El mundo siempre ha estado forjado por las grandes mentes que se atreven a imaginar algo nuevo, que buscan innovar y que no les importa si llegan a fracasar una y otra vez porque saben que al final el éxito va a ser mucho mayor.

Pero ¿qué hubiera pasado si nadie nunca se hubiera animado a hacer algo nuevo? Si todas las ideas se quedaran únicamente en la mente de quien las forma y, a lo mucho, las compartiera con amigos cercanos, pero nunca hicieran nada para tratar de volver reales todos esos sueños.

Si pensamos, incluso, en lo más básico con lo que contamos el día de hoy, nos daremos cuenta de que prácticamente todo lo que nos rodea proviene de la imaginación y la creatividad de alguien que se atrevió a llegar más allá.

Los trenes, cada vez más modernos, los autos, los aviones, los enormes rascacielos, los edificios modernos dotados de tecnología, las sillas de ruedas, los semáforos, las grandes construcciones que aún después de tantos años nos siguen maravillando.

Y ni siquiera es necesario salir de casa para poder admirar lo que otras personas han realizado para mejorar el bienestar, tan solo hay que pensar en el objeto que estamos usando para leer este artículo, seguramente es un celular o una computadora, tal vez una Tablet o hasta la pantalla de tv.

Cada vez podemos ver más creaciones que nos ayudan a facilitar nuestra vida o que nos brindan momentos de recreación y aprendizaje, y estos avances se están volviendo mucho más rápidos y más efectivos gracias a todo lo que ya estaba hecho previamente.

Si no hubiera personas que se atrevieran a pensar en algo diferente y buscaran la forma de llevarlo a cabo no seríamos capaces de hacer muchas cosas, y no solo en cuestión tecnológica, la gente aporta a diferentes campos a lo largo de su vida.

Todos los escritores, artistas, médicos, filósofos, cineastas, etc., se quedarían únicamente con la misma fórmula que alguien descubrió en el inicio, o puede ser que ni siquiera existieran esas disciplinas, tal vez pasaríamos nuestra vida buscando comida y refugio sin tratar de conseguir nada más.

Por suerte existen muchos que han decidido salir adelante y se han atrevido a llegar más lejos, aún a pesar de todas las adversidades y de todos los que pueden ponerse en su contra, han decidido confiar en ellos y creer en sus metas.

En otras palabras: Han decidido dejar de tener miedo.

Nadie nace siendo un experto en su materia, no solo eso, nadie nace sabiendo prácticamente nada, todos los conocimientos los vamos adquiriendo a lo largo de nuestra vida, y nuestras experiencias nos van llevando hacia el camino que decidimos tomar.

Por eso todos somos perfectamente capaces de crear y de pensar en ideas novedosas que nos ayuden a nosotros y a nuestro entorno, que causen un impacto a nivel mundial y que nos permitan cambiar la realidad en la que vivimos.

Entonces ¿porque no todo el mundo se atreve a crear nuevas cosas y a seguir esos sueños que podrían transformar el mundo? La respuesta de nuevo es el miedo.

El miedo nos acompaña desde que nacemos, y gracias a él aprendemos muchas lecciones valiosas en la vida, por desgracia, también es el responsable de que existan situaciones a las que tememos sin que haya una respuesta lógica para eso y eso provoca que existan personas que tengan tanto miedo al fracaso que simplemente deciden no hacer nada.

Muchas veces el miedo puede ser aliado, como cuando vamos caminando por la noche y vemos a una persona sospechosa en medio de nuestro camino, puede ser que no tenga malas intenciones y que, al igual que nosotros solo vaya a algún sitio, pero en ese momento se activa una alerta interna que nos dice que tal vez lo mejor sea alejarnos de ahí.

El problema es cuando dejamos que el miedo consuma nuestra vida y nos volvemos incapaces de tomar una sola decisión por temor a que todo pueda salir mal. En ese momento dejamos de tener el control de nuestras vidas y dejamos todo en manos de un sentimiento que, en lugar de ayudarnos, solo provoca que nos sintamos cada vez peor.

Hay momentos en los que se vuelve mucho más notoria la diferencia entre las personas que saben controlar sus miedos de las que no y justamente las crisis mundiales crean un escenario perfecto para estas distinciones.

Actualmente nos encontramos en medio de una situación mundial bastante compleja, a la que no esperábamos tener que enfrentarnos, sin embargo llegó y esta época es la mejor muestra de las dos clases de personas que existen en el mundo:

Las que viven de sus logros del pasado y deciden refugiarse en ellos y dejar que el mundo siga fluyendo, mientras ellos tratan de mantenerse lo más alejados de la realidad y buscan solo la manera de seguir alimentando su zona de confort.

Y los que han decidido confiar en el futuro y explotar su potencial al máximo. Los que no dejan que las adversidades los detengan y buscan la forma de seguir adelante mientras crean estrategias que lo ayuden a salir de las adversidades.

Los que pertenecen al primer grupo seguramente no han podido pensar en otra cosa que no sea la preocupación constante acerca de los riesgos y las implicaciones de todo lo que está pasando, tal vez pasen los días buscando información al respecto, pero nunca pasan al plano de la creación, por lo que todos los pensamientos que tienen se quedan solo en preocupaciones y frustraciones.

Mientras que el segundo grupo se encuentra ideando técnicas que puedan ser benéficas para todos, tal vez realicen innovaciones tecnológicas, o decidan enfocarse en el arte o en la ayuda humanitaria. Siempre buscan la forma de aportar algo y de llegar un poco más lejos que los demás.

Entonces, lo único que queda es preguntarnos, ¿a qué grupo queremos pertenecer? y ¿qué estamos haciendo para ser parte de ellos? De esta forma podremos empezar a tomar las medidas necesarias para poder generar un cambio en nosotros y en los que nos rodean.

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