- La capacidad de una ciudad de generar inversión productiva, medida por la formación bruta de capital fijo y la inversión extranjera directa.
- La capacidad de generar y retener talento, medido por el desempeño educativo y la tasa de patentes.
Construir urbes con economías competitivas (I)
El crecimiento económico tan desigual entre las ciudades mexicanas nos obliga a reconcebir el papel y modelo de nuestras metrópolis. Aquí te decimos en qué puntos hay que fijarse.
Por Javier Arreola y Carlos Grandet*
En México necesitamos urgentemente ciudades que sean capaces de ver hacia el futuro, que generen prosperidad y bienestar para sus pobladores. Esto implica entender que las ciudades deben ser actores globales y ser capaces de aprovechar el potencial de sus habitantes.
Las ciudades ocupan apenas una pequeña parte del territorio nacional, pero setenta de ellas “albergan 62% de la población nacional, generan 76% del PIB y concentran 90% de la inversión fija bruta.” Así, las ciudades dominan porque concentran “las redes de empresas innovadoras, trabajadores talentosos, emprendedores arriesgados e instituciones y asociaciones de apoyo” que producen desempeños económicos relevantes.
Querétaro y Guadalajara, por poner dos ejemplos, continuamente producen noticias sobre la creación de nuevas empresas altamente especializadas, en el sector aeronáutico o el de tecnologías de la información, respectivamente. Desgraciadamente, en México esto suele ser más la excepción que la regla: muchas ciudades se han quedado atrás y necesitan urgentemente replantear su modelo de desarrollo.
México es una nación profundamente desigual y esto se refleja también en la evolución heterogénea de sus ciudades. ¿Cómo lograr un mejor modelo de desarrollo? Es necesario generar economías competitivas, éstas son economías con un entorno de capital humano preparado y capital e infraestructura disponible para potencializar su desarrollo. Sugerimos a las autoridades y sector privado concentrarse en dos indicadores: