El conflicto en Ucrania abre la puerta a una nueva perspectiva sobre los factores sociológicos que convergen ante una nueva realidad tecnológica y de comunicación social respecto de los conflictos internacionales.

En nuestros días, además de los factores claves para la victoria como el terreno, la logística, la disciplina, los comandantes y el clima (Sun Tzu) hay que agregar otros escenarios de contienda: 

  • Tecnología. Hace poco más de 30 años, el mundo se sorprendió con la mórbida transmisión -con tan solo unos segundos de retraso- del primer bombardeo en Bagdad durante la Guerra del Golfo.

Con una capacidad tecnológica tremendamente superior, este es el conflicto del segundo a segundo; historias en tiempo real con miles de gadgets en operación. La invasión se vive desde una trinchera, un puente, un vehículo, un dron, una cámara de seguridad, un puesto de vigilancia, un condominio, una granja; las calles principales o una ruta rural.

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En el campo de batalla se pelea con sistemas, satélites, trajes, armamento, misiles, aviones, vehículos no tripulados, con sistemas de posicionamiento global, inteligencia artificial y todas las capacidades cibernéticas de ultima generación. 

  • Redes sociales: Miles de ciudadanos son hoy los reporteros, editorialistas y analistas. Las historias no son solo de bombardeos, tiroteos, combates, explosiones, estruendos, destrozos sino de desplazados, familias separadas, mascotas, ciudadanXs en las calles, protestas, comentarios, solidaridad, rechazo, milicias civiles, una perspectiva humana del dramatismo de la guerra a 360° sin filtros, en su grandeza y su crudeza. 

Hace un siglo, las emociones, los horrores y las historias en los frentes de batalla nos llegaban a través de relatos, cartas, fotos y algunas películas póstumas, hoy encontramos en línea el adiós, la nostalgia, dolor, penurias, miedo, insomnio, la escasez, la incertidumbre, las expresiones y palabras que nunca se habían dicho de hijXs, padres, madres, amantes, esposXs, hermanXs, amigXs, refugiadxs, desplazadXs y de aquellos que se quedaron atrapadXs en las zonas en disputa.  

  • Un nuevo orden mundial: si ya de por sí el contexto del Covid-19 era mucho más que complejo; a esta época no podía faltarle una amenaza adicional, latente, determinante y global que confirma que el mundo ya entro a una fase sin retorno en todos los ámbitos sociales, políticos y económicos.

Uno de los saldos optimistas de la pandemia era la esperanza de que el mundo podría cooperar, organizarse y coordinar acciones ante riesgos comunes y que en este contexto ninguna nación tomaría una postura belicosa y radical poniendo al mundo al borde de una nueva guerra mundial.

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Pero no, esa óptica estaba equivocada, es evidente que las potencias mundiales buscan un reacomodo de fuerzas, un ajuste de la polaridad y un cambio en el protagonismo multinacional.

En resumen, una calentadita a la semi olvidada Guerra Fría junto al reposicionamiento de las estructuras regionales, nuevos lineamientos para el orden e influencia internacional, una actualización a los debates ideológicos, reorientación de los bloques económicos y una dosis extra de geo-política. 

  • Influencia social: mantener la moral de las fuerzas en combate es crucial en toda conflagración. Hoy una de las arenas centrales de contienda es la capacidad de influir en la sociedad, las audiencias y el posicionamiento que tomen los “testimonios” digitales.

El nuevo protagonista es el impacto que tiene la represión de marchas y protestas, de la indignación que se levanta cuando un tanque pasa por encima de un automóvil y cuando los combates calle por calle muestran a profesionistas, empleados, jóvenes, viejos, ricos y pobres luchando codo a codo sin la menor preparación o entrenamiento militar por defender sus barrios, sus casas y sus familias.

Las redes se conmueven, agitan y contorsionan; el heroísmo, patriotismo y sacrificio que se creían olvidados en esta era frívola y banal resuenan en los testimonios de la población y fuerzas armadas con la firme determinación de no rendirse, seguir luchando hasta el final ante un invasor mejor equipado, profesional y con un mayor arsenal.

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La respuesta mundial llega de hasta los más remotos confines: influencers, comunidades, liderazgos, medios y usuarios que salen a las calles alrededor de todo el mundo, se organizan, ayudan, apoyan, contribuyen, avisan de movimientos de tropas, comunican, informan, replican, suman, preparan alimentos, coordinan cadenas de suministro y contribuyen a la logística de la guerra. 

Las partes ya no son solo gobiernos, políticos o fuerzas militares sino todos esos grupos dispuestos a ser parte de la situación, a tomar una postura y defenderla; hacer lo que este al alcance para no cerrarle el paso a la soberbia, la arrogancia y el extremismo.

  • El componente moral y humanista. En Ucrania colisionan potencias, modelos, formatos y posturas políticas e ideológicas, cierto. Pero ahora con la diferencia de que también hay que someterlos a una revisión de quienes lo testimonian.

Este conflicto ha desatado una ola de desaprobación, rechazo y la urgencia al dialogo y la paz, nada justifica el uso de la fuerza, la postura es clara y firme, el mundo no está para sumarse a una aberración, la sola mención de un arsenal nuclear es de terror, radicalismo, fundamentalismo, un exceso imperdonable. 

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