Por Sofia Calderón* Mientras muchos empleadores nos enfrentamos día a día con el reto de cubrir vacantes en nuestras empresas, millones de jóvenes alrededor del mundo están desempleados. Sin duda, una paradoja que nos está imponiendo la reconfiguración de nuevos perfiles de trabajo y que pone en evidencia la disonancia entre las necesidades de los empleadores y las habilidades actuales de nuestros jóvenes. Un reciente estudio de Deloitte nos muestra que la realidad es una para los 1,800 millones de jóvenes que hoy tienen entre 15 y 29 años, pues esta Cuarta Revolución Industrial trae consigo una serie de desafíos en función de la preparación y consolidación de un perfil apetecible, versátil y demandado en el mercado, esto sin importar la modalidad, sea colaborador o contratista e inclusive emprendedor. Mientras los datos globales para el 2013 reflejaban tasas de desempleo cercanas al 13%, o sea cerca de unos 70 millones de jóvenes alrededor del mundo sin empleo, en Latinoamérica y el Caribe, la tasa de desempleo de nuestros jóvenes rondaba el 16% en el 2015. Un estudio inédito de la OIT evidencia que la realidad Centroamericana y de República Dominicana no es mejor, pues pese a que la población de 15 a 24 años representa menos de una cuarta parte del total de la Población Económicamente Activa (PEA), este grupo concentra entre el 40% y 67% del desempleo. Cifras son cifras, pero quizás lo más alarmante ante esta coyuntura es que nuestros jóvenes realmente no se sienten preparados para acceder a los trabajos que aspiran y mucho menos a los trabajos del futuro. El estudio con este grupo etario nos indicó que más de la mitad de los jóvenes no ha escuchado de la Cuarta Revolución Industrial mientras que un 39% de la muestra asegura que la educación formal no los preparó para los trabajos a los cuales quieren acceder hoy. Ante este panorama más del 80% de nuestros jóvenes nos refieren que están desarrollando habilidades fuera de la educación formal de cara el cierre de brechas que les trasmiten sus potenciales empleadores. Mucho hemos conversado de las habilidades requeridas para in insertarse a la industria 4.0, pero lo cierto es que el esfuerzo ha sido insuficiente en impulsar una estrategia colaborativa entre los distintos actores claves, entiéndase empresas, sector educativo y las políticas públicas de los gobiernos en nuestra región. Mientras como empleadores hemos evidenciado la importancia en el desarrollo de las habilidades humanas esenciales como la creatividad, la resolución a problemas complejos, la comunicación y el pensamiento crítico y habilidades SEL, la mayoría de los sistemas educativos de nuestra región sigue enfocado en cerrar brechas identificadas décadas atrás y las políticas públicas sin enmarcar acciones para virar la atención a los nuevos retos de la industria 4.0. En la región ya algunos informes en políticas docentes nos advierten que, aunque han existido mejoras en indicadores de cobertura geográfica, la calidad y los logros a través del aprendizaje no avanzan en gran escala de hecho evidencian grandes carencias en habilidades para resolución de problemas, relaciones causa efecto y dominio básico de matemáticas para los estudiantes de segundo ciclo. Aunado a esto también es inminente que los ambientes de aprendizaje de nuestros países arrastran fuertes rezagos en infraestructura y equipamiento. Con este panorama resulta urgente analizar qué estamos haciendo para incorporar en la nueva currícula las necesidades en habilidades blancas y técnicas de los empleadores en nuestros territorios. Aprender de regiones con camino recorrido es vital, por ejemplo, el sistema educativo de Filipinas denominado K to 12 incorpora interesantes elementos de aprendizaje desde edades muy tempranas, la dinámica es exponer a los estudiantes a elementos asociados a valores, múltiples lenguas, ambiente, cambio climático, información y tecnología, a través de discusiones y análisis crítico, en décimo año pueden optar por una certificación de carácter técnico TVET ósea un técnico vocacional que los habilita a nivel nacional a desempeñarse en áreas de interés y necesidad para la comunidad como agricultura tecnificada, electrónica y comercio. El éxito de este y muchos otros programas que han sido reestructurados es que cada estudiante egresa con habilidades técnicas, sociales y cognitivas relevantes que le permite proyectarse en su comunidad, el mercado laboral e inclusive vida en general. *Socia de Consultoría para CA y RD Deloitte   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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