cintillo_2013Texto publicado originalmente el 14 de noviembre de 2013 

Si se trata de convencer, vender, seducir, o simplemente comunicarse, la complejidad es un gran enemigo.  

“KISS: Keep it simple stupid”.

 Ejército norteamericano.

  Si expresas algo de manera simple, agradará e influirá mejor. En esta era de la sobreinformación es imposible que algo complicado funcione sin llegar a confundir más. Si el objetivo es crear una nube de humo, ¡perfecto! Pero si se trata de convencer, vender, seducir, o simplemente comunicarse, la complejidad es un gran enemigo. Leonardo da Vinci decía que la simplicidad era la última sofisticación. Nótese que la obra pictórica más famosa de todos los tiempos, la que en este momento tienes en mente, es una mujer sencillamente ataviada, sonriendo. No es una obra puntillista ni una escena barroca y complicada. Pero, ¿qué te sugiere el que te digamos ahora que Leonardo tardó una vida entera en realizar esta obra que él consideraba permanentemente inconclusa pero simple? La respuesta la tiene Winston Churchill con su famosa frase: “Si tengo que dirigir un discurso de dos horas, empleo diez minutos en su preparación. Si se trata de un discurso de diez minutos, entonces me lleva dos horas”. Gente cercana a él constataba que un discurso de 40 minutos podía demandarle entre seis y ocho horas de preparación y ensayo. Churchill ponía el foco en un solo tema por discurso y terminaba con un llamado a la acción. Tenían con frecuencia anotaciones al margen con indicaciones escénicas como “pausa”, para darle tiempo al auditorio de asimilar las ideas lanzadas y de experimentar las emociones que transmitía. Aunque algo sea simple, no significa que sea fácil. Fíjate en los aparatos que vende Apple. El primer iPod que salió al mercado, que fue una revolución, en apariencia nada más tenía un botón. ¡Qué simple! Imagina lo que esa simplicidad tiene detrás en inversión de tiempo e ingenio.   Stephen Hawking es simple Veamos qué dice hoy el científico vivo más reconocido del mundo sobre la descripción de la complejidad del Universo.   Un modelo es satisfactorio si: 1)       Es elegante. 2)       Contiene pocos elementos arbitrarios o ajustables. 3)       Concuerda con las observaciones existentes y proporciona una explicación de ellas. 4)       Realiza predicciones detalladas sobre observaciones futuras que permitirán refutar o falsear el modelo si no son confirmadas.   Observa en las propias líneas citadas lo hermosa que es una mente genial como la de Stephen Hawking, lo sencilla y concreta. El punto primero y quizás más relevante es que el modelo sea elegante, según sus palabras: “La elegancia, por ejemplo, no es algo que se mida fácilmente, pero es muy apreciada entre los científicos porque las leyes de la naturaleza significan comprimir un número de casos particulares en una fórmula sencilla”. Se inteligente y no compliques las cosas. Recuerda que los anuncios más exitosos son los que contienen pocas palabras. Los vendedores más efectivos son los que no usan palabras rimbombantes ni los que tecnifican su lenguaje. Las pinturas más estéticas, la arquitectura más admirable y las fórmulas más poderosas (E=m) son sencillas.   Reglas simples
  1. Quita. Resta lo innecesario y lo obvio.
  2. Pon. Solo agrega lo significativo.
  3. Organiza. Cataloga, separa lo diferente, junta lo parecido.
  4. Pasión. Pon mucha emoción y entusiasmo.
  5. Contexto. Lo que está alrededor es tan importante como la idea principal.
  6. Tiempo.  Invierte mucho en crear y haz a la gente esperar poco.
  Escribir complicado para parecer tonto Siempre pensamos que escribir con palabras rebuscadas hará que la gente piense que somos brillantes, pero es todo lo contrario. En un estudio en el que se modificaba cierto texto para ver cómo los lectores juzgaban la inteligencia del autor, se encontró que a medida que el texto se hizo más complicado, los lectores dieron estimaciones más bajas de la inteligencia del autor.   Los nombres difíciles son peligrosos Estudios encontraron que un aditivo de alimentos llamado “Hnegripitrom” se consideró un punto porcentual más peligroso que “Magnalroxate”. Si se hace el ejercicio de repetir en voz alta ambos nombres, uno puede darse cuenta que si bien el segundo no es un nombre bello y entendible, al menos se puede pronunciar, a diferencia del primero. El mismo efecto se encontró en un parque de diversiones ficticio. Un juego llamado “Chunta” se creía mucho más seguro que el sonido relativamente peligroso “Vaiveahtoishi” (57).   Compra acciones con nombres pronunciables Un estudio sugiere una manera de aumentar ganancias en el mercado de valores. Los investigadores se preguntaron si las empresas con códigos pronunciables en los servicios de información instantánea ticker de cotizaciones de bolsa (como el de Google, que se escribe GOOG), se benefician del efecto de la fluidez con que se pronuncian y así se vuelven más rentables en el mercado. Probaron esta idea con datos reales del mercado de valores, controlando el sector de la industria y la posibilidad de que las empresas más rentables pueden tener nombres más sencillos. Después de analizar los datos se encontraron que si se invierte en empresas con acciones pronunciables en los tickers, el beneficio es 10% mayor en tan solo un día de operación (58). Sabiendo esto quizás STIWSB, FTSE, GMXRPR deberían cambiar de nombre abreviado a TOM, LIK y KIS.   Lectura fluida, compra segura Se experimentó con la fluidez en la percepción de algunos productos electrónicos, haciendo una lista de sus características con un tipo de letra fácil de leer y otra con uno difícil. La fácil de leer duplicó el número de personas dispuestas a comprar el producto.   Explicación simple Un vikingo adulto enseñaba a su hijo el arte de hacer barcas. No era costumbre hacer algo más complicado de lo que la tradición dictaba, pero ellos estaban decididos a construir la más bella y resistente de todas las barcas vikingas. Un día se acercó el jefe de la tribu a ver la construcción y reprendió fuertemente al padre. No tardó en llegar un grupo de enormes hombres barbados a destruir la barca. El niño llorando, le preguntó a su padre qué es lo que pasaba. El serio vikingo le contestó: “Es simple hijo, la barca del jefe no es tan buena como la nuestra.” El niño respiró profundamente y sin que tuviera que pedírselo, dejó de llorar. Piensa siempre como Einstein: no entiendes realmente algo a menos que seas capaz de explicárselo a la abuela. La venerable señora y cualquiera que lo escuche, pensará que eres más inteligente y persuasivo.     Este artículo es un extracto de El libro negro de la persuasión y es propiedad registrada de su autor. Se autoriza su reproducción y citas del mismo en artículos y comentarios bibliográficos, periodísticos, radiofónicos y televisivos, dando al autor los créditos correspondientes.     Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @Alex_Llantada LinkedIn: Alejandro Llantada Toscano Facebook: Alex Llantada     Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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