Llevamos meses avisando sobre la complicada situación que atraviesa la economía mexicana, en un escenario en el que la economía decrece en tanto en cuanto crecen los precios de todos los bienes y servicios. En este contexto, las medidas que han puesto en marcha los bancos centrales, de la misma forma que tratan de combatir la inflación, siguen dañando la actividad económica, poniendo a prueba una recuperación que hasta hace unos meses era muy intensa, pero que, a la luz de los datos, hoy es cada día más débil.

Para combatir la inflación, como sabemos, se requiere una serie de políticas por parte del banco central que son, como sabemos y a efectos prácticos, un arma de doble filo muy peligrosa. Pues subir los tipos de interés y retirar los estímulos, al igual que relaja la demanda y, de esa manera, la inflación, mata el consumo y, con ello, el crecimiento económico. Pero lo mismo ocurre cuando queremos estimular el crecimiento económico, pues ese recorte en los tipos de interés y esas medidas para estimular la demanda y, con ello, el crecimiento económico, de manera simultánea, tensionaría nuevamente los precios, provocando un nuevo escenario inflacionista.

Esto es lo que hoy estamos viendo en los indicadores económicos disponibles hasta la fecha.

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Banxico, y los principales bancos centrales en el planeta, viendo las intensas presiones inflacionarias que viven las distintas economías, comenzaron a relajar los estímulos ofrecidos, a la vez que comenzaron a subir los tipos de interés para tratar de contener la situación. Sin entrar a valorar el comportamiento de la inflación, pues deberíamos integrar en la ecuación el shock de oferta al que nos hemos enfrentado, hemos de señalar que esa subida de tipos y esa relajación en lo que a los estímulos se refiere ha acabado apagando la economía, tal y como se preveía hace unos meses, quedando reflejada dicha desaceleración en unas previsiones que ven la recuperación plena de la economía mexicana cada día más lejos.

En este contexto, las cifras que vemos en las previsiones confirman los análisis que hacíamos hace unos meses

Pese a que no se esperaba que el crecimiento se desacelerara a tan elevado ritmo, las cifras nos dicen que sí existe desaceleración, de la misma manera que nos advierten de un posible escenario de estanflación, en caso de que la inflación, atendiendo a ese shock de oferta, no remita. Y es que las cifras de las que hablamos nos dicen que, ajustado a estacionalidad, el PIB mexicano avanzó entre enero y marzo un 1%. Sin embargo, los economistas prevén que dicho crecimiento se modere durante los próximos trimestres, previendo una tasa de crecimiento del 0,4% durante el segundo trimestre, del 0,36% durante el tercero y del 0,39% durante el cuarto.

Como vemos, las cifras hablan por sí solas. Mientras que en el primer trimestre crecíamos a un ritmo del 1%, pretende cerrarse el año con un crecimiento que, a efectos prácticos, roza el estancamiento. Y de esta manera, teniendo en cuenta la desaceleración económica prevista a nivel mundial, la persistente inflación y el alza en los tipos de interés, se espera que dicha desaceleración siga extendiéndose hasta mediados de 2023; retrasando esa recuperación en la que nos encontrábamos inmersos, dicho sea de paso, en la que la economía mexicana, ya de por sí, se mostraba bastante descolgada.

En otras palabras, si antes esperábamos recuperar el nivel previo a la crisis durante el año 2023, esta desaceleración, así como la posible crisis económica que algunos ya prevén, pretende retrasar dicha recuperación hasta dentro de dos años, es decir, hasta 2024.

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Además, debemos ser conscientes de que en este análisis superficial hemos aplicado la ecuación general, pero en ningún momento hemos tenido en cuenta que, a diferencia de otras crisis pasadas, la crisis actual se debe, principalmente, a un shock de oferta que, en buena parte, justifica el incremento de los precios. En este sentido, de no remitir ese shock de oferta y si seguimos atendiendo a roturas de stock e interrupciones en las cadenas de suministro, podríamos encontrarnos con una situación en la que el crecimiento se estanque, pero la inflación siga presente, al no restablecerse la oferta por problemas ajenos a lo puramente económico.

En resumen, considero muy importante resaltar esta situación, así como lo que supone esta para la economía mexicana. Los mecanismos con los que contamos para salir del atolladero en el que nos encontramos inmersos son cada vez menos eficaces, a la vez que la situación se vuelve cada vez más compleja. Y en este contexto, teniendo en cuenta las previsiones, es momento de comenzar a actuar. Pues, de continuar esta tendencia, que la economía mexicana entre en una nueva crisis económica ya una previsión más que descontada por los economistas y no tan economistas, los cuales vuelven a ver como la luz al final del túnel comienza a alejarse de nuevo.

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