Por Máximo Santos Miranda* El problema del exceso de consumo de plásticos que terminan en el mar es un asunto que en los últimos meses ha venido ocupado un gran número de páginas en los medios de comunicación de casi todo el planeta. La prensa internacional ha puesto de relieve como determinadas playas del globo aparecen inundadas por toneladas de plásticos o como la gran cantidad de materiales plásticos arrojados a los océanos han creado las llamadas “islas de la basura” de dimensiones considerables. Ya no son sólo grupos ecologistas o determinados estados y organizaciones internacionales los que nos advierten acerca del consumo desmedido de plásticos y su posterior vertido al mar, sino que la propia ONU ha puesto de manifiesto que si el consumo global de plásticos no se reduce, en el año 2050 habrá más plásticos en el océano que peces, especialmente si la gente no deja de utilizar artículos de plástico de un solo uso como las bolsas o las botellas de agua mineral o refresco. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la contaminación plástica está presente por todas partes y puede decirse que se encuentra desde las playas de Sumatra hasta las profundidades del polo norte y lo peor de todo es que está asciendo por toda la cadena alimentaria hasta llegar a nuestras mesas. Para hacernos una idea de lo que ha aumentado el consumo de plásticos en el planeta basta mirar los datos que proporciona la propia ONU. Así, en el año 1950 con una población de 2.500 millones de habitantes, se produjeron tan sólo 1,5 millones de toneladas de plásticos.  En el año 2016 con una población de 7.000 millones, la producción de plásticos se elevó a 300 millones de toneladas. Es decir, si la población mundial en ese periodo se multiplicó por 3, la producción de plásticos se multiplicó por 150. Por esta razón la ONU auspició hace un par de años la campaña por unos mares limpios. Con dicho empeño se persigue concienciar a que los gobiernos, la industria y los consumidores en general asuman lo importante que es la reducción del consumo y producción de plásticos. Dicha campaña busca evitar que los envases plásticos continúen contaminando los océanos, dañando la vida marina en todos sus estratos y, por tanto, perjudicando la salud humana. En definitiva dicha campaña, propone cambiar hábitos, prácticas, y normas a nivel mundial con los que reducir drásticamente la basura. En este sentido muchos han sido los gobiernos y empresas que han comenzado a tomarse esta cuestión en serio y que están anunciando la toma de medidas concretas con las que mitigar este problema. Sin embargo, y aunque se están dando muchos pequeños pasos en los últimos meses, todavía queda muchísimo por hacer y hay que seguir presionando a las empresas y los gobiernos para que sigan tomando medidas. El país que más en serio se ha tomado este asunto ha sido Noruega. El país Escandinavo lleva ya varios años luchando contra la producción del plástico y sobre todo contra el uso del plástico una sola vez. Y es que Noruega ha conseguido luchar de forma eficaz contra el despilfarro de los plásticos y lo ha hecho mediante la fórmula del reciclaje. El país ha incido especialmente contra las botellas de plástico de un solo uso y es que las botellas se pueden reciclar más de una vez, en concreto la mayoría de ellas se pueden reciclar hasta doce veces. La clave del reciclaje noruego consiste en pagar hasta 2,5 coronas noruegas más (unos 6 pesos) por el producto. Un precio que se añade al coste del bien y que se cobra como depósito por el uso de los recipientes. Este depósito se devolverá si el consumidor tras consumir el producto deposita las botellas en las máquinas de reciclaje de plásticos de las que disponen la mayor parte de los supermercados noruegos. Estas máquinas separan los envases de plástico por colores, de forma que las botellas transparentes se utilizarán para hacer nuevas botellas y las del resto de colores se convertirán en nuevos plásticos. El sistema noruego de reciclaje de botellas de plástico ha sido tan exitoso que en el año 2016, Noruega recicló 600 millones de botellas o lo que es lo mismo el 97% del total. Si al incentivo económico se le añade las campañas de concienciación sobre el asunto, llevadas a cabo por el gobierno y la propia industria, el sistema se ha demostrado muy eficaz. Y es que la propia industria de bebidas ha visto como este tipo de campañas mejoran su imagen a la vez que su cooperación con el reciclaje les sirve para pagar menos impuestos. En definitiva, Noruega ha demostrado como este sistema es muy eficaz para poner freno a la producción masiva de plásticos de un solo uso. ¿En qué punto se encuentra México? Según la sociedad civil ambiental sin fines de lucro ECOCE, sociedad creada y auspiciada por la industria de bebidas y alimentos para encargarse de la recuperación de envases y empaques para su reciclaje, México recicló en el año 2017 el 58% del total de envases PET que consume la población. Si bien la cifra está muy alejada de los niveles alcanzados en Noruega, lo cierto es que dichos porcentajes son los más elevados de américa latina y además presentan una tendencia creciente. Así, cuando la mencionada sociedad se creó hace 15 años, en México sólo se reciclaban el 2% de los envases PET, cifra muy alejada de las cifras actuales. Brasil y Canadá están recuperando entorno al 40% de estos envases y Estados Unidos tan sólo un 30%,  por lo que las cifras alcanzadas en México son, por tanto, bastante positivas. Sin embargo, y dado lo urgente de la cuestión, es importante que México se fije en experiencias como la noruega para seguir avanzando en un tema que no sólo  afecta a México como país, sino que atañe al planeta en su conjunto. Además si México sigue la senda noruega de aumento del reciclaje hasta niveles próximos al 100%,  esto puede servir de modelo a todos los países del entorno que pueden ver a México como un referente en esta materia. *Doctor en Economía y experto en temas de banca, finanzas y hacienda.   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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