En la 54ª Reunión del Foro Económico Mundial, se hizo un importante hincapié en que el mundo se enfrenta a una serie de desafíos sin precedentes y es crucial que las empresas, los gobiernos y la sociedad civil trabajen juntos para encontrar soluciones comunes y tomar medidas decisivas.

Bajo este marco, uno de los ejes temáticos del Foro, estuvo dedicada a la reflexión acerca de la escalada de acontecimientos y fenómenos relacionados con el cambio climático y el calentamiento global y la forma en la que se puede lograr una estrategia a largo plazo que tenga un impacto favorable y sostenible.

Como resultado, se delinearon algunas tendencias que reflejan no solo los cambios en la política y la economía global, sino también un cambio más profundo en la conciencia social y corporativa.

En 2024, la tendencia hacia la divulgación climática obligatoria seguirá cobrando fuerza. Es decir, las organizaciones a nivel mundial serán cada vez más responsables de reportar sus impactos ambientales, especialmente en lo que respecta a las emisiones de gases de efecto invernadero. Una cultura organizacional basada en la transparencia es crucial para que los inversionistas, consumidores y reguladores puedan tomar decisiones informadas. Además, propicia un entorno en el que las empresas se ven motivadas a adoptar prácticas más sostenibles.

En ese contexto, las empresas continuarán adaptando sus modelos de negocio para alinearse con un futuro bajo en carbono. Esto implica no solo reducir su propia huella de carbono, sino también integrar la sostenibilidad en cada aspecto de su operación, desde la cadena de suministro hasta las estrategias de producto y marketing. La innovación sostenible será un motor clave para el crecimiento empresarial a través de una estratégica modificación de los modelos de negocio ya existentes.

Dado que en los últimos años ha aumentado el número de empresas que utiliza el greenwashing, o la práctica de hacer afirmaciones engañosas sobre la sostenibilidad de un producto o servicio, la utilización de esta estrategia será cada vez más vigilado y sancionado. El greenwashing es una práctica poco ética en la que las empresas aparentan ser amables con el medio ambiente en un afán de posicionarse con un mercado objetivo. Sin embargo, los estándares de cumplimiento normativo se fortalecen con el objetivo de generar una mayor conciencia pública. Las empresas deberán demostrar con hechos y datos su compromiso con la sostenibilidad y los órganos reguladores internacionales vigilarán mucho más de cerca estas prácticas para promover una cultura más ética y socialmente responsable.

Aunado a esto, la dimensión social de las políticas ESG corporativas ganará mayor relevancia. Las empresas deberán asegurar que sus prácticas comerciales no solo sean sostenibles desde el punto de vista ambiental, sino también justas y éticas en términos de derechos humanos. Esto incluye todo, desde condiciones de trabajo justas hasta respetar los derechos de las comunidades locales y los pueblos indígenas.

Actuando desde la congruencia, las empresas deberán poner un mayor énfasis en la protección de la biodiversidad y los ecosistemas. Las empresas serán animadas, e incluso obligadas, a considerar el impacto de sus operaciones en la naturaleza, implementando prácticas que promuevan la conservación y la restauración de hábitats naturales como una actividad de fortalecimiento de la participación social en temas que antes se dejaban solo en las manos del gobierno.

Ante estas acciones, se ha planteado la necesidad de ser más escrupulosos con la calidad y precisión de los datos y reportes ESG emitidos por las empresas. Con inversionistas y reguladores exigiendo datos más fiables y comparables, las empresas deberán invertir en sistemas robustos de recopilación y análisis de datos. La integridad y transparencia en el reporte ESG serán esenciales para ganar la confianza de los stakeholders.

En un mundo sumamente polarizado, es urgente ver un aumento en la colaboración entre empresas, gobiernos y ONGs para abordar desafíos ESG. En lugar de competir, habrá un reconocimiento de que los desafíos globales requieren soluciones cooperativas y esfuerzos conjuntos.

En el contexto de análisis de la última emisión del Foro Económico Mundial, el 2024 se perfila como un año en el que la agenda ESG debe ser más integral, impulsada por una mayor regulación, una conciencia social más profunda y la necesidad imperativa de actuar frente a los retos ambientales y sociales globales. Las empresas que se adelanten y abracen estas tendencias no solo estarán contribuyendo a un mundo más sostenible, sino que también se posicionarán favorablemente en un mercado cada vez más consciente y exigente.

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