Lxs votantes acuden a las urnas por motivaciones que -a veces- ni ellXs mismXs pueden explicar, aludiendo a razones como sus demandas, expectativas o la búsqueda de un mejor porvenir.

Sin embargo, los actores políticos suelen capitalizar sus reacciones, manifestaciones emocionales, necesidades inmediatas, opiniones e inclusive sentimientos como la culpa, la envidia y/o el rechazo para ganar sufragios ¿Cómo ejecutar estas estrategias?    

  • La batalla de las etiquetas. Actualmente, la disputa electoral depende más de la anulación del contrario que de la calificación propia. Es decir, en lugar de construir una reputación personal, es más rentable denostar y destruir la de los contrincantes.  

Para ejecutar esta maniobra es imprescindible -mediante estrategias de comunicación- lograr que nuestros adversarios sean percibidos negativamente. En términos de telenovela esto significa apoderarnos a toda costa del papel de “buenX” y adjudicar el rol de “villanX” a los contrarios.

Este juego maniqueo consiste en lograr que los votantes asignen todos los calificativos negativos (corruptos, ladrones, mafiosos) a los opositores e incluso -aunque seamos peores- ya no importa, porque la gente encontró a quien achacarle todos sus males y hemos logrado ponernos de su lado para “salvarlos” de las terribles amenazas que representan.  

Machacar, aplastar, exhibir a otrXs y fomentar que la gente hable mal de ellXs es preferible a contestar cuales son nuestras propuestas e ideas para ejercer un cargo público, que se desgasten nos ayuda a ganar y evita que nos cuestionen, para eso existen las excusas, las exageraciones y la asignación de culpas.  

La receta se completa extrapolándola digitalmente, repitiendo todos los días que esos “demonios” están a la vuelta de la esquina y que no deben llegar al poder, el resto es reforzar este discurso con bots, fans, influencers, “periodistas” y canales pagados. 

  • El monopolio del “pueblo” o el “pueblo” es de quien lo enajena. Llevarse la licencia de exclusividad del electorado es fundamental para la campaña. Los derechos de representación, voz, opinión, decisión y su explotación solo pueden corresponderle a un solo partido, nadie más puede atreverse siquiera a hacer o decir algo en su nombre.

En una asamblea magna atiborrada, el 100% de la sociedad decidió tener un representante exclusivo y designo un ente encarnado para ejecutar su voluntad. A ese extremo hay que llevar la falacia y alucinación generalizada para sostener la división, agudizar el conflicto y sacar provecho mediante la exclusión de una parte de la sociedad y la anulación de la oposición. 

Mientras se nutra la idea de oprimidos contra opresores hay votos que colectar de ese flujo emocional de rabia y resentimientos acumulados. Lo importante es que el ciudadano crea que “alguien” le “arrebato” la casa, el auto, los bienes, el puesto ejecutivo, el Oscar, el premio Nobel, la riqueza y hasta la familia que “le tocaban” del colectivismo nacional y sacarle jugo al tema en las urnas.

  • Alineamiento emocional. Incluir, orientar, sugerir, incidir, sembrar y cultivar actitudes entre lXs cuidadnXs a través de las redes sociales contribuye a ganar en las campañas electorales.

La sola mención de revelaciones, secretos, dolor, indignación, abandono, angustia, incertidumbre, miedo y culpa, pueden generar ondas expansivas de reproducciones, comentarios, alusiones, personalizaciones, discusiones y réplicas que al viralizarse se encargan de disfrazar, matizar y magnificar los mensajes, contenidos y publicaciones de corte proselitista.

El uso táctico de las diversas plataformas es mucho más amplio que cualquier propuesta, proyecto o iniciativa que se ponga en marcha, renta electoralmente mover los likes, seguidores y deditos arriba, aunque tengas que pagar para aumentarlos artificialmente. 

Muy poco de lo que digas o hagas en campañas sirve si pretendes que la gente reflexione, razone, analice y prospecte sus decisiones. La raíz del voto de las mayorías es emocional, visceral, inmediatista es entonces la disputa por sus inclinaciones y tendencias volátiles las que pueden influir en el resultado de la campaña.

Es decir, detonar, encender, agitar el animo y el estado emocional aglutina tendencias, corrientes, comunidades, opiniones e influye en las decisiones a pie de casilla.  

  • Parodias, melodrama y comediantes. Las campañas dehoy son más representación cómica, novelera, cantinera, donde para ganar el voto ya no importa nada. Hacer el ridículo, improvisar, pararse en un escenario sin tener la menor idea de nada puede ser hasta empático, puede caerle bien al elector y puede ser que llegues al cargo casi por casualidad. 

Los políticos de hoy, no les importa encarnar una copia bochornosa, sosa o soporífera de cualquier personaje, llegando al extremo de pasar por mendicantes de sufragios.   

Que nada te detenga, la volatilidad de la opinión pública, la reactividad de las audiencias es tan voluble que a lo mejor la pegas. Ahí están los ejemplos de gobernadores, diputados senadores, alcaldes y tantos “funcionarios” públicos cuya incompetencia e ineptitud es inmensa y siguen echándose a la bolsa tus impuestos impunemente.

Elige tu apodo, piensa en una frase, prepara tu stand up, diseña tu disfraz, lustra tus zapatitos, crea tu “personajito”, prepara tu numerito y quien sabe… ¿ya te viste? Si ellXs llegaron sin merecerlo, cualquiera puede. ¿no conoces de leyes? ¿no puedes ubicar tu municipio en un mapa? ¿tampoco puedes hilar 3 frases? No te preocupes, son meros detalles.

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