Valora e intenta conseguir lo que es bueno tanto para la familia como para la empresa. El reto es lograr la pasión en equilibrada, para no perder la familia por la empresa, ni la empresa por la familia.

Dice el dicho: “Tanto amó el diablo a su hijo que hasta le sacó los ojos”. En el amor, como en los negocios, la pasión desmedida trae malos resultados ten presente que a la familia y los negocios ni todo el amor ni todo el dinero.No hay como la voz popular para ilustrar lo que Stephen Webster llama la paradoja empresarial, es decir, el mismo elemento que lleva a alguien a iniciar un negocio es el que termina destruyéndolo.

En mi vida profesional he experimentado como una gran cantidad de visionarios emprendedores confía en una idea que lo impulsa a moverse hasta convertirla en un negocio en marcha. También me ha tocado estar del lado de quienes necesitan consejo para aterrizar un anhelo, de empresarios que desean correr un riesgo para convertir una fantasía en algo concreto y, por supuesto, he tenido la oportunidad de apoyarlos a formar o consolidar su empresa familiar. 

Cuando tenemos en cuenta, la definición de la paradoja, podemos encontrar términos tales como contradicciones, antinomias e ideas opuestas. Así pues, en el campo semántico de los negocios existen ciertas paradojas, particularmente aquellas en las que se enfrentan la familia y el negocio como tal. Mencionado esto, en vez de tener que elegir entre la familia y la empresa, es preciso argumentar que las empresas y empresarios familiares pueden, conscientemente, gestionar y con el tiempo sintetizar este tipo de contradicciones. De tal naturaleza en que la empresa adquirirá ventajas competitivas y estratégicas al largo plazo y esto se reflejará en el compromiso constante de su continuidad.

En la actualidad, existen diversos tipos de paradojas en las empresas familiares, desde la sinergia entre generaciones de la familia, tradiciones, hasta la difícil decisión de priorizar y escoger entre la empresa y la familia.

El común denominador de los fundadores de empresas familiares es una pasión que les sirve de resorte para concretar sus ideas. Tienen esa luz que les permite ver ventanas de oportunidad que otros pasamos por alto. Son personas que creen con determinación en sus proyectos y, en un momento determinado, son capaces de huir de su zona de confort con tal de perseguir sus sueños y hacerlos realidad. Están tan seguros de lo que traen entre manos que abandonan la comodidad de un sueldo seguro o de una carrera ejecutiva ascendente, que ponen en juego ahorros y demuestran tal entusiasmo que son capaces de convencer a otros para que se sumen. Sin embargo, también es necesario tener presente la reflexión de Blaise Pascal que señala Dos excesos: excluir la razón, no admitir más que la razón”.

En su centro, el arte de manejar un negocio familiar exitoso significa saber enfrentar las paradojas inherentes de este tipo de empresas. Es muy fácil decir que la respuesta radica en manejar perfectamente la mezcla familia-empresa. El sistema de una y otra entidad está compuesto de diferentes normas, creencias y valores, lo que significa que enfrentan conflictos de manera diferente. 

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Es tan contagiosa la fe y confianza que los empresarios familiares tienen a sus proyectos que varias personas entre proveedores, financieros, posibles socios… los apoyan y se muestran deseosos por participar y por no quedarse fuera del proyecto y de tener una relación de negocios con ellos. Los clientes llegan atraídos por el placer de ver satisfechas sus necesidades y seducidos en el círculo virtuoso se pone en marcha. Ése es el lado positivo de la pasión empresarial. Ése que lleva a propios y extraños a creer y a tener esperanza en algo que aún no pueden ver. Pero, como casi todo en la vida, la pasión tiene dos lados.

Esta pasión que lleva a levar anclas e izar velas para adentrarse en el mundo empresarial es la misma que puede hundir negocios. El lado negativo es este ensueño que ciega a los fundadores de la empresa familiar y los lleva a la cúspide de la autosuficiencia y los conduce a tomar malas decisiones en los peores momentos. Es convertirse en Ulises embriagado por el canto de las sirenas. El entusiasmo desmedido combinado con la falta de análisis y de evaluación de riesgos se convierte en la maldición del cuento que mata a la gallina de los huevos de oro; es lo que lleva a las empresas familiares a su cierre anticipado.

El primer signo de que la pasión empresarial se está encaminando al lado incorrecto es cuando la impaciencia es el principal motor que impulsa un proyecto o un nuevo negocio. Si los autores de la idea están tan embelesados que demuestran un optimismo exacerbado y son incapaces de evaluar las debilidades y los riesgos, algo anda mal. Otra señal es tratar de ser el hombre orquesta del proyecto. El amor por sus hijos y el apasionamiento los lleva a creer que, si no son ellos o sus hijos los que están a cargo de cada tramo de decisión, de cada momento operativo, entonces las cosas saldrán mal. En consecuencia, son incapaces de delegar o de administrar adecuadamente el tiempo, creando cuellos de botella que terminan asfixiándolos.

Otra paradoja importante en el ámbito familia-empresa, refleja principalmente la inclinación por la tradición (costumbres) o por el cambio entre generaciones. Las familias empresarias invierten generaciones de sudor y lágrimas para alcanzar un óptimo desarrollo y crecimiento. A medida que buscan combinar satisfactoriamente el amor de la familia con el motivo de la rentabilidad de la empresa, la familia enfrentará el dilema que se plantea entre seguir haciendo las cosas como se han venido haciendo desde el principio o enfrentar un cambio, que parece radical para los fundadores, en la manera de operar o de gestionar el negocio. El peor foco de alarma es cuando un fundador no es capaz de planear o imaginar lo que sucedería si el sucesor de la dirección de la empresa no es de la familia. Al no existir un plan alternativo, al no prefigurar líneas de acción de reemplazo, el riesgo aumenta. En caso de presentarse desviaciones, no hay una forma suave de corregirlas. Entonces comienzan los palos de ciego, las decisiones precipitadas, los movimientos exagerados, que una empresa familiar por muy sana que se encuentre financieramente no soporta y en muchas ocasiones muere o tiene que ser vendida prematuramente en el afán de no perder todo el patrimonio.

Por lo anterior, es necesario que los fundadores y sus familias comprendan y aprecien sus raíces, y que de la misma manera se vuelvan sujetos de la comprensión del ambiente externo del negocio, de las amenazas y oportunidades que les permitirán la continuidad del legado familiar, el crecimiento de la utilidad y sobre todo la adquisición de la experiencia. Se trata de lograr una armonía que envuelva términos de confianza, integridad, entre el bienestar de los colaboradores, así como la absorción de los desarrollos más modernos.

En el mundo de los negocios, la pasión es un valor mágico que echa a andar la rueda de la rentabilidad, sólo si está sustentada en un buen análisis y basada en hipótesis correctas y en escenarios que den cabida a cursos alternos de acción. Steve Jobs lo dijo de forma espléndida: “Sigue tu corazón, pero verifica la ruta con la cabeza.”

Sin duda, la pasión es el motor que lleva a perseguir sueños y concretar ideas. Sin embargo, debemos tener cuidado de que ese valor que le damos a nuestras emociones no nos nuble la visión que nos permita ver y tomar las decisiones adecuadas para permitir la empresa cumpla con su misión y la familia también reciba de manera correcta los frutos de su inversión en el proyecto empresarial. En la vida como en los negocios hay que hacer como dice el dicho: “El corazón ardiente y la cabeza fría”; por algo es sabiduría popular. 

Para ir más allá de la confusión de la complejidad de los negocios familiares, los empresarios deben abandonar la búsqueda constante por lo inmediatamente práctico y, paradójicamente, comenzar a entender las ideas y valores subyacentes que han formado el mundo en el que trabajan. Encontrar un equilibrio en la relación familia-empresa será el éxito del negocio familiar y la conservación de la tan anhelada unidad y armonía familiar.  Hay que tener presente que “Una emotividad alta que no permite a sus directivos alcanzar las decisiones correctas para el crecimiento empresarial.

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