Por: Salvador Guerrero Chiprés*

La emergencia sanitaria reposicionó las prioridades educativas nacionales y personales. Ojalá que las empresas y las autoridades ya estén construyendo los escenarios para el desarrollo en vez de tratar de rescatar inercias naufragadas.

Se ha evidenciado también la enorme desigualdad: para aprovechar los sustitutos de la educación presencial y el aprendizaje posible gracias a la tecnología. 

La desigualdad es un fenómeno esencial a las probabilidades de aprovechamiento del crecimiento económico que sin duda seguirá del cese de actividades. Que muchos sean menos capaces de incorporarse al mercado, por el tema de sus capacidades de inserción en el mercado laboral y del consumo, es absolutamente central a todo proyecto transformativo de origen gubernamental o empresarial.

Al debate sobre las empresas que redujeron su nómina durante la cuarentena, así como los pequeños comercios, formales e informales que ya padecen estragos, hay que contraponer el día a día y los retos de quienes trabajan en casa.

El 15 de mayo, fecha en que se celebra el Día del Maestro, es un ejemplo exacto de los retos laborales desde el confinamiento. Cuando se trata de analizar el contexto de los profesores y estudiantes, obligados a adaptarse y cumplir sus funciones desde la distancia, es inevitable mencionar la brecha digital. 

Según la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información (ENDUTIH) 2020, elaborada por el INEGI, alrededor de la mitad de la población cuenta con la infraestructura necesaria para estudiar o trabajar desde el hogar: el 44.3% tiene un equipo de cómputo, mientras que el 56.4% dispone de internet.

En The Inclusive Internet Index 2020, estudio publicado por The Economist Intelligence Unit, se revela que países como Suecia, Nueva Zelanda y Estados Unidos tienen los mejores servicios de red en sus respectivas sociedades, a partir de parámetros como calidad y accesibilidad, los cuales abren el umbral a una nueva y necesaria democracia de la Era Digital post Covid 19. 

De los 100 países evaluados, México se coloca en el lugar número 51. Si bien la instalación de 13 mil 694 postes, que funcionan como fuentes de internet gratuito, hizo que la capital del país se convirtiera en la segunda ciudad del mundo en brindar dicho servicio, debajo de Moscú (antes la CDMX se encontraba en el lugar 85), el país entero padece un rezago muy relevante. 

Pese al incremento de los últimos años, el INEGI detalla el análisis de la brecha entre las zonas urbanas, donde el 76.6% accede a internet, y las rurales, con el 47.7%. No todas las familias cuentan con más de un equipo de cómputo (en el caso de que sólo una persona y un estudiante trabajen desde casa) y no todas las escuelas tienen plataformas pertinentes para dar clases en línea o preparan a su personal docente al respecto. 

La brecha, como se deduce, es más notoria en la educación pública y en las zonas rurales. El próximo reto es que la crisis del Covid-19 ponga sobre la mesa las exigencias de la Era Digital como una prioridad en la agenda educativa del país, sin olvidar la capacitación y el trabajo de los docentes, que en muchos casos va más allá de los límites de las aulas.  

Contacto:

* Salvador Guerrero Chiprés es Presidente del Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México

TW: @guerrerochipres

www.consejociudadanomx.org

Twitter: @elconsejomx

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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