Por Catalina Restrepo

El impacto del arte en la transformación de ciudades y comunidades ha sido ampliamente subestimado. La visión simplista del arte como mera belleza y habilidad técnica ha llevado a gobiernos, empresas y asociaciones a caer en clichés, sin lograr comprender su verdadero potencial. Demasiadas veces hemos presenciado proyectos, iniciativas y campañas que intentan embellecer áreas urbanas con lo que consideran “arte”. Pintan casas de colores llamativos en zonas marginales; invitan a grafiteros a pintar retratos estereotipados de campesinos, niños o Frida Kahlo, entre otras, que ingenuamente se plantean como soluciones a los problemas profundos de desigualdad e injusticia social que afectan a la población.

El problema radica en la falta de comunicación entre gestores/promotores del arte y empresarios/inversionistas. Creo que es una cuestión de lenguaje, ya que muchas personas en el mundo del arte no son buenos para sacar números y dar estadísticas; y del otro lado, los inversionistas no están sensibilizados con el arte verdadero que se inserta en los circuitos profesionales y que nada tiene que ver con la búsqueda solamente de la belleza y la maestría técnica, como muchos pueden llegar a pensar.

El Índice de Confianza de Inversión Extranjera Directa (IED)

El IED o “Foreign Direct Investment Confidence Index” analiza y clasifica ciertas características que animan a los 25 principales países del mundo a invertir en ciertos lugares. Por lo general, las variables que se toman en cuenta son, entre otras: diferenciales de tasas de interés; índices de retorno de las bolsas mundiales y curva de rendimientos; tasa de crecimiento de PIB per cápita, entre muchas otras. Y más allá de las cifras, el ambiente de una ciudad mejora en la medida en que su gente se sienta segura, libre y feliz.

El arte de verdad, cuyo objetivo no se centra en los aspectos formales, sino que se produce para invitar al diálogo, al debate, a una reflexión, etc. Se convierte en una válvula de escape para las tensiones sociales, creando así un terreno fértil para el éxito empresarial. Está comprobado que la presencia de estos foros disminuye los índices de delincuencia, refuerza el sentimiento de libertad de expresión, estimula la creatividad y apoya los diálogos que motivan a la gente a hacer cosas; lo cual impacta indirectamente y de manera positiva en el índice de felicidad de las personas.

Hay que tener en cuenta que el arte no solo es pintura y escultura, sino que también hay propuestas categorizadas como proyectos de inserción social (en inglés, Social Engagement Projects) que lejos de plantearse desde una visión asistencialista, como beneficencia o trabajo social, son iniciativas pensadas desde el arte para impactar comunidades positivamente desde la raíz.

Por ejemplo, en el marco del proyecto curatorial llamado Residual de la UNAM, liderado por los curadores Paulina Cornejo y Gonzalo Ortega en el año 2010, el artista alemán Thomas Stricker propuso una pieza titulada “La tierra nueva de Tlatelolco”. El proyecto consistía en hablar con los vecinos del complejo residencial Tlatelolco, históricamente afectado por episodios traumáticos como la matanza en el 68 y el terremoto del 85, y organizar a algunas familias para hacer un compostero gigante que nutriera las jardineras del complejo. De tal forma fue exitoso que aún existe, ya no como pieza del artista, sino como parte de la comunidad a la que pertenece. Este proyecto dio identidad y propósito a los vecinos; cambió el paisaje urbano de la zona por medio de jardineras y huertos urbanos fértiles.

Existen muchísimos proyectos como éste. Es un tipo de arte que los promotores tal vez han fallado en comunicar a los empresarios y gobiernos para tener más recursos y poderlos multiplicar.

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Turismo cultural

El efecto Bilbao es un término acuñado por los economistas para describir el impacto social y económico que el Museo Guggenheim ha traído a esta ciudad. Bilbao era un terreno baldío post-industrial. La ciudad se construyó sobre industrias navales y siderúrgicas moribundas, imposibles de revitalizar para el siglo XXI. Dicho museo transformó por completo el paisaje de la ciudad, atrayendo a millones de turistas e inversionistas cada año. Es el ejemplo por excelencia del arte como impulsor del Índice de Confianza para Inversión Extranjera.

Según un estudio publicado por la consultora de mercados FMI (Future Market Insights), los ingresos del turismo cultural mundial se establecen en un total de $5,931,2 millones de dólares para 2023; y es probable que la demanda mundial aumente a una tasa compuesta anual de 14,4% en los próximos diez años. Además, el WTTC (Consejo Mundial de Viajes y Turismo) afirma que todo el sector turístico genera de 300 a 350 millones de puestos de trabajo y que el turismo cultural constituye el 40% de los ingresos a nivel mundial.

Sólo Art Basel recibe anualmente más de 90,000 visitantes; la Bienal de Venecia en 2022 rompió el récord con 800,000 y el Museo Louvre en París recibió a 7,726,321, lo que en su caso significa un aumento del 173% comparado con el año anterior. En la Ciudad de México, se percibe también en el número de galerías extranjeras participantes en la feria Zona MACO, misma que en su más reciente edición llegó a 120.

Transformación en sectores – Gentrificación

En la Ciudad de México, la transformación de la colonia Roma ha sido evidente. Hoy, no se parece en nada a lo que era antes del Corredor Cultural Roma-Condesa, inaugurado en 2009 e impulsado en un principio por el museo MUCA Roma y Ana Elena Mallet, quien lo continuó hasta 2019. Esta iniciativa buscaba mapear las galerías y espacios alternativos de la colonia y poner a todos de acuerdo para abrir al tiempo. Era impresionante ver las miles de personas caminando por las calles, pasando de galería en galería y, por supuesto, esto motivó a muchos emprendedores para abrir bares, cafés, restaurantes, galerías, etc.

No hay que desconocer que la gentrificación conlleva muchos problemas y eso es algo que hay que atender. Sin embargo, su efecto se traduce en consumidores con poder adquisitivo alto que derraman capital importante sobre negocios locales. Ahora, para que una zona se transforme de esa manera, se tienen que alinear muchos aspectos: infraestructura, políticas de desarrollo, etc.; pero sin duda, la presencia de espacios dedicados al arte es una constante en todos los casos.

Ya sea que se vea desde una perspectiva humanitaria o a través de la lente del inversionismo, el arte siempre ha sido y será un gran negocio que impacta positivamente a todas las partes y cuya ola de expansión es enorme. Es uno de esos extraños casos en los cuales ganan unos y ganamos todos.

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