El culto a Miguel Herrera se ha vuelto “redsociológico”, y se refleja mediante los memes, que ahora son una forma popular de analizar la figura del director técnico.     Por Mercedes Escudero Carmona   A Miguel Herrera hay que pensarlo más allá de que es técnico de la selección nacional. Quizá haya que pensarlo transversalmente, más allá también de un fenómeno mediático. Pensarlo, quizá, como un impacto que, fuera del culturalismo, lo catapulta como un hombre que hoy potencia su imagen, no sólo por dirigir a una selección de futbol como la mexicana, sino por todo lo que habla, hace y decide. Hoy, las redes sociales plantean una diversidad de opiniones; millones de éstas actúan bajo el influjo de las acciones de este estratega que a los ojos del mundo resulta “cantinflesco”, como lo describe el periódico El País de España. Ser un personaje mediático y ahora “redsocializado” mantiene a Herrera como un ídolo entre muchas personas que no sólo ven en él su capacidad para dirigir a un grupo de jugadores que por su parte también son ídolos, sino porque su propio carácter lo hace simpático para la mayoría de la población, y porque, ahora sí, su figura llega de manera más horizontal a los distintos públicos que la selección mexicana de futbol tiene. Muchos de los ritos cotidianos que estos públicos (más de 21, de acuerdo con un estudio del área de investigación del Departamento de Comunicación de la Universidad Iberoamericana) tienen en torno al Mundial en términos de medios de comunicación y redes sociales se dan a partir de la figura de Miguel Herrera. Una clásica del futbol dice: “Un técnico mediático le quita presión a sus jugadores.” Eso en el balompié se vuelve una máxima por la ritualización que muchas personas ligadas a ese deporte hacen de los mensajes surgidos del sentido común que el periodismo deportivo se empeña en construir. Herrera no es ajeno a eso y lo toma como parte de su responsabilidad. Y si ello, aunque no lo sepa, le sirve de estrategia de comunicación y manejo de crisis, pues lo va a seguir utilizando. Desde la sociología, Alexis de Tocqueville entiende a la multitud como la clave para construir la democracia moderna (Barbero: 1997, 176). Desde el humanismo de Ortega y Gasset, la comunicación de masas proviene de los factores culturales que envuelven a los individuos en la sociedad (Barbero: 1997, 189). Esos dos factores son los que mantienen a Miguel Herrera como una figura fundamental en los estudios de masas. Primero porque, como fenómeno mediático, el Mundial de futbol es el megaevento más importante del planeta Tierra, que hoy se potencia por las redes sociales. Las opiniones son más democráticas. Si bien es cierto que sobre todo la televisión es el vector de comunicación que masifica y globaliza este acontecimiento, las redes sociales están siendo definitorias para marcar el ritmo de la opinión pública. Miguel Herrera, por lo tanto, es un producto de la cultura popular y de masas, siendo potenciado por éstas por medio de las opiniones horizontales vertidas en estos nuevos medios de comunicación. El culto a Miguel Herrera se ha vuelto “redsociológico”, y se refleja mediante los memes que ahora son una forma popular de analizar la figura del director técnico desde lo popular. Y ahora es lo popular lo que la televisión y los periódicos reproducen, y ya no al revés. La opinión pública se está midiendo por medio de memes. No en balde el técnico del Tri (aunque se enoje Alex Lora) es ahora un poderoso vector de comunicación Tri-dimensional, porque su presencia está en los medios, en las redes sociales y, por supuesto, en el mando del equipo que dirige. Es un culto que alcanza liturgia mediática en 360 grados. Una mediación que se ve, escucha y adora desde y por todos los ángulos posibles de la comunicación de masas.   La maestra Mercedes Escudero Carmona es académica del Departamento de Comunicación de la Universidad Iberoamericana.     Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @PrensaIbero Página web: Ibero Ciudad de México)     Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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