A lo largo de la historia de la humanidad, hemos podido apreciar que las guerras siempre dejan consecuencias graves, no solo en la pérdida de vidas, también en la pérdida de la moral, del ánimo y de la confianza, historias que dejan marcadas a familias enteras, ofensas que tardan generaciones en sanar, heridas que nunca cerrarán.

A lo largo de mi vida me he interesado por diversos pasajes de la historia y muy especialmente he dedicado tiempo a estudiar la segunda guerra mundial; ahora en la pandemia, por casi año y medio me puse a leer diariamente sobre un conflicto bélico, del cual, al día de hoy, no logro obtener un balance objetivo de lo que realmente arrojó ese episodio para la humanidad. Se puede analizar desde muchos puntos de vista: la conquista de territorios, la generación de utilidades económicas, el enriquecimiento del ego para muchos de sus actores, la lucidez, ecuanimidad y visión estratégica de muchos otros, el surgimiento de líderes buenos y de otros muy malos, pero sin lugar a duda, el participar en una guerra ha dejado una gran estela de dolor permanente e histórica en el corazón de las familias que vivieron esa época y puedo asegurar que permanece lo mismo en vencedores que vencidos.

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Hoy nos entristece saber que en pleno siglo XXI estalla una guerra que nos llena de terror y la apreciamos de manera distinta por la inmediatez de las redes sociales, por el uso de nuevas tecnologías que permiten el acceso a la información en tiempo real, pero también en el fondo nos llena de miedo que, gracias a la tecnología, el poder y la evolución del armamento no tiene comparación alguna con otro momento de la historia.

Y usted dirá amable lector, en qué nos afecta una guerra si eso está sucediendo a 10,779 km; pues, aunque usted no lo crea estamos a tan solo 11 horas 58 minutos en avión, volando a una velocidad crucero de 900 km/h, con esto deseo ejemplificar que no somos ajenos a lo que pase allá. El conflicto entre Rusia y Ucrania se dará a través de un impacto financiero que comenzaremos a ver en el aumento del precio de las materias primas, así como un engañoso escenario de  beneficios para Pemex (por aumento en precios del petróleo) pero afectando las finanzas públicas por un mayor subsidio a la gasolina, es decir, la interpretación puede ser de felicidad al ver que el precio del petróleo sube y que México por ser un país exportador ganará mucho más dinero, sí pero también las medidas de subsidio al precio de las gasolinas obligará a invertir gran cantidad de recurso, no solo eso, una guerra impacta de manera global a las economías y ese nerviosismo mundial permanecerá tanto como dure el conflicto.

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Si bien algunos analistas consideran que el tamaño de la economía de Ucrania e incluso de Rusia, no son lo suficientemente grandes en términos de comercio y de flujos financieros como para que tengan una gran repercusión, los hace suponer que economías como las nuestras difícilmente se verían seriamente impactadas. Una guerra no respeta criterios macroeconómicos, una guerra representa la oportunidad para muchos de generar más caos y sin lugar a duda, como en el caso de la pandemia, es el pretexto perfecto para colgar milagros adicionales y utilizar el tema para esconder resultados estratégicos e incapacidades de crecimiento y gobernabilidad.

Este 23 de febrero el presidente de Rusia, Vladimir Putin, ordenó a su ejército invadir Ucrania para apoderarse de las ciudades de Donetsk y Lugansk, ya que considera que ese territorio es parte de su nación.

Al día 24 de febrero, el precio del petróleo superó los 105 dólares por barril, lo cual significa que, en el último mes y medio, cuando Rusia ya había comenzado a desplegar a su ejército, el costo del petróleo creció 30%; esto es solo un ejemplo de lo que enfrentaremos.

El costo del gas natural también ha tenido un incremento del 40%, mientras que los precios de metales como el oro, el aluminio, el cobre y el níquel también se han disparado, según reportes de economistas especializados.

No nos extrañe que en México el gas tienda a subir, así como alimentos y toda la cadena que se ve inmersa en la producción y distribución de artículos de consumo.

Ahora bien, recordemos que en la actualidad las guerras se realizan de diferente manera y en muchos otros escenarios; ya no son necesariamente hombre a hombre y cuerpo a cuerpo. Tenemos como ejemplo la guerra entre Estados Unidos y China, la cual es comercial y tecnológica; por ello el anuncio de los embargos entre los países del conflicto son los que impactarán fuertemente en las cadenas de suministro y sin duda en las economías del mundo en general.

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Creador de diversos canales de televisión para la industria de televisión por cable. En los últimos años ha dirigido medios de comunicación como Radio y Televisión de Guanajuato, Canal Once del Instituto Politécnico Nacional y PCTV.*

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