“Yo necesito pocas cosas y lo poco que necesito, lo necesito poco”. San Francisco de Asís

¿Te has hecho y contestado estas preguntas?

¿Qué es para ti la riqueza?

¿Estás contento con lo tienes y con lo que has logrado?

¿Vives feliz?

¿Ya lograste tu propósito de vida?

¿Has revisado cuáles realmente son tus necesidades y cuáles son lujos o caprichos?

Todas estas preguntas y respuestas alguna vez me las he planteado en mi vida y como resultado de mi búsqueda quiero compartir estas reflexiones, que tratan de definir mi concepto de riqueza, reconociendo que cada quien puede tener el suyo propio y diferir o no estar de acuerdo con el mismo en función de su plan de vida y valores personales.

Estar contentos con lo que tenemos, es ser ricos; saber pasarla sin lo que deseamos, es ser poderosos.

El bienestar y la riqueza provienen, no de las muchas riquezas, sino de las pocas necesidades.

Hay quienes son felices en la adversidad y quienes son desgraciados en medio de las riquezas. Todo depende de la fortaleza con que unos soportan sus infortunios y del modo que los otros emplean sus riquezas. Alejandro el poderoso vivió descontento porque la hiedra no crecía en sus jardines de Babilonia, y forma un notable contraste con Diógenes, el miserable, que hallaron cierto día un ratón dentro de su morral se alegró de saber que no era tan pobre, puesto que había quién se diera un banquete con lo que él dejaba…!

Cuando compramos un pajarillo y nos informamos de lo que necesita, encontramos que sus necesidades son poquísimas; si le damos más de lo que es necesario, enferma y muere. ¿Por qué no aplicamos este principio básico a nosotros mismos? Jamás estimamos las ventajas de una vida sencilla. Para determinar la posibilidad de vivir, fijamos el mínimo de nuestras rentas, honorarios o salario; con menos de eso, calculamos que la vida es imposible. Muchos ha habido que han descendido hasta el suicidio porque sus recursos materiales han bajado del mínimo que se habían trazado. Y ese mínimo que causó su desesperación, pudo ser suficiente para contentar a muchas gentes de pretensiones más humildes. Hace algunos años, la prensa dio la noticia del suicidio de un millonario californiano, quien viendo su fortuna reducida repentinamente a la “miseria” de vida a soportar tal humillación.

Si existe algún rico que viva contento, es porque ha aprendido a estar contento, más no porque sea rico.

Sin duda que el dinero puede contribuir para que alcancemos alguna dicha, pero por esto mismo sólo debemos considerarlo como un medio y no como el fin. Es un error ambicionar el dinero que tal modo que para obtenerlo agotemos nuestra vida. Bajo toda probabilidad, el hombre que trabaja y se afana sin descanso durante los mejores años de su vida, con la esperanza de acumular suficiente dinero para retirarse de los negocios y hacer de sus últimos años un eterno día de fiesta, nunca descansará sino en el sepulcro, al que bajará prematuramente. La naturaleza no puede ser forzada impunemente. El hombre que trabaja demasiado, el que trata de hacer en veinte años el trabajo de cuarenta, encuentra, al fin, que consiguió menos al pretender engañar a la naturaleza.

Es un error gastar nuestro vigor en el exceso de estímulos ambiciosos, para luego agotarnos por exceso de trabajo, por dormir poco, por comer mal, y por no dar a nuestro cuerpo el ejercicio saludable que requiere.

Únicamente debemos buscar el dinero que podamos disfrutar, pues aunque fuéramos mil veces más ricos no podríamos multiplicar en igual proporción nuestras necesidades ni nuestros placeres. Exclusivamente con el dinero no podríamos adquirir talento, afectos, salud, vida, ni tantas otras cosas que deseamos.

Lo que nos hace felices o desgraciados no es la riqueza ni la miseria, sino la imaginación.

La pobreza tiende a promover el éxito; la riqueza, todo lo contrario. Quien lo dude, que se fije en cuán pocos se han elevado siendo ricos y qué multitud de ellos ha caído, y que vea por otra parte cuántos han alcanzado éxito a pesar de su pobreza.

La abundancia atrofia la inventiva y acalla todo esfuerzo. El gato deja de perseguir a los ratones en cuanto se le da abundante carne de comer. Otro tanto sucede con los hombres: con pocas y honorables excepciones, sólo trabajamos “duro”, cuando nos vemos precisados a hacerlo.

Además, las riquezas heredadas, en la mayoría de los casos, vuelven inútiles a sus poseedores; inútiles para sí mismos y para todo el mundo.

“Comienza haciendo lo que es necesario, después lo que es posible y de repente estarás haciendo lo imposible”. San Francisco de Asís

Mientras más vacía tiene el hombre la cabeza, más llenos necesita sus bolsillos.

Tener lo que deseamos, es ser ricos; ser capaces de pasar la vida sin lo que deseamos, es ser poderosos.

Aprendamos, pues, a estar contentos con lo que tengamos. Renunciemos toda ambición irrazonable y sólo busquemos los grandes ideales. Una casa tranquila; unos cuantos libros escogidos, llenos de la inspiración del genio; disfrutar de la música, unos pocos amigos, merecedores de que se les quiera y capaces de apreciarnos; muchos placeres inocentes, que o puedan traernos sufrimientos ni penas; devoción por lo bueno, y una religión sencilla, sin misterios, llena de confianza, amor y esperanza: Esta es la verdadera riqueza. Eres verdaderamente rico cuando puedes tener cosas que el dinero no puede comprar, como es la paz y tranquilidad.

En el progreso del mundo, un día llegará en que no tengamos que depender de muebles lujosos, ricas vajillas, ni costosos decorados. El carácter se enriquecerá tanto en el desarrollo ascendente del mundo, que lo que nos rodee, no importa cuán costoso sea, sólo formará una insignificante porción de los cimientos de nuestra vida.

Que nuestros mejores esfuerzos sean, no para acumular riquezas, sino para ganar independencia.

Mientras más tenemos, más queremos.

Quien tiene mejor asegurado el mañana, es quién más se preocupa por su subsistencia y la de sus descendientes presente y por venir; y es la dama que más trajes tiene la que se desvela pensando qué se pondrá mañana; y el que tiene mejor despensa, quien más se preocupa por lo que comerá al día siguiente.

No debe llamarse rico al que puede quedar pobre al día siguiente por quiebra, incendio, robo o cualquiera otro accidente. Solamente es rico el hombre de carácter; éste lleva sus riquezas consigo y las retendrá aun cuando pierda cuanto objeto material haya poseído.

Los pobres de dinero bien podemos ser millonarios de esperanzas y de fé.

Cierro con un pensamiento de San francisco de Asís: “Comienza haciendo lo que es necesario, después lo que es posible y de repente estarás haciendo lo imposible”. Y con esto obtendrás la riqueza real al obtener la satisfacción del deber cumplido habiendo utilizado todos tus talentos.

Contacto:

Twitter: @mariorizofiscal

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

Sigue la información sobre los negocios y la actualidad en Forbes México

 

Siguientes artículos

tasa-desempleo-México
México crecerá casi 3%: por qué las finanzas públicas lucen muy calientes para 2025
Por

Estos son algunos de los puntos más importantes delineados por el Gobierno de México en materia de finanzas públicas par...