Estados Unidos pasó en pocos años de ser un país deficitario de gas natural a convertirse en una nación exportadora de ese energético tras haber aprovechado el potencial del shale gas. México, teniendo las mismas oportunidades, dejó pasar el tiempo y con argumentos proteccionistas del medio ambiente y la soberanía sigue dependiendo del gas que nos provee el país del norte.

El gas natural es un combustible que se utiliza principalmente para la generación de energía eléctrica, para procesos productivos industriales y, en menor porcentaje, en viviendas, comercios y automotores.

México consume al día un promedio superior a los 8,000 millones de pies cúbicos de gas natural, pero su producción no alcanza ni la mitad de ese volumen, por lo que debe comprar al extranjero alrededor del 60 por ciento del gas que requiere. ¿De dónde, principalmente?, obvio, de Estados Unidos porque tiene gasoductos de importación; y aunque hay terminales de regasificación de gas natural que llega por buques, esa opción es menos rentable.

Para distribuir el gas natural que se produce en México o el que se adquiere del exterior existe una red de gasoductos que supera los 19 mil kilómetros, en este caso, la infraestructura es clave para la seguridad energética.

Sin embargo, cada que se habla en un foro acerca de la soberanía energética, surgen las preocupaciones sobre la continuidad y oportunidad en el abasto del energético. Hay quienes cuestionamos qué pasaría si México se pelea con Estados Unidos o lo hace enojar y le cierra las válvulas de gas natural.

En ese supuesto, se paralizaría una gran parte del país porque la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y generadores privados producen energía eléctrica utilizando gas natural como principal insumo. Todos los sectores del país, empezando por la vivienda más humilde, pasando por los hospitales y los centros educativos, hasta el consorcio más importante del país requieren de energía eléctrica.

Entonces, México, ¿no tiene o no quiere explorar sus reservas de gas natural? Petróleos Mexicanos (Pemex), la empresa petrolera del Estado ha demostrado que las principales reservas de gas natural se ubican en la cuenca de Burgos, que abarca parte de los estados de Coahuila, Tamaulipas y Nuevo León. El problema técnico es que un porcentaje del gas se aloja en lutitas, conocido como shale gas, y para capturarlo requieren grandes cantidades de agua que la zona no tiene.

Una opción viable es la construcción y puesta en marcha de plantas tratadoras de agua, así como la supervisión rigurosa de las mejores prácticas para la protección y preservación del medio ambiente, pero a esta administración federal le ha parecido más sencillo negarse a buscar las formas para explorar la posibilidad, así que desde el principio de la gestión se manifestó por la suspensión de proyectos de shale gas mediante el fracturamiento hidraulico.

En adición al déficit en producción, también hay carencia de infraestructura en el sur y sureste del país, de tal forma que, ante la reticencia de la población a esos y muchos otros proyectos, no se vislumbra un escenario positivo en los siguientes años. Tenemos gas natural en el subsuelo que sólo nos sirve para presumir que la Tierra es generosa con México, pero no deja de ser sólo un tesoro enterrado e inútil. Lo cual nos lleva a pensar que la soberanía energética es sólo retórica.

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