Pablo Cruz, productor de Las Crónicas del Taco y El Baile de los 41, El episodio sobre tacos de canasta en la docuserie. Las crónicas del taco ganó un premio James Beard a lo mejor de la gastronomía en televisión.
“Taaacooos, tacos de canasta, taacooos”, es el grito de Marven, mejor conocida como Lady Tacos de Canasta, quien es protagonista de uno de los episodios de Las crónicas del taco.
El capítulo, que relata el proceso que ella sigue para cocinar y vender tacos de canasta, se hizo acreedor a uno de los premios de la James Beard Foundation a lo mejor de la gastronomía en televisión, algo así como el “Oscar de la gastronomía”.
Como productor, Pablo Cruz forma parte central del equipo que hizo posible que existiera esta serie documental, que es el reflejo de la cultura gastronómica del país y retrata, en cada variante de los tacos, la realidad de los diferentes puntos geográficos de la República Mexicana.
De acuerdo con cifras de la plataforma de streaming, el 96% de los miembros de Netflix en Latinoamérica ha visto un documental este año. Las horas promedio, por persona, dedicadas a ver documentales se triplicaron en los últimos cinco años y 50% de los documentales que pueden verse en la región fueron hechos en Latinoamérica.
“Uno va entendiendo que hay rachas que a veces se alinean todas de manera positiva. El mundo de los tacos… ese proyecto para mí es muy personal y tuvo un éxito increíble. Luego vino El baile de los 41. En un momento en el que asistir al cine es una aventura de la cual no nos acordábamos, la gente ha reaccionado muy bien”.
El productor se dice contento de celebrar un programa que no tiene mucha pretensión, pero sí una carga profunda, pues habla de toda la cultura que se sustenta en torno de una acción cotidiana, como comer tacos.
“Si algo nos representa en el mundo, es nuestra cultura culinaria. Es triste que no haya muchas evidencias de ello. La serie es un viaje para comer y disfrutar lo que comemos”.
Desde su perspectiva, México está en un despertar, pues es un mercado muy importante para el consumo audiovisual; incluso se percibe el fin del reinado de las telenovelas como único formato de narrativa para dar paso a una oferta de contenido que retrata de forma fiel la realidad de los mexicanos.
“Estamos en la antesala de ver cómo los productores mexicanos nos convertimos en una referencia mundial. Estoy muy seguro. Antes no había oportunidades. La televisión era una serie de esclavitud donde había sólo dos cadenas y sistemas de cable prohibitivos. Hoy llegaron los servicios de suscripción que democratizan el acceso a contenidos; hoy todo mundo quiere ser parte del mercado en México. Es tiempo de demostrar el poder del suscriptor mexicano, que es tan importante como el de Estados Unidos o de Europa”, añade.
