Por Yvette Mucharraz y Cano y Karla Cuilty Esquivel

De acuerdo con el INEGI, aproximadamente 41% de las madres en México forman parte de la fuerza laboral, la mayoría de ellas son empleadas (63%) mientras que 29% trabajan por cuenta propia o son patronas. Todas ellas comparten un papel esencial en la evolución sana de sus hijos e hijas tanto en la infancia como en la adolescencia y por esto requieren una infraestructura de cuidado adecuada a sus necesidades.

Los hijos son un motor que suele incentivar las actividades empresariales o profesionales de la mujer, especialmente en aquellas que son cabeza de familia, las cuales representan una tercera parte de los hogares en México de acuerdo con el INEGI (2020). Sin embargo, una barrera común que lleva a las mujeres a tomar la decisión de salir del mercado laboral cuando son madres se encuentra en la falta de apoyo para el cuidado infantil y adolescente.

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Los horarios laborales y escolares no están sincronizados. Las empresas tienen jornadas de 40 a 48 horas semanales (en ocasiones incluyendo fines de semana) sin considerar el tiempo extraordinario, mientras que las escuelas están disponibles por solo seis horas o menos y los sábados no reciben a los estudiantes, así como durante los periodos vacacionales.

Las madres trabajadoras suelen optar por solicitar el apoyo de parientes o amistades cercanas para poder continuar con sus labores profesionales, o bien buscan estancias infantiles que recojan a sus hijos y les brinden alimentación. En este sentido, la adolescencia es un periodo complicado para las madres al carecer de espacios convenientes para el cuidado y seguimiento de los jóvenes, que ya no están en edad de entrar a una estancia y hay menor control respecto a sus actividades extracurriculares. En otros casos, prefieren dejar a sus hijos adolescentes solos en casa, generándoles estrés y pudiendo afectar su productividad.

Las condiciones de inseguridad, así como los riesgos latentes asociados con la dificultad para el seguimiento a los jóvenes complican el escenario, dificultando su desarrollo óptimo y con implicaciones para la familia, para el desempeño laboral y para la sociedad en su conjunto cuando se ve el impacto en el largo plazo. Algunas madres y padres que tienen la posibilidad económica seleccionan a una persona cuidadora en casa que sin duda no tiene el nivel de autoridad de los padres; y aun cuando este esquema suele ser costoso, otorga al menos algún apoyo.

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La investigación de Arpino y Luppi de 2020 realizada en Australia, indica que las madres suelen tener mayor satisfacción laboral cuando realizan un pago por el cuidado de sus hijos sobre aquellas que no incurren en gastos económicos. Las madres y padres prefieren pagar porque perciben un cuidado infantil de mayor calidad en comparación con el que brindaría algún pariente o amigo, aunque sea sin costo. Este estudio encontró que la combinación entre diferentes esquemas de cuidado pagados y no pagados podría conducir a una reducción en los conflictos familia-trabajo y mayor balance de vida.

Las empresas están comenzando a analizar el tema del cuidado infantil y adolescente desde una nueva perspectiva para atraer y mantener el talento femenino. Desde antes de la pandemia, las medidas de conciliación familia-trabajo, los horarios flexibles y los servicios asistenciales de cuidado eran los más valorados por los empleados. Las marcas de atracción de talento tipo “family-friendly” han logrado mantener o integrar con éxito a madres de alto desempeño sin tener que invertir en mayores sueldos o bonos. El salario emocional cada día es más apreciado por los empleados, para quienes la armonización entre su vida profesional y familiar cada vez tiene mayor importancia.

Por otro lado, el periodo de confinamiento permitió a las empresas observar que es posible generar resultados cuando se trabaja por objetivos y al mismo tiempo respetar la vida familiar de sus empleados. La reducción de los costos de viaje y el beneficio por la eliminación de tiempos de traslado, también se tradujeron en un incremento en la productividad, por lo que, en el periodo posterior al confinamiento, es el momento de aprovechar y maximizarlos.

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Los esquemas de home-office o híbridos han mostrado ser exitosos y las empresas vanguardistas están habilitando espacios laborales que facilitan la interacción entre el mundo presencial y el virtual.  Esta condición abre la puerta a una mayor incorporación de madres al mercado laboral, a aquellas que, bajo otras circunstancias, les sería difícil que formaran parte de una empresa.

Las madres y padres trabajadores tienden a tener un mayor compromiso y agradecimiento con la empresa que les facilita un desempeño familiar, personal y profesional equilibrado.

Las empresas cada día cuentan con mayores recursos tecnológicos para hacer posible una armonización trabajo-familia en sus empleados. Un esfuerzo conjunto entre empresa y empleados conducirá a mayores beneficios para ambos.

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Yvette Mucharraz y Cano es directora del Centro de Investigación de la Mujer en la Alta Dirección del IPADE Business School.

Karla Cuilty Esquivel, Investigadora Sénior Centro de Investigación de la Mujer en la Alta Dirección

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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