estaban unidas y que contenían semillas de buena y mala suerte. El comerciante quiso deshacerse de las semillas malas y las regaló entre sus vecinos, quienes perdieron sus cosechas y vivieron otros eventos desafortunados. Como culparon de ello al comerciante, estaban furiosos y querían lincharlo. Entonces, el hombre abrió la otra vasija y se dio cuenta de que las semillas de buena suerte eran muy pocas. Decidió olvidarse de su egoísmo y también las compartió. Quienes recibieron estas semillas, al ver su buena fortuna ayudaron al comerciante en problemas. Desde entonces, el comerciante siempre compartió todo lo bueno de su vida y dejó cerrada para siempre la vasija de las semillas malas.

La lección que nos deja la historia es muy clara: nuestras acciones —y su intención— tienen una consecuencia. En el mundo de los negocios, la propuesta del capitalismo consciente quiere mostrarnos que es posible la generosidad con los stakeholders, olvidándose del egoísmo hacia la comunidad que conforma la cadena de valor de una empresa. Tomar en cuenta a todos los implicados es, precisamente, una de las claves de esta filosofía y de la que reflexionaremos a continuación.

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La armonía crea más valor que el conflicto

Cuando una empresa se guía con los principios del capitalismo consciente se plantea un propósito que busca generar beneficio para la comunidad de la que forma parte. Esto significa que debe tomar en cuenta el beneficio que su tarea corporativa aportará para sus colaboradores, clientes, proveedores, para su comunidad cercana y el medio ambiente.

Por supuesto, esta forma de entender el desempeño de una organización establece una relación diferente en la cadena de valor. Si se tiene una estrategia donde todos ganan, equivale a compartir las semillas de la buena suerte y, en el largo plazo, la empresa se verá beneficiada por ese trabajo en equipo con el compromiso de sus colaboradores, la fidelidad de sus clientes y la colaboración con sus proveedores.

La integración como estrategia

Transformar una compañía para generar el éxito compartido con toda la comunidad implica un trabajo planeado y donde la gestión del liderazgo es clave. Una empresa consciente comienza por la descentralización en su toma de decisiones, abriendo espacios para la innovación surgida de los colaboradores. El empoderamiento del equipo de trabajo redundará en un verdadero trabajo en equipo, donde cada integrante se sabe parte de la construcción del éxito.

La comunicación es otro aspecto clave para que la cadena de valor se beneficie por completo. Un pequeño detalle puede hacer que la adaptación de nuestros servicios y productos logren un beneficio mayor para los compradores y estos se sientan tomados en cuenta. Establecer un diálogo inteligente con los proveedores puede ser la llave para generar acuerdos clave donde todos obtengan un beneficio mayor. También resulta trascendental que la organización se preocupe de manera auténtica por aportar a su comunidad a través del cuidado del medio ambiente o con labores altruistas.

Por todo lo anterior, es claro que construir una empresa generosa y consciente es, además, una manera efectiva de establecer un éxito constante. 

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