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Estas son las 30 promesas de los negocios 2024
Esta revolución no se vislumbra como un reto fácil, pero puede ser la oportunidad para que tu organización se instale de forma definitiva en la era digital.   La tecnología es un habilitador para las personas. En este espacio hemos hablado ya de cómo ésta da pero también quita, brinda conectividad pero resta privacidad, por citar tan sólo un ejemplo. Sin embargo, poco hemos abordado el ámbito global: las empresas, los países y la economía. ¿Cómo afecta este binomio de toma y daca a gran escala? La tecnología ya cuenta con una revolución en su haber: la revolución tecnológica. Esto no es poca cosa considerando que no se detiene y, a la par, detona miles de batallas. De hecho, el impacto a nivel global se perfila de grandes magnitudes; no por nada los líderes políticos y empresariales del mundo discutieron el tema en la última convención en Davos, Suiza: la llamada Cuarta Revolución Industrial. Ésta implica la masificación de la tecnología a nivel industrial, conectando las cosas como vía de automatización. Contempla la sustitución total de la mano de obra y de cualquier intervención humana, por el uso de drones, inteligencia artificial, realidad virtual e impresión 3D. El internet aplicado a cada entorno, proceso, actividad y sector. Desde contar los pasos que uno camina y la entrega de mercancía a través de drones, hasta la operación virtual de plantas de producción que reduzca de forma significativa el uso del espacio físico (inventarios) y de personal. Lo que los especialistas llaman el internet de las cosas (IoT).   Tres aspectos clave La tecnología es un habilitador de la economía y de las organizaciones. Sin embargo, saber capitalizarlo es el reto. La Cuarta Revolución Industrial es una oportunidad, que si bien no se vislumbra del todo fácil, puede significar la clave para instalarse de forma definitiva en la era digital. Algunas claves para subirse a esta ola de innovación se basan en tres ejes principales:
  1. Desarrollo de habilidades El Foro Económico Mundial estima la pérdida de 7.1 millones de empleos en los próximos cinco años en las principales economías del mundo. Sin embargo, esta baja de empleos trae consigo la apertura de 2 millones de plazas nuevas que requerirán personas con diferentes habilidades. Sector público y privado deben apelar al cambio de manera urgente, iniciando por fomentar en las personas las habilidades que el mismo Foro recomienda: la resolución de problemas complejos, la capacidad de pensamiento crítico y la creatividad. El reto, por parte del gobierno, radica en romper con los esquemas tradicionales de educación, y en el ámbito empresarial, modificar los esquemas de contratación y capacitación.
  2. Cultura digital empresarial Por muy lejano que parezca, las tecnologías antes mencionadas son una realidad. La cultura digital implica romper los mitos de accesibilidad, costos y seguridad de ésta. Se debe propiciar un ambiente de confianza para invertir en la tecnología. Esto sólo se logra a través de la información; de la implementación de prácticas exitosas a nivel mundial; de un cambio de pensamiento orientado hacia la evolución a través de la innovación. Las empresas necesitan certezas para operar, y la explosión de información, los mitos y los servicios de mala calidad generan cierto hermetismo; además, la operación cotidiana parece ser una barrera o un pretexto para la innovación. Hoy en día, el cambio es la única constante en las organizaciones. No usar tecnología no es sinónimo de que ésta no avance, es sinónimo de rezago y falta de competitividad.
  3. La masificación de la tecnología de punta La masificación de la tecnología es un factor que la vuelve accesible. Los grandes inventos comienzan como una serie de experimentos aplicables a grandes encomiendas; a partir de la comprobación, su uso comienza a masificarse. Para que la interconexión y automatización que promete la Cuarta Revolución Industria no nos alcance, el gobierno y las empresas deben adentrarse en el mundo de la alta tecnología. De esta forma, su proliferación se verá acelerada. Esto, sin duda, va de la mano con el punto anterior: si no existe una cultura que propicie de manera certera el uso de la tecnología, ésta no llegará –al menos en los países en vías de desarrollo– a la masificación. La dependencia de las grandes potencias se volverá eterna.
Estamos ante una revolución que demanda innovación, y la única forma de ganarla es así: innovando.   Contacto: Twitter: @SoyYoLucy Semántik   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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