Mensh es una palabra yiddish, equivalente en términos simplistas a un buen ser humano. El yiddish es uno de los 6 mil idiomas del mundo en peligro de extinción, que hablan los judíos de Europa del este.

Como integrante de la comunidad judía, esta palabra ha sido parte de mi vocabulario y parece cobrar más relevancia con el paso del tiempo, porque es un concepto muy poderoso que engloba todas las virtudes, valores y comportamientos que se requieren para vivir en sociedad y para hacer de este mundo un lugar mejor.

Ser mensh es probablemente uno de los mayores halagos que alguien puede recibir: es ser justo, respetuoso, honesto, empático, responsable. Tener coraje para actuar bien sin importar el esfuerzo o riesgo que esto implique, es ir más allá de tu bienestar y aportar algo a la sociedad.

De aquí que recurrir a esta palabra nos ayude a poner en perspectiva la importancia que tiene hoy en día el liderazgo moral y su poder de permear en la sociedad para inspirar y generar un cambio a cualquier nivel.

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De acuerdo con el estudio State of Moral Leadership in Buisness, del How Institute for Society existe un déficit de líderes morales en las organizaciones. El 86% de los encuestados consideran que hoy más que nunca el liderazgo moral en las empresas es urgente y necesario debido, entre otras cosas, a la interconexión global en donde la información falsa amenaza y polariza cualquier conversación generando desesperanza.

En los últimos 60 años han corrido ríos de tinta dedicados a explorar y generar un sinfín de modelos de liderazgo aplicables a los negocios, al desarrollo personal, a la política, entre muchos otros enfoques. Todas las visiones coinciden en puntos como que el liderazgo es dinámico y que hay dos vertientes, el formal y el moral y que lo ideal es que estas dos converjan en la misma persona, sin embargo, no siempre es el caso.

El liderazgo formal se obtiene por la posición en una organización, el simple hecho de estar en un cargo “de jefe” te convierte en un referente de liderazgo. Esta posición no representa nada si no se pone empeño en comprometerse con las personas que interactúan día a día con nosotros. Desde el liderazgo formal se pueden fijar objetivos y esperar que la gente los cumpla, sin conocer si estos se lograrán.

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Aquí entra el concepto de mensh, para aterrizar tres conductas que dimensionan las implicaciones y alcances del liderazgo moral que complementan el formal.

Todas y todos somos diferentes. Tener conciencia del contexto particular de cada una de las personas que integran el equipo. Conocer qué los motiva, sus sueños, intereses y preocupaciones. Esto no es una receta ni una pose: ser sincero en tu actuar, dedicar tiempo al otro no es una acción vacía. Representa interesarte por las y los otros, así como la oportunidad de abrir tu entorno a nuevas perspectivas y formas de pensar.

No pedir lo que no se está dispuesto a dar. Es la famosa máxima de predicar con el ejemplo; no puedes pedir a tu equipo que lleguen a las ocho de la mañana si tú llegas a las diez. No ser congruente con las metas de equipo genera desconfianza y no promueve un compromiso, por el contrario, promueve la desigualdad.

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El servicio debe ser de arriba hacia abajo. Entre más arriba estés en una organización más al servicio de tu gente debes estar. Estar en un cargo directivo no equivale a tener un trono en el que recibes honores. El jefe está para dar apoyo y resolver, al ser él quien tiene más recursos para destrabar situaciones. Un problema que para una persona se podría percibir muy grave, para el o la líder no lo es, así que este debe fomentar un canal de comunicación donde todos cada integrante del equipo sienta la confianza de informar de cualquier dificultad para que sea resuelta. Si por el contrario se tiende a “disparar al mensajero” solo se ocultarán las cosas y con el tiempo éstas empeorarán.

El concepto de liderazgo moral parece tener mucha relevancia hoy en diferentes discursos alrededor del mundo, pero debemos tener claro que no es un discurso, es una necesidad y un deber que está a la mano de todo el que decida ejercerlo.

En mi experiencia caminar con esta visión, me ha permitido enfrentar situaciones maravillosas, sobreponerme a condiciones adversas en lo personal y lo profesional y lo más importante llevarme grandes enseñanzas sobre la importancia del otro.

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