La realidad es un lienzo impreciso. En ella se ve lo que uno quiere, por eso al mundo se le puede mirar de diferentes maneras: como un infierno recalcitrante, un viaje para acumular lo que se pueda o como un intercambio de sucesos a costa de completar una misteriosa cantidad de años.

Al fin, todas las formas de ver el mundo no hacen al mundo así. De lo contrario habría, físicamente muchos mundos, un paraíso prometido para los fanáticos de Star Wars.

Lo cierto: interpretamos y filtramos pensando que solamente vemos.

Roland Barthes, semiólogo francés y apasionado por la imitación que hace la fotografía de la naturaleza, desarrolló una técnica para llevar textos literarios al plano realista, esto es, conducir al lector a una sensación de que el escrito describe el mundo real. Como parte de su lingüística estructuralista pensó que aportar un nivel de detalle extremo en el relato —como podría hacerlo solo un ojo curioso— acercaría la narración ficcional al territorio de lo creíble.

Pero la practicidad de la posmodernidad puso todo —hasta la realidad— al alcance de un clic, incluso los riesgos de no necesitar lujo en el detalle para hacer verosímiles las fake news en un nuevo estándar nombrado posverdad.

Alucinando 

El neurocientífico Anil Seth entiende distinto el concepto del mundo. Luego de tres décadas de investigación cree que realidad es lo más parecido a una alucinación.

Parte del problema en el que la materia física da lugar a la experiencia única y subjetiva de la conciencia para tratar de entender cómo podría alguien describir la inimitable sensación de ser tú, con referencia solo a tu cerebro.

De aquí se han servido filósofos y científicos para intentar abordar el tema desde diferentes perspectivas. Por un lado, se habla de que la conciencia es una cualidad fundamental de toda la materia, sea animada o no. Del otro lado se establece que la conciencia es francamente imaginaria. Extremos, como animales de compañía.

Anil Seth piensa que la forma en la que se ve el mundo —y a uno mismo— es una alucinación controlada. Se trata, dice, de micro adecuaciones sutiles y constantes hechas por el cerebro en aras de la adaptación.

Como en un videojuego, dice el científico, el cerebro se adelanta predictivamente a la expectativa sensorial individual y actualiza inmediatamente la información de los sentidos para abrir el telón y dejar preparada la escena. Realidad, entonces, es la alucinación en la que todos estamos de acuerdo.

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La voluntad en un laberinto

El mundo no existe como lo hemos designado y esto no tendría por qué generar ansiedad. La cognición que de la realidad tenemos no solo es subjetiva, sino errónea. Por ejemplo, la idea de alucinación controlada es útil para asumir responsabilidad sobre la conciencia individual y la falsa idea de una identidad intrínseca. El general piensa que es general todo el tiempo, en cualquier contexto. Y defiende dicha identidad, aunque de él, ella se ha apropiado.

Puestos a inquietarnos con preguntas provenientes de la propia conciencia, conviene preguntar cómo será la realidad libre de interpretación. ¿Qué es lo que existe fuera del campo de percepción individual? ¿Qué es la conciencia? ¿De dónde viene? ¿Qué tiene que ver con la experiencia de identidad? ¿Cómo impacta en los conceptos heredados que tenemos del mundo?

Una de las cualidades que más apreciamos de la realidad es que aparentemente podemos ser libres en ella: esto es, poder dar dirección e intensidad a creencias, acciones y deseos. Si el libre albedrío es una alucinación controlada, ¿cómo se elige con libertad dichas creencias, acciones y deseos?

¿Alucinamos, entonces?

Leer el mundo es una habilidad que se entrena y que parece estar dada. Roland Barthes otorga al “detalle concreto” el poder y la magia del efecto de realidad. La base de verosilimilitud, pues, radica en quien construye la imagen y el relato.

Desconocer la naturaleza de las cosas solo hace que les proyectemos falsas identidades. Por eso no vemos las cosas como son, sino como somos.

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Contacto:

Eduardo Navarrete es Head of Content en UX Marketing, especialista en estrategias de contenido y fotógrafo de momentos decisivos.

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