Las diferencias son sutiles, se comunica con mensajes, contenidos, discursos, propaganda, todo eso sirve para convencer; se permite al elector ser persuadido con proyectos, visión, capacidades, para que compare y elija.

Pero muchas veces, todos estos ejercicios se vuelven una maraña de distorsiones, exageraciones, simulaciones y explotación emocional que sumados solo caben en el concepto de manipulación.

Manipular es doblar las defensas del objetivo (lXs cuidadanXs) con la intención de apoderarse de sus voluntades y sus decisiones, así como controlarlos y condicionar sus conductas. Los recursos son ilimitados y suelen ser subrepticios, camuflados, ocultos bajo disfraces sutiles o a veces muy evidentes. Aquí algunas muestras:     

1- Un amor devoto, incondicional y duradero para el pueblo. El periodo electoral es el esplendor de las promesas, alabanzas y carantoñas infinitas hacia lXs votantes. En su afán de ganar aedeptxs, lXs candidtXs derrocharán toneladas de zalamería y arrumacos discursivos, jurarán un idilio eterno al que pocXs puedan resistirse.

El oído de los sufragantes es dócil ante la seducción de la valoración y la validación de su relevancia. Sentirse el centro de la democracia, les llena la autoestima, los alienta a acudir a las urnas, es un detonador positivo de que son importantes, que sus decisiones se respetan y que están invirtiendo en un futuro mejor para todXs.

El repertorio del que se echa mano para esta técnica consiste en una andanada de ocurrencias, promesas vacías, frases y hasta firmas notariadas. Prácticamente música, aromas, un camino de rosas a la urna.

La apoteosis suele realizarse en un acto publicitario de despojo y desgarre de vestiduras para que el corazón se muestre con el tatuaje de renuncia al yo para entregarse y pertenecerle al pueblo. (Nada más falta que coincida con el crepúsculo y ya se hizo viral).

¿Cómo te atreves a dudar de mi afecto? Al igual que en las relaciones fallidas, muy tarde la sociedad se dará cuenta que esa pasión y apego ofrecido durante la campaña se desvaneció y que -una vez ocupado el cargo- todo se redujo a indolencia e indiferencia ante sus problemas.

Al pedir resultados, únicamente recibirá negación, excusas, abandono, reparto de culpas y sordera; hasta enojo y recriminaciones. De todos aquellos nobles y grandiosos compromisos que le entregaron cuando buscaban conquistar su voto, solo cenizas hallará.

De la misma manera, los intereses, los grupos, las complicidades, los compromisos con los cuales lXs manipuladorXs sostienen un romance verdadero no saldrán a la luz, se mantendrán a la espera de su próximo contrato, licitación o fraude y sin remordimiento, satisfechos, atiborrados en la corrupción harán mofa de la sociedad engañada (otra vez).

2- Inmolación y autosacrificio. LXs aspirantes a un puesto de elección no dudan en usar el disfraz de mártir con mucha frecuencia. Más de 20 mil cargos se disputan este 2024 en México, lo que implica casi 100 mil candidatXs compitiendo por los votos de 98 millones de electorXs. La mayoría de ellxs (dicen que) lo hacen por su entrega, dejando todo sin buscar nada a cambio (sí claro, ni dudarlo).

Afirman y vociferan que no les interesa el sueldo ni los privilegios, nos repiten hasta el hartazgo que se ofrecen incondicionalmente, están dispuestXs a lanzarse al vacío por la patria solamente por su tremendo altruismo. Son servidores incondicionales a los que les motivan las terribles carencias, la inseguridad, el desempleo, la salud o la educación; nada por ellXs, nada para ellXs.

Con tanto patriotismo es increíble pensar que este país pueda estar dividido o que se use el antagonismo como herramienta proselitista. ¿Para qué competir? si todos tenemos esa meta en común y estamos dispuestos a entregarlo todo por ello, con tan fuerte consenso y unidad en torno a metas superiores ¿por qué tanta discordia? y ¿por qué -si es que no existen ambiciones personales- jamás podrán ponerse de acuerdo cuando se requiere?

Cuando se hace campaña, simular ser inofensivo, ingenuo, accesible y hasta barato reditúan, pues la duda y desconfianza del ciudadano se debilitan cuando parece que no hay nada que ganar ni una recompensa valiosa detrás de una posición política.

Adicionalmente, el votante suele entregarse a la ilusión de que es un alivio que otrXs estén dispuestos a trabajar por nosotros y nos cueste poco. Hasta robar y engañar se justifican cuando se hacen “padeciendo” por el pueblo. LXs manipuladorXs no perderán oportunidad para recordarnos que todo lo han hecho por nuestro bien y que cuestionar o negar su “sufrimiento” es chauvinismo.

La evidencia es el síndrome del impostor aplicado a la vida pública. El que nada hace, el que nada logra, el que nada puede, nada merece ¿De qué sirve bajarse el sueldo si la corrupción sigue imparable y resulta mucho más mordaz, costosa y criminal? Burdo embuste para el que el único antídoto son la racionalidad y el orgullo ciudadano.

Al final lxs manipuladorXs que se victimizan solo buscan ganar la empatía de quienes realmente padecen los problemas sociales simulando las cicatrices, autoflagelándose para fustigar a los electores de que se tiene una deuda con ellXs.   

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