La inteligencia artificial (IA) es y será usada durante campañas electorales, ¿qué se puede hacer al respecto? Es crucial entender la problemática y los retos que se tienen desde la perspectiva del uso de la inteligencia artificial para la desinformación dentro de las campañas electorales.
La inteligencia artificial generativa permite crear contenido nuevo y original, que va desde texto hasta videos o discursos de voz. Lo que distingue este tipo de inteligencia artificial es en aprender a partir de información existente y usar dicha información para generar nuevas creaciones que son sorprendentemente humanas en su apariencia o sonido.
Esto significa que vemos y veremos mucho contenido creado para la desinformación. En un contexto electoral, esto podría traducirse en la difusión de noticias falsas, deepfakes de candidatos o candidatas haciendo declaraciones nunca dichas, o la manipulación de discursos para alterar el mensaje original. Estas acciones no solo engañan al electorado, sino que también pueden influir en la opinión pública.
A nivel global, la regulación de la AI es incipiente. No existe un tratado internacional que regule el uso de la Inteligencia Artificial, aunque existen un conjunto de principios sobre IA que fueron desarrollados por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en 2019 y cuyo propósito es fomentar el uso confiable de la IA y crear un marco de referencia para la protección de los derechos fundamentales y de fomentar un uso ético de tecnologías basadas en IA.
Tecnológicamente hablando, desde una perspectiva forense digital o pericial, existe un gran reto para poder determinar si un contenido fue creado por inteligencia digital o no. La detección de contenido generado por IA es un campo en constante evolución, sin embargo, la carrera entre la creación de contenido falso y su detección es continua. Los avances en la misma tecnología han hecho que el contenido falso es cada vez más difícil de identificar.
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Aunque existen herramientas prometedoras para la detección de este contenido falso, su eficacia está en discusión, ya que no solo se requiere de capacidades tecnológicas avanzadas, sino también de un entendimiento profundo del contexto y la intención detrás del contenido. Esto da pie a la posibilidad de que se tengan posibles falsos positivos/negativos, donde se detecte erróneamente un contenido real como falso o viceversa, lo cual tendría implicaciones legales y sociales importantes.
No es como que se coloque el contenido falso y al dar clic en un programa nos vaya a decir si es falso o no.
Al final, cuando un contenido falso generado por inteligencia artificial generativa llegue ante las autoridades, muy probablemente ya generó el daño o beneficio que se esperaba.
La autoridad no podrá determinar quién generó el contenido falso y probablemente irá en contra de aquellos que compartieron la información, lo cual abre otra área gris, donde también la posible responsabilidad de las redes sociales para brindar herramientas de validación.
Aunque muchos países estarán abordando este tema de la IA, será muy difícil por las limitantes técnicas, la carencia de legislación y formación que se ha mencionado. También veremos que habrá iniciativas de cómo la misma AI será usada para poder tratar de identificar aquel contenido falso que se va creando y cómo puede ser usada la AI para más participación ciudadana y democracia digital.
Es esencial enseñar a las personas a identificar fuentes confiables y a entender cómo funciona la Inteligencia Artificial. Utilizar múltiples fuentes de información y reconocer tácticas de desinformación pueden ser las defensas más efectivas ante esta problemática. Las funciones de los verificadores de información, que incluyen un análisis contextual y un análisis forense digital con expertos, serán de gran importancia para luchar contra la desinformación y desmentir la información falsa.
*Con la ayuda experta del Dr. Cristos Velasco, abogado experto en ciberdelitos e Inteligencia Artificial
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