Por Eduardo Valcárcel* La comunidad empresarial dominicana y la sociedad en general vio con sorpresa los resultados del Índice de Competitividad Global (ICG) para el periodo 2017-2018, donde el país descendió unos 12 puestos, producto de la deficiencia, mayormente, en las áreas de servicios básicos. El Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) define la competitividad como el conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel de productividad de un país, hechos que tienden a conducir al crecimiento, mayores ingresos y bienestar general, producto de economías basadas en los principios de sustentabilidad e inclusión. La entidad multilateral que, en los últimos 38 años, ha medido el nivel de competitividad de los países anualmente en un informe basado en el Índice ICG (un instrumento introducido por el propio Foro en 2005), divide en 12 los pilares que inciden en la capacidad de una empresa para operar en un destino específico, y son determinados tras hacer las evaluaciones con datos nacionales y encuestas a ejecutivos de los países en cuestión. Estos 12 pilares se agrupan en: instituciones, infraestructuras, entorno macroeconómico, sanidad y enseñanza primaria, enseñanza secundaria y formación, eficiencia del mercado de bienes, eficiencia del mercado laboral, desarrollo del mercado financiero, preparación tecnológica, tamaño del mercado, sofisticación empresarial e innovación. A modo general, en los últimos 10 años se destacan tres áreas concretas de mayor preocupación. Según el organismo, los temas rondan los relacionados con el sistema financiero, con niveles de robustez económica aún en recuperación por la crisis de 2007; también al grado de flexibilidad en el mercado de trabajo en torno a la protección adecuada de los derechos de los trabajadores; y, finalmente, al desequilibrio entre las inversiones en tecnología y los esfuerzos por fomentar su incorporación al grueso de la economía. Posición de República Dominicana En el último “Informe anual de competitividad”, República Dominicana se ubicó en el lugar 104, entre las 137 naciones analizadas, donde anteriormente alcanzaba el puesto 92. De acuerdo con este reporte, entre los factores generales que más afectan la competitividad dominicana destacan la corrupción, la ineficiencia de la burocracia gubernamental, las tasas de impuestos, una inadecuada educación de la fuerza laboral y el crimen. Es clave prestar atención a pilares como el alto costo de los negocios por concepto de la violencia y el crimen, así como por el malestar que provocan las regulaciones gubernamentales, la ineficiencia en el uso y desvío de los fondos públicos y la falta de independencia del poder judicial. Otro indicador que representa una alarma para los ejecutivos entrevistados y organismos internacionales que participaron del ICG fue en el pilar de la eficiencia laboral, liderada por los temas en relación salario-productividad, prácticas de contratación-despido y la duplicidad en costos laborales. Otros factores que influyen en la caída de la puntuación son: la calidad de la educación primaria, que mejora respecto a 2016 (mas el resultado no es tan favorable), y la calidad del servicio eléctrico. A pesar de estos resultados, desde mediados de 2017 se ha tomado más conciencia sobre el tema, se ha definido una estrategia y la competitividad recuperara el sitial que ocupó a finales de los 1990, cuando fuimos un país líder en la región en torno a la creación de un Consejo Nacional de Competitividad. Panorama global De acuerdo con los investigadores del WEF, el Informe “surge en un momento en que la economía mundial ha comenzado a mostrar signos de recuperación; y, sin embargo, los responsables políticos y empresariales están preocupados por las perspectivas de crecimiento económico futuro”. Sostienen que, tanto los gobiernos como las empresas y los individuos, experimentan altos niveles de incertidumbre a medida que avanza la tecnología, con la inminente Cuarta Revolución Industrial a cargo de robots que, se prevé, realizarán las funciones del humano. Y las fuerzas geopolíticas, con el incremento de la extrema derecha en países donde se situaban ideas progresistas, remodelan el orden político-económico que ha sustentado las relaciones internacionales y la política económica durante los últimos 25 años. *Eduardo Valcárcel es Managing Director de Newlink.   Contacto: Correo: [email protected] Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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