Cuando de empresas familiares hablamos, hay una pregunta incómoda que toda familia empresaria termina por plantearse, tarde o temprano: ¿qué debe considerarse prioridad para la correcta administración del negocio: la empresa o la familia?

Contrario a lo que se cree, esta es una falsa disyuntiva: no se trata de darle más importancia a una o a la otra; ambas entidades funcionan como una simbiosis: sin familia no habría empresa y, sin empresa, no habría patrimonio familiar. Sin embargo, lograr que trabajen juntas en lugar de competir entre sí no es tarea sencilla.

Familia, divino tesoro

Uno de los principales problemas de algunas empresas familiares, por ejemplo, es el caos producido por la intromisión descontrolada de los diferentes miembros de la familia: confusión de roles, conflictos de autoridad, y el típico de dilema de cualquier colaborador: ¿a qué miembro de la familia empresaria hacerle caso cuando te dan instrucciones contradictorias?

Una de las mayores ventajas de laborar en una empresa familiar es que sus integrantes saben que no solo vienen a trabajar de 9 a 5, sino que están aquí para construir juntos un plan de vida, un patrimonio, un bien común. Así, el mayor tesoro de la empresa familiar es precisamente la familia, pues no habrá quién le tenga más amor y lealtad a un proyecto que la familia empresaria.

Según un estudio del Centro de Investigación de Empresas Familiares, de la Universidad de las Américas Puebla, las empresas familiares tienen como principales expectativas la consolidación del negocio y el pasar el control a la siguiente generación exitosamente. Sin embargo, la gran mayoría de las empresas y grupos familiares sobreviven solo hasta la segunda o, en muy pocos casos, a la tercera generación, sobre todo por el surgimiento de conflictos familiares.

Una de las principales razones por las que muere este tipo de empresas es por problemas internos entre parientes. Al tratarse de un proyecto familiar, hay mucho amor y lealtad, pero también las emociones son un desafío: puede haber corajes, envidias, celos, competencias, etc. Trabajamos con nuestros seres queridos y a veces resulta difícil separar el negocio de lo familiar.

Las tablas de la ley de la empresa familiar

En un mundo ideal, lo primero sería establecer estatutos claros que regulen la intervención de todos los miembros de la familia empresaria que colaboren en el negocio familiar. Estamos hablando de roles, responsabilidades y acciones. Esto significa que los familiares involucrados se sientan a platicar acerca de sus deseos, objetivos y expectativas, poniendo las cartas sobre la mesa. De nuevo, lo ideal sería que esto se haga desde el primer día, es decir, desde la constitución misma de la empresa.

Algo que puede ayudar de manera radical a lograr lo anterior es redactar lo que se conoce como un protocolo familiar, un documento que la misma familia empresaria redacta, en el cual no solo se contemplan roles y responsabilidades en general, sino los diferentes procedimientos a seguir ante las múltiples situaciones que puedan presentarse, como la incorporación laboral de familiares (por ejemplo, ¿podemos contratar familiares políticos?), el proceso de toma de decisiones, el movimiento de las acciones (por ejemplo, si un familiar quiere vender sus acciones, ¿a quién puede hacerlo y a quién no?), el proceso de sucesión (¿se elige al primogénito o al más calificado?) las políticas de gastos y ahorros para la familia empresaria, etc.

El protocolo familiar funciona como mediador entre la empresa y familia, busca el equilibrio de las relaciones; funge como un recordatorio de los acuerdos; es modificable según las necesidades, pero en consenso; permite el diálogo entre los miembros de la familia; y a acerca a las generaciones venideras a la empresa desde la armonía y la solidaridad familiar, creando identidad y lealtad.

“Trabajamos con nuestros seres queridos y a veces resulta difícil separar el negocio de lo familiar.”

Si las reglas del juego están escritas en el protocolo, y se llevan a cabo, habrá transparencia y equidad; se garantizará que, seas o no un miembro de la familia empresaria, se te tratará con profesionalismo y objetividad, sin privilegios o arbitrariedades. Sin duda, quienes establecen los límites y alcances de participación en un protocolo reciben los beneficios de la claridad y la perseverancia, este trato justo siembra en los miembros más jóvenes el entusiasmo por involucrarse en la empresa, lo cual posibilita la sucesión.  

Un futuro exitoso para la empresa familiar

El vínculo de los miembros jóvenes de la familia en la empresa también implica que estos conozcan el funcionamiento de esta. Es recomendable que desde temprana edad se involucren con la compañía y las diferentes áreas que conforman su estructura. Se trata de incluirlos para que conozcan la empresa y se enamoren de ella, y no la rechacen cuando se les ofrezca que se queden con ella, casi como si fuera un matrimonio arreglado. Asimismo, si los jóvenes conocen la función del Protocolo Familiar, se empaparán de esta cultura de reglas y evaluaciones sanas, y la continuarán.

Hay que cuidar la gallina de los huevos de oro, pues solo seguirá poniendo huevos si es competitiva en el mercado. Y, para competir, la familia tiene que acatar las reglas de la empresa. ¿Y quién pone las reglas de la empresa? La familia empresaria. Como decíamos, se trata de lograr la sinergia para lograr el ganar-ganar empresa y familia.

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