No cabe duda, el futuro nos alcanza y en la era que nos toca vivir tenemos que afrontar retos y desafíos que significan cambios vertiginosos. Una tarea urgente la plantea la propia tecnología digital que se ha convertido en un componente fundamental de la vida cotidiana. Hemos visto como el progreso digital ha transformado la forma en que nos comunicamos, trabajamos, aprendemos y nos relacionamos. Por supuesto, estos cambios han facilitado las formas y las velocidades en las que hacemos algunas tareas. Sin embargo, el acceso y la habilidad para utilizar estas herramientas tecnológicas no están distribuidos de manera uniforme entre la población, dando lugar a lo que se conoce como la “brecha digital”. 

La brecha digital no sólo refleja la disparidad en la disponibilidad de acceso a la tecnología, sino también en la capacidad de utilizarla eficazmente. Paralelamente, la retórica digital emerge como un elemento crucial en el análisis de cómo se comunica y se interpreta la información en el entorno digital. Este ensayo se propone explorar la brecha digital y su relación con la retórica digital, analizando su impacto en la sociedad contemporánea.

La brecha digital abarca varios aspectos, incluyendo las dificultades que existen para acceder a la conectividad, la disponibilidad de dispositivos tecnológicos, así como la capacidad y habilidad para utilizar estas herramientas de manera efectiva. El problema es evidente y grave en un mundo cada vez más dependiente de la tecnología. El internet se ha convertido en un facilitador clave para la participación en la economía, la educación y la vida cívica. Es decir, la red está presente en cada aspecto crucial de nuestra vida personal y social. Sin embargo, la triste realidad es que a nivel global, millones de personas carecen de acceso a internet debido a diversas limitaciones: económicas, geográficas o infraestructurales. 

Esta falta de acceso limita sus oportunidades para acceder a la información, la educación en línea, las oportunidades laborales y los servicios gubernamentales, lo que perpetúa la desigualdad social y económica. Aisla a las personas y a las sociedades. Crea brechas que si no se atiende, dividen y generan diferencias dolorosas que no permiten a un grupo muy grande de la población mundial tener oportunidades. 

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Además del acceso, la brecha digital también se manifiesta en la disparidad de habilidades digitales, mucha gente no sabe relacionarse con la tecnología ni entiende como usarla. A medida que la ciencia avanza, y avanza muy rápidamente, aquellos que no tienen la oportunidad de adquirir habilidades digitales se quedan rezagados. La capacidad para navegar eficazmente por internet, discernir información precisa de la desinformación, y utilizar herramientas digitales para la productividad se ha convertido en una competencia fundamental en la era digital. Quienes carecen de estas habilidades enfrentan dificultades para adaptarse a un entorno cada vez más tecnológico, limitando su participación plena en la sociedad moderna. 

La retórica digital, por otro lado, se refiere al estudio de cómo se utiliza el lenguaje y la comunicación en el entorno digital. En un mundo donde la información se difunde a través de plataformas digitales y redes sociales, la retórica digital se convierte en un elemento crucial para comprender cómo se moldea y se transmite el discurso público. Las redes sociales, blogs y plataformas de noticias en línea se han convertido en espacios donde diferentes narrativas compiten por atención y credibilidad. 

La retórica utilizada en estos espacios no solo influye en la percepción pública de los eventos y temas, sino que también puede impactar en la toma de decisiones políticas, sociales y culturales. Evidentemente, es de alta relevancia atender la brecha de conocimiento en la era tecnológica y entender la interpretación que se da de la información que tenemos al alcance de nuestros dedos.

La brecha digital y la retórica digital están intrínsecamente relacionadas, está claro, pero parece que pocos se han dado cuenta de este foco rojo que se enciende en el tablero de control de nuestros días. Lo mismo debiera preocupar a Jefes de Estado que a empresarios y a emprendedores. Aquellos que carecen de acceso a la tecnología o de habilidades digitales están excluidos de participar plenamente en la esfera digital, limitando así su capacidad para influir en la retórica y el discurso público. Esta exclusión digital puede llevar a una mayor marginalización de ciertos grupos sociales, exacerbando la desigualdad de acceso a la información y la capacidad de participación en la sociedad.

Para reducir la brecha digital y fomentar una retórica digital más inclusiva, es fundamental implementar políticas que garanticen el acceso universal a la tecnología y la educación digital. Entender que las habilidades digitales son competencias que nos ayudan a prefigurar mejor nuestro futuro.

Las iniciativas para proporcionar conectividad a comunidades marginadas, programas de alfabetización digital y educación en habilidades tecnológicas son pasos esenciales para cerrar esta brecha. Además, fomentar la educación en alfabetización mediática y el pensamiento crítico ayudaría a capacitar a las personas para discernir información veraz de la desinformación en el espacio digital.

La brecha digital y la retórica digital son dos aspectos interconectados que definen la dinámica de la era digital. La falta de acceso a la tecnología y la habilidad para utilizarla efectivamente contribuyen a la exclusión social y a una participación limitada en la esfera digital. Al abordar estas brechas y promover un acceso equitativo a la tecnología y la educación digital, se puede avanzar hacia una sociedad más inclusiva y participativa en la era digital. La comprensión de la retórica digital también juega un papel crucial en el análisis crítico de la información en línea y la promoción de un discurso público más informado y constructivo.

Reducir estas brechas, entender con claridad el papel crucial que la tecnología juega en nuestro queahcer diario, en nuestra cotidianidad nos puede llevar a aprovechar oportunidades, vislumbrar nuestras ventajas competitivas, acrecentar fortalezas y detectar amenazas con la suficiente anticipación. Más que temer y preocuparnos, es preciso poner manos a la obra y capacitarnos y a nuestros equipos de trabajo.

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