Actualmente, la sociedad y el mundo están sumergidos en un proceso muy acelerado de cambios e innovaciones y la educación se vuelve parte fundamental de toda esta transformación; según la Cumbre Mundial para la Innovación en la Educación (WISE por sus siglas en inglés),“los sistemas educativos de todo el mundo sufrirán grandes cambios con miras al 2030”, lo cual nos plantea el paradigma de los retos a los que deberá enfrentarse la instrucción en un plazo inmediato.

Para muchos, cuando se habla de innovación educativa se piensa en tecnología, en redes o sistemas sofisticados, sin embargo, esto no es del todo correcto, ya que esta procede desde los modelos educativos y didácticos de las instituciones, pasando por la formación docente y, finalmente, en una implementación que puede estar o no mediada por la tecnología.

Pero, ¿cuáles son los retos que se están considerando rumbo al 2030? Mencionaremos algunos de los más relevantes.

Para comenzar, los métodos docentes constituyen uno de los retos más trascendentales, ya que un alto porcentaje de nuestros maestros sigue utilizando metodologías tradicionales de enseñanza. De tal manera, el desafío es impulsar nuevas estrategias que permitan en este siglo XXI el desarrollo de competencias en los estudiantes, tales como trabajo colaborativo, pensamiento crítico, toma de decisiones y desarrollo de proyectos, entre otros. Algunas de estas estrategias se pueden mejorar a través de metodologías como: Peer Instruction, aula invertida, aprendizaje basado en proyectos o en problemas, Micro-Elearning, Design Thinking y aprendizaje adaptativo, por mencionar sólo algunas.

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Un segundo propósito es la formación docente, uno de los puntos más desatendidos en nuestros sistemas educativos a pesar de que ellos son agentes de cambio en cualquier ambiente académico; por ello, su adiestramiento debe considerarse a partir de la implementación de las metodologías mencionadas y, obviamente, en el desarrollo de competencias digitales que permitan trabajar con los nativos digitales y fomentar las habilidades necesarias para el mercado laboral.

Estas competencias deben estar directamente alineadas con el modelo educativo definido, siendo éste un punto fundamental para el éxito de la innovación educativa, ya que en la gran mayoría de las ocasiones se hace una implementación tecnológica sin considerar, e incluso sin contar con un modelo educativo.

Por consiguiente, la implementación tecnológica es la siguiente meta y las palabras clave aquí son planeación y seguimiento, para lograr los objetivos y que la tecnología no se convierta en un elefante blanco dentro de los espacios físicos de las instituciones.

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Un reto más lo constituyen los espacios físicos. En varias ocasiones hemos contemplado la clásica imagen del salón de clases de los años 1970 u 1980, en donde las bancas están alineadas viendo al frente hacia el profesor, que es el único que cuenta con la verdad absoluta en el aula, y aun después de 50 años muchos salones guardan la misma disposición, lo cual no favorece la implementación de metodologías ni de tecnologías innovadoras.

En consecuencia, es importante generar espacios con una disposición diferente, no necesariamente involucrando salones nuevos o reconstruidos, sino más bien reacomodando o reajustando el mobiliario para desarrollar momentos colaborativos de aprendizaje, en donde los escolares propicien la creatividad y una mejor comunicación con sus compañeros y con el docente para que este último se convierta en un facilitador del aprendizaje.

Por último, no en un orden de importancia, pero sí con muchos objetivos más por considerar, están los estudiantes, quienes finalmente son los que reflejan la eficacia de todos los procesos previos y a quienes debemos desarrollar como agentes digitales, pensadores críticos o, en resumen, como líderes que puedan implementar proyectos, resolver problemas y trabajar en equipo para sacar adelante a nuestro México.

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Jesús Deloya, Director de Innovación Educativa de Aliat Universidades*

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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