“Para hacer 1 millón de dólares en el espacio, debes tener 1,000 millones para gastar”. Con esa frase, el astronauta Garrett Reisman resume el principal obstáculo que enfrentó Elon Musk a principios del nuevo milenio, cuando decidió crear una compañía para llevar humanos al espacio.

“Antes de que SpaceX fuera exitosa, el pensamiento convencional era que no había forma de hacer dinero en el sector espacial; es decir, se hablaba de que grandes compañías podrían obtener buenos contratos del gobierno, pero había una barrera de entrada, que parecía que nunca se iba a derribar”, dijo a Forbes (en abril) el astronauta que acumula un total de 107 días fuera de la Tierra y tres caminatas espaciales.

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Hoy, SpaceX no sólo se convirtió en una compañía privada pionera en llegar al espacio, también planea el primer lanzamiento de una nave espacial tripulada por cuatro integrantes ninguno de los cuales es astronauta profesional.

La space economy es definida por la OCDE como todo el rango de actividades y el uso de recursos que crean valor y beneficios para los seres humanos en el curso de la exploración, investigación y entendimiento del espacio.

Industria espacial, ¿contra el Covid-19?

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) tiene una iniciativa de economía espacial que reunió, en junio, a 300 participantes de 66 países que son miembros de agencias espaciales. En ese encuentro se abordó la importancia de la tecnología espacial, que es, en la actualidad, indispensable para muchos productos y servicios en la vida diaria.

“La observación de la Tierra, los sistemas mundiales de navegación por satélite y las comunicaciones por satélite han desempeñado un papel clave para abordar la pandemia de Covid-19”, señaló Simonetta di Pippo, directora de la Oficina de las Naciones Unidas para Asuntos del Espacio (UNOOSA, por sus siglas en inglés).

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La UNOOSA afirma que el espacio es un elemento crucial para apoyar la recuperación económica y seguirá siendo un elemento extremadamente decisivo en el mundo post-Covid.

“Todos los intentos por restablecer y dar forma a un futuro mejor deben abrazar el valor del espacio para garantizar que realmente podamos construir sociedades más equitativas, inclusivas y sostenibles”, señala el organismo.

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Foto: © Callaghan O’Hare / Reuters

Si bien la mayoría de las actividades de la economía espacial se originan en países que emprenden viajes espaciales, las naciones emergentes que también los realizan no se benefician de esta área tanto como podrían.

Es ahí como, aprovechando su experiencia en el apoyo a la cooperación internacional en los usos pacíficos del espacio ultraterrestre, UNOOSA trabaja para unir a la comunidad espacial internacional en apoyo de las naciones emergentes que navegan por el espacio, para que participen en la economía espacial global de manera responsable y sostenible.

“Al mirar hacia el futuro, muchos países estan considerando cómo ‘reconstruir mejor’. Está claro que las economías espaciales dinámicas y saludables pueden desempeñar un papel enorme en la aceleración del desarrollo socioeconómico sostenible”, afirma Di Pippo.

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Foto: © Virgin Galactic

La iniciativa de Economía Espacial desglosa este complejo tema en elementos centrales, brindando una hoja de ruta sobre cómo construir una economía espacial sólida que genere beneficios socioeconómicos tangibles.

En el mundo, más de 65 países han operado al menos un satélite, lo que habla de una inversión considerable de capital político y económico.

Con un número creciente de actores públicos y privados involucrados en el desarrollo y provisión de infraestructura espacial y productos y servicios relacionados, la economía espacial global ha sido una fuente constante de crecimiento, superando los 400,000 millones de dólares (mdd) por primera vez en 2018.

La participación de los privados

El panorama para la industria espacial ha cambiado diametralmente desde que, en septiembre de 2014, la NASA lanzó un comunicado para informar que había seleccionado a Boeing y SpaceX para transportar tripulaciones estadounidenses hacia y desde la Estación Espacial Internacional utilizando sus naves CST-100 y Crew Dragon, respectivamente, con el objetivo de poner fin a la dependencia exclusiva de las naves de Rusia.

Esta decisión abrió la puerta del espacio a las empresas privadas. Los ojos se posan hoy en los millonarios que, como Sir Richard Branson o Jeff Bezos, han logrado inaugurar los viajes espaciales por placer. Sin embargo, la industria espacial también encuentra terreno en otros sectores, como la televisión, los servicios móviles satelitales, la radio satelital, la observación terrestre y la manufactura de infraestructura espacial.

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El reporte “Space: Investing in the Final Frontier”, de Morgan Stanley, explica que, si bien hace medio siglo que los humanos llegaron a la Luna, la exploración científica no tripulada con fines comerciales apenas empieza a apreciarse fuertemente como un segmento que ofrece interesantes ventajas a los inversionistas.

Morgan Stanley prevé que los ingresos de la industria espacial global alcanzarán 1 billón de dólares (bdd) para 2040. Entre los factores que sustentan la expectativa de un boom se encuentra el hecho de que Estados Unidos generó, en 2019, un área militar denominada Fuerza Espacial, que aumenta el interés de Rusia y China por mantenerse dentro de la carrera espacial. En el caso de Estados Unidos, el gran diferenciador es que la conquista del espacio ahora está abierta a empresas privadas.

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Foto: © Blue Origin

El reporte de Morgan Stanley lo explica con un ejemplo: en 1854, cuando Elisha Otis hizo una demostración del ascensor, el público no podía prever su impacto en la arquitectura y el diseño de las ciudades. Pero 20 años después, todos los edificios de varios pisos en Nueva York, Boston y Chicago se construyeron alrededor de un hueco creado para que hubiera un ascensor central.

Así es como Morgan Stanley ve a los cohetes hoy: como ascensores que permiten poner en órbita satélites capaces de desenvolver un inmenso campo de uso comercial.

La transmisión de datos satelitales figura como un elemento clave para la industria espacial. La correduría estima que 50% del crecimiento de la space economy hacia 2040 provendrá de los satelites.

“La demanda por [contar con] datos está creciendo a una tasa exponencial. Al mismo tiempo, el costo de acceso al espacio está cayendo. Creemos que una de las oportunidades más grandes viene de proveer acceso a internet a muchas partes del mundo que hoy no tienen conexión; pero también [es previsible que] habrá mayor demanda por parte de autos autónomos, Internet de las Cosas, Inteligencia Artificial, realidad virtual y video”, explica Adam Jonas, analista de renta variable de Morgan Stanley.

México en la nueva carrera espacial

El astronauta mexicano José Hernández relata que, en 2015, asesoró a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes para la compra y puesta en órbita de satélites para el uso del gobierno mexicano.

“En ese tiempo, cada satélite requería una inversión en infraestructura de 300 millones de dólares, y de otros 100 millones para ponerlos a orbitar. Hoy los costos han caído y eso abre la puerta a las empresas nuevas”.

El reporte de Morgan Stanley explica que el costo integral para el lanzamiento de un satélite se ha reducido a alrededor de 60 mdd, desde los 200 millones que costaba. Sin embargo, el crecimiento de ese mercado puede hacer que se reduzca a medio millón por cada satélite.

El informe de la Satellite Industry Association, elaborado por Bryce Space and Technology en 2020, señaló que el mercado tuvo un valor de 366,000 mdd en 2019.

“Aún no existe un enfoque único para medir el valor de la economía espacial, pero es claro que la magnitud de este sector ha aumentado considerablemente en los últimos 10 años. Las telecomunicaciones por satélite fueron uno de los primeros mercados de la economía espacial. Mientras que en 1990, la industria de los satélites tenía como objetivo proporcionar acceso a internet, los esfuerzos no tuvieron éxito, hasta que la demanda global de tal servicio surgió casi en todo el mundo, creando la necesidad de constelaciones satelitales”, señala el reporte.

Ahí es donde se abre otro panorama para empresas mexicanas. En marzo de 2021, la Agencia Espacial Mexicana informó que la firma de Elon Musk, Space X, lanzaría, en junio, la misión Satelital Internacional D2/Atlacom-1. El satélite contribuiría en la investigación, para avanzar a una mejor planificación del uso de la Tierra, una cadena de suministros cada vez más sostenible y la conservación de recursos naturales, resiliencia ante desastres, y reducción de costos.

La noticia de que un nanosatélite se lanzaría como parte de los vuelos de SpaceX destacó porque, en la construcción del satélite, participaron tres empresas, una de ellas mexicana.

En opinión de José Hernández, el principal reto para las compañías mexicanas que quieran ingresar a la industria espacial está en el fondeo.

“Lo que las empresas van a tener que hacer es generar un diferenciador, porque los jugadores que ya están operando tienen capacidad de invertir mucho para ir un paso adelante. Para una firma más pequeña será, ciertamente, más difícil. Habrá mucha competencia”, señala.

El astronauta, quien (con Rodolfo Neri Vela) es uno de los dos únicos mexicanos lanzados al espacio, afirma que la colaboración del gobierno en el financiamiento de proyectos de investigación es un elemento central que da solidez a la industria local.

“Nos tenemos que distinguir para ser reconocidos como expertos. Es importante la inversión del gobierno. [Éste] debería apostar más en el estudio y desarrollo en laboratorios de las universidades. En vez de cortar presupuesto a Conacyt, debería incrementarlo. La innovación se frena si no hay inversión”, advierte.

Por su parte, el emprendedor James Slifierz, fundador y ceo de la firma de observación satelital SkyWatch, afirma que la conquista del espacio debe caracterizarse por un elemento: la democratización.

“La parte emocionante de que las barreras de costos caigan es que más países, más geografías, tienen posibilidades de participar en este mercado. Antes, pensar que una firma en otro país que no fuera Estados Unidos pudiera levantar millones de dólares en inversión sonaba lejano; hoy no. SkyWatch, como empresa, está más emocionada que nunca por el número de compañías con las que podemos hacer alianzas en todo el mundo”.

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