Hace algunos días un buen amigo me compartió un documento titulado “50 examples of corporations that failed to innovate” (50 ejemplos de corporaciones que fallaron en innovar); en donde se explica con detalle y análisis de diferentes expertos en materia de negocios, el por qué éstas 50 empresas desaparecieron condenadas al ostracismo empresarial, citando ejemplos clásicos como Yahoo!, JCPenny, Sears, Blockbuster, Kodak, entre otras. Todas ellas en un común denominador: pensar que el mercado y las tendencias de consumo son estáticas.

Una combinación fatal de soberbia y de parsimonia, que llevaron a las y los líderes de dichas corporaciones a “esperar el mejor momento” o considerar que los consumidores no buscarían alternativas de consumo de los bienes y servicios que prestaban. Quedando demostrado de sobre manera que la innovación es la madre de todo éxito comercial, sin dejar de lado el hecho de contar con el elemento humano necesario para hacerlo realidad, en fin, todo es una apuesta, pero debe estar sustentada con datos y hechos.

Ahora, en el sector energético, hoy día somos testigos de grandes cambios en las tendencias tanto tecnológicas como de consumo, empresas que anteriormente se dedicaban al ciento por ciento a la industria petrolera, hoy ya son empresas de energía (Total Energy o Shell, por mencionar algunas), transitando bajo la transformación que está llevando a la industria energética a descarbonizarse o trabajar sobre alternativas que son ya, el futuro dentro del presente.

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Sin embargo, estas tendencias y procesos en México los vemos lejanos aún, considerando que por muchísimos factores, estaremos condenados a un estancamiento tecnológico que nos llevará, supuestamente por algunos analistas, a transitar de manera tardía a este devenir energético que está provocando un cisma en la industria; pero es un error tremendo verlo de esta manera, las señales son inequívocas y los diferentes componentes de la industria energética del país ya deberían estar considerando con seriedad tomar en sus manos las alternativas para su supervivencia, sobre todo por el avance tecnológico que supone el sector de la movilidad en torno a vehículos eléctricos o híbridos.

Así es como llegamos a la convivencia simbiótica existente entre la movilidad y el sector energético, específicamente en el negocio de las gasolineras; el cual, resulta ser una industria que por sí misma mueve aproximadamente 1,800 mdp diariamente, por lo que no es un negocio despreciable, además de que le genera diariamente al Estado ingresos por encima de los 400 mdp; y eso que en este momento estamos hablando de indicadores “post-covid” que, por mucho, están alejados de su mejor momento.

Como bien sabemos, según datos oficiales, México está situado en una profunda crisis económica que ha llevado a la generación de más de 10 millones de personas en el umbral de pobreza, pérdida del poder adquisitivo y un entorno económico que, está muy distante de ver una remediación a corto plazo. Esto, sin duda alguna alimenta el hecho de que la descarbonización de la movilidad se antoja aplazada en México, en virtud de que la tecnología de los vehículos eléctricos aún no es asequible para el mexicano promedio, sobre todo, cuando el EV más cercano a precios accesibles rondan los 30 mil dólares promedio por unidad, precio que está muy por encima de los 8 mil dólares de los vehículos convencionales más vendidos, según datos de la AMDA (Asociación Mexicana de Distribuidores Automotrices). Empero, vemos que las grandes armadoras de vehículos tanto familiares como residenciales, están dictando medidas para dejar de producir unidades convencionales de combustión interna en años tan próximos como el 2028. Lo que significa que estamos próximos a ser un país de chatarra, ya ni decir que abonaría al estancamiento tecnológico que se avecina.

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Así pues, sumándose a lo ya mencionado contamos con un Gobierno Federal que ha direccionado sus políticas públicas a capturar el mercado de la gasolina y el diésel en favor de Petróleos Mexicanos (PEMEX), con el uso de las autoridades reguladoras y hacendarias para limitar la existencia de empresas reguladas por la Secretaría de Energía y la Comisión Reguladora de Energía, para la comercialización e importación de combustibles; aunado a ello, el Poder Ejecutivo Federal a través de sus empresas productivas, ha encaminado acciones de fortalecimiento al Sistema Nacional de Refinación, mismo que según los datos de la Secretaría de Energía, mantiene “outputs” por encima del 60% del total en combustóleo y refinados de nulo valor comercial, sobre todo por las regulaciones y restricciones internacionales impuestas por la IMO en 2020 (International Maritime Organization). Siendo el producto en mención, el cual, la Comisión Federal de Electricidad utiliza de manera preponderante para la generación de electricidad (insumo necesario para la electromovilidad), factores que alejan al país, no sólo del cumplimiento al requerimiento tecnológico necesario para transitar a la descarbonización, sino que también nos apartan del cumplimiento a los Acuerdos de París sobre el cambio climático.

Sin pasar por alto el hecho de que recientemente PEMEX ha comenzado con la compra de la refinería de Deer Park, en Port Arthur, Texas; lo que representa un refrendo en las políticas centralizadas en la industria petrolera.

Acciones que ha emprendido el Gobierno Federal y sus Empresas Productivas, que se materializan en un incremento sustancial en la oferta de petrolíferos tanto de importación como de producción nacional, pero que discrepan de manera evidente en la demanda, la cual, se observa en franco declive por motivo de los factores ya mencionados en párrafos anteriores. Tal como se aprecia en la tabla que se inserta, con información de S&P Global Platts:

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Al observar la dinámica de la demanda y los factores que la determinan, entre ellos, el incremento de los precios al público de los combustibles, mismos que, según información del Banco de México y la Secretaría de Hacienda, se encuentran en sus máximos históricos y sin soslayar que los indicadores de precios de importación también se encuentran en un alza continua que se mantendrá en los próximos meses, quizás años. Desembocan en un contexto dentro del cual, una población empobrecida, un mercado del retail de combustibles en constante ataque y aislamiento, así como una brecha temporal y de precios de alternativas de movilidad que se abre conforme pasa el tiempo, dan lugar a un caldo de cultivo perfecto para que se presente una oportunidad para el sector gasolinero y automotriz en el país, pero con una consecuencia ineludible, el “ocaso” del mercado gasolinero tal como lo conocemos.

Tal como referí con anterioridad, la innovación e inventiva de las empresas son las que tiene un lugar protagónico en la escena comercial que se menciona, esto con la finalidad de evitar la “válvula de escape” secundaria que genera un entorno tan hostil como el que vemos actualmente: la ilegalidad. Es decir, que tanto empresas como consumidores caigan en las garras de la adquisición de productos petrolíferos de procedencia ilícita (robados) o, en el mejor de los casos, producto de actividades como el contrabando, también mal llamado “huachicol fiscal”.

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De esta forma, las vías supletorias dentro del marco de la legalidad que comienzan a cobrar sentido es la migración a combustibles diversos a los petrolíferos como el Gas Natural Vehicular (GNV) y el Gas LP (GLP), lo cuales, no sólo representan una alternativa de baja huella de carbono, sino también, una vía de bajo coste directo en comparación con la gasolina y el diésel. Considerando que son combustibles que ya están probados con un moderado éxito en la movilidad comercial, en flotillas de transporte de personas y mercaderías.

Algunos detractores de estos combustibles, sobre todo los entusiastas de los automóviles convencionales argumentan que las conversiones de gasolina o diésel hacia GNV o GLP, reducen la vida útil de los automotores, además de que las conversiones aparentan ser una “carga” económica innecesaria; sin embargo, las propias empresas distribuidoras y expendedoras de GNV y GLP cuentan con planes de conversión con excelentes sistemas de financiamiento que, a la larga se convierten en opciones viables para los consumidores.

Por lo que la industria gasolinera tiene, frente a sí misma una vía de innovación para la subsistencia de sus negocios de expendios de petrolíferos, transitando desde el GNV y el GLP, para llegar a la autogestión de energía renovable para puntos de carga de vehículos eléctricos. Esto en una visión integral y estratégica de un mercado local con direccionamiento global, siguiendo las tendencias y no sólo ello, sino segmentando el consumo y abarcando nuevas áreas de oportunidad, superando así “El Ocaso del Mercado Gasolinero”, para direccionarse hacia un “Nuevo Mercado de la Movilidad Integral”.

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Contacto:

*Santiago Fabián Arroyo Seguedo es CEO y Founder de URSUS Trade & Colsunting.

Twitter: @SarroyoSi

Mail: [email protected]

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