En las últimas semanas, el tipo de cambio entre el peso mexicano y el dólar estadounidense ha presentado una alta volatilidad, con lo que el 29 de noviembre alcanzó un nivel máximo en 2021, en 21.99. Los factores que explicaron este comportamiento son varios, pero se resumen en un incremento de la incertidumbre en varios frentes, tanto externos como locales. 

El primer factor tiene que ver con que, el 03 de noviembre, la Reserva Federal de EE.UU. anunció el inicio del retiro de los estímulos que implementó para reducir los choques económicos y financieros adversos provocados por la pandemia. En su comunicado de política monetaria, el banco señaló que su compra de activos empezaría a disminuir a partir de finales de ese mes. El ritmo de esta reducción consiste en ir adquiriendo 10 mil millones de dólares (mmd) menos de bonos del Tesoro y 5 mmd menos de bonos respaldados por hipotecas por mes. De mantenerse ese dinamismo, el programa de compras concluiría en junio de 2022. Sin embargo, los altos datos de inflación reportados en octubre implican una amenaza para que los integrantes del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC por sus siglas en inglés) decidan acelerar los recortes y terminar el esquema antes.

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Una vez que finalice la adquisición de activos por parte de la Fed, el siguiente paso que tomará el banco será incrementar la tasa de interés referencia. En 2 reuniones extraordinarias realizadas en la primera quincena de marzo del año pasado, el FOMC recortó la tasa de los fondos federales en 150 puntos base, de 1.75% a 0.25%. Desde entonces, las tasas de interés de corto plazo en EE.UU. se han encontrado en casi cero por ciento, con el objetivo de darle un impulso al consumo de los consumidores y empresas. 

En las últimas semanas, las expectativas sobre el momento en el que el FOMC empezará a incrementar la tasa de interés de referencia se adelantó de 2023 a 2022, con algunos inversionistas descontando que, esta podría incrementar hasta en 75 puntos base el próximo año. Esto provocaría que, la tasa libre de riesgo mundial se vuelva más atractiva en comparación con la que ofrecen otros países, induciendo una salida de capitales de economías emergentes y, por consiguiente, una depreciación de sus monedas frente al dólar. Para reducir este efecto, los bancos centrales incrementarán sus tasas de interés objetivo tándem con Fed.

Estas expectativas se fortalecerán o se debilitarán en función de cómo evolucionen las variables objetivo de la Fed, es decir, la inflación y el empleo. A mediados de noviembre se difundió que la inflación al consumidor de octubre aumentó a 6.2%, el mayor nivel desde noviembre de 1990, lo que superó ampliamente las previsiones de los analistas de 5.9%. Por su parte, la inflación subyacente, que descuenta el precio de alimentos y energía, también repuntó, en este caso hasta 4.6%. Este fue el mayor aumento anual de los precios básicos en los últimos 31 años. En lo que respecta al empleo, la economía estadounidense generó solo 210 mil plazas en noviembre, la menor cantidad en lo que va del año, ya que los empleadores continúan enfrentando dificultades para contratar y retener trabajadores. Aun así, ya se ha recuperado el 82.5% de los 22,362 empleos perdidos entre marzo y abril del año pasado. Por su parte, la tasa de desempleo cayó a su nivel más bajo desde febrero de 2020, a 4.2% desde 4.6% en octubre; mientras que la tasa de participación en la fuerza laboral subió a 61.8%, con lo que es 1.5 puntos porcentuales más baja que la registrada en febrero de 2020.

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El segundo factor que debilitó al peso se relaciona con el anuncio del descubrimiento de una nueva variante del SARS-Cov-2 el 28 de noviembre, denominada como Ómicron por la OMS. Aunque aún no se cuenta con la evidencia científica suficiente para determinar si esta cepa provoca efectos más severos que los ya conocidos, los inversionistas se tornaron más cautelosos ante la posibilidad de que sea necesario reimponer restricciones a la movilidad de la población que desacelerarían la recuperación económica mundial.

Finalmente, el tercer factor que incrementó la incertidumbre tuvo que ver con un evento en el ámbito local. El 23 de noviembre, el exsecretario de Hacienda, Arturo Herrera, confirmó en su cuenta de Twitter el retiro de su nominación para ocupar el cargo de Gobernador del Banco de México y, dos días después, el Ejecutivo envió su nueva candidata al Congreso de la Unión, Victoria Rodríguez Ceja. Este cambio ocurrió en medio de una coyuntura compleja para el país, pues la inflación alcanzó un máximo no visto en los últimos 20 años en la primera quincena de noviembre, mientras que la actividad económica se está desacelerando. 

En 2022, la situación económica mundial seguirá siendo compleja, por lo que habrá que estar preparados para nuevos episodios de volatilidad, en donde los factores expuestos seguirán en el radar de los mercados.

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Contacto:

Janneth Quiroz Zamora es Subdirectora de Análisis Económico en Grupo Financiero Monex. Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de la autora.

Twitter: @Janneth_QuirozZ

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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