La nueva era de la belleza implica un cambio de paradigma tanto para la propia industria como para los médicos que practican cirugía estética. ¿Renovarse o morir? Cada vez hay más consumidores preocupados por una belleza natural y, en consecuencia, son conscientes de lo que se aplican en su propia piel.

Veinte millones de cirugías estéticas se realizaron en 2014 a nivel internacional, cifra que sigue creciendo según la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética, organización mundial creada por las Naciones Unidas. Dicha sociedad afirma que México es el quinto país en realizar un mayor número de procedimientos estéticos. En 2015 fueron más de 900 mil cirugías, de las cuales 185,411 correspondieron a procedimientos faciales. Únicamente nos superan en este tipo de intervenciones Estados Unidos, Brasil, Japón e India. Pero antes de que un paciente opte por la cirugía existe una industria muy rentable de la que es fiel seguidor: la que engloba todo tipo de productos cosméticos.

La Cámara Nacional de la Industria de Productos Cosméticos (Canipec) afirma que el consumo de productos para el cuidado personal es de 90 dólares per cápita en México. En 2014 las marcas afiliadas a Canipec reportaron ventas por valor de 3,071 mil millones de dólares. De esta cifra, 23.9% pertenece al nicho de mercado del cuidado de la piel. La consultora Euromonitor corrobora esta tesis de gasto y vaticina que la industria del cuidado de la piel en México venderá 303.2 millones de unidades en 2020, lo que equivale a 2,143.8 millones de dólares y una tasa de crecimiento de 15.4%. Por otra parte, se espera que el mercado global de la belleza en el mismo año obtenga una tasa de crecimiento de 18.6%, así como ventas de 130,948.2 millones de dólares

¿Quién se llevará el premio? Aún no está claro si los mayores beneficiados serán las grandes firmas que llevan años luchando por un lugar en el mercado, las nuevas marcas que hacen hincapié en ingredientes

ecológicos o los médicos que ofrecen alternativas cada vez más alejadas de toxinas botulínicas. Todos buscan lo mismo: distintos caminos para alcanzar la eternidad.

Jugadores fuertes

Dentro de la industria de la belleza hay empresas muy consolidadas. Antes importaba más la cuenta de resultados anuales que el porcentaje de estos destinados a la investigación. Ya no.  Hay un cambio en las tendencias de consumo. Natura Bissé es una empresa española dedicada al cuidado de la piel fundada en 1979 por Ricardo Fisas Mulleras. En 1980 entra al mercado español lanzando 150 productos y cinco años después exploran el mercado estadounidense logrando consolidarse en tiendas departamentales como Neiman Marcus y Barney’s New York. En 2003 presentaron Inhibit. Se definió como una opción alternativa ante las microinyecciones de botox y otros procedimientos quirúrgicos similares. Uno de sus productos más vendidos es Inhibit-Tensolift, que trabaja como el botox gracias a las altas concentraciones de Octamioxyl (octapéptido que frena las contracciones de la piel) y DermaFill (71% activo) que permite hidratar y dar volumen por medio de ácido hialurónico. Los recursos destinados a su departamento de investigación son cada vez más abundantes en busca de éxitos que les posicionen como competencia de tratamientos médicos y eviten pasar por el quirófano.

La historia de La Mer es algo más próxima a la naturaleza. Fundada por el doctor Max Huber tras sufrir quemaduras al realizar un experimento, desde el inicio ha querido llevar a la piel los ingredientes activos del océano. Un ejemplo es el suero Genaissance compuesto por cristales (que se forman en la fermentación del Miracle Broth de la marca) y algas marinas clasificadas como “extrañas”, cultivadas de manera sostenible por medio de luz natural.

La historia de La Mer es algo más próxima a la naturaleza. Fundada por el doctor Max Huber tras sufrir quemaduras al realizar un experimento, desde el inicio ha querido llevar a la piel los ingredientes activos del océano. Un ejemplo es el suero Genaissance compuesto por cristales (que se forman en la fermentación del Miracle Broth de la marca) y algas marinas clasificadas como “extrañas”, cultivadas de manera sostenible por medio de luz natural.

Y en Suiza hallamos La Prairie. Inicia su actividad en la década de los 70 cuando científicos y doctores de Montreux buscan la fórmula para el rejuvenecimiento eterno. Se han posicionado positivamente entre los clientes más exigentes al incluir un compuesto que mezcla biotecnología con elementos botánicos. En 2008 crearon una línea para el rejuvenecimiento definitivo llamada The Platinum Collection. Dentro de ella encontramos Cellular Eye Essence Platinum Rare, que sirve para tensar y reafirmar la piel de alrededor de los ojos a través de un coctel de ingredientes naturales que incluye péptidos de platino, extractos de flor ave blanca del paraíso, fermentos de té negro, alga verde y antioxidantes naturales.

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Según el libro Natural Skin Care: alternative and traditional techniques, de Joni Loughran (edición 2002), las cremas para proteger la piel suelen contener un porcentaje más alto de agua y aceite que de activos que sirvan para lograr una diferencia visible, tanto estética como de protección dérmica. Las grandes marcas han comenzado a reconocer el valor de los activos y cada vez vemos explicaciones más exhaustivas de los ingredientes de cada producto en los envases. El lujo de lo natural Jean Seo visitó el pasado agosto la Ciudad de México. La fundadora detrás de la marca Évolué —a la venta en nuestro país debido a la persistencia de la actriz Dominika Paleta— aboga por la cosmética de origen natural. Originaria de Corea, se dio cuenta del círculo vicioso de daño a la piel en el que se encontraba sumida su hermana, que padecía piel sensible y acné. Pensó que podía transformar su dermis utilizando ingredientes naturales en vez de artificiales. La experiencia previa de Seo en la boutique Eco Chic (Los Ángeles) le hacía dudar de los productos tildados de “ecológicos” u “orgánicos” que provenían de lugares como Londres, París o Nueva York. Jean descubrió que muchos de sus clientes realmente no encontraban un producto ideal para su piel. Comenzó a investigar y a formular cremas que cumplieran las necesidades específicas de cada persona. Después de dos años, Seo sacó a la venta distintos productos para el cuidado de la piel. “Mis productos se prueban sobre actrices de Hollywood y no sobre animales”, bromea. “La realidad es que la mayoría de los productos orgánicos no sirve. De hecho, muchos productos de belleza no funcionan y sólo tienen una buena estrategia de marketing. Quería crear un producto que realmente sirviera”, afirma con rotundidad.
«En el negocio de la belleza natural hay que ser humilde con el crecimiento de la empresa, nunca arrogante» Jean Seo, fundadora Évolué

«En el negocio de la belleza natural hay que ser humilde con el crecimiento de la empresa, nunca arrogante» Jean Seo, fundadora Évolué

Algunos de los ingredientes no convencionales que se pueden encontrar en la línea de productos de Évolué son jalea real, para exfoliar la piel y protegerla; aceite de médula ósea; colágeno soluble, que no se encuentra en otros productos de belleza ya que su precio es sumamente alto y debe mantenerse en refrigeración; escualeno de aguas profundas, que no contiene mercurio; lípidos de sesos de oveja, que ayuda a frenar los signos del tiempo; y leche en polvo orgánica de Nueva Zelanda. Sobre este último ingrediente, Jean precisa: “Las vacas de Nueva Zelanda, por alguna razón, dan leche con un 2% más grasa que cualquier otra vaca del mundo. Producen una nata que secamos para ayudar a la exfoliación e hidratación del cutis. Este producto no lo puedo conseguir tan fácilmente ya que la granja de Nueva Zelanda subasta la nata dos veces al año y, normalmente, Japón compra la mayoría de la producción. Así que yo tengo que adquirirla pagando más a las compañías japonesas”.

¿Qué sucede cuando ya no hay más ingredientes naturales disponibles? Que la oferta desaparece. “Las cremas de Évolué son exclusivas. Cuando se acaban, se acaban. Los productos están fabricados a base de elementos naturales que no siempre están disponibles. Évolué es una línea de lujo y, al final del día, el lujo se define por su indisponibilidad, no por lo caro que sea”. Afirma que grandes cadenas de belleza, como Sephora, le han pedido que venda sus productos en sus espacios. “No puedo hacerlo. Muchas veces no tengo suministro de ingredientes naturales para producirlos. En mi misma tienda (ubicada Los Ángeles) me he quedado sin ellos. Ese es el lujo que yo ofrezco”, comenta.
Aplicación de los productos de Évolué en el tratamiento facial que sólo esta disponible en reméde Spa de St. Regis en la Ciudad de México.

Aplicación de los productos de Évolué en el tratamiento facial que sólo esta disponible en reméde Spa de St. Regis en la Ciudad de México.

 

¿Ficción o realidad?

La innovación e investigación alrededor de ingredientes naturales todavía tiene un largo camino por recorrer. Pero, ¿qué sucedería en un futuro en la industria cosmética facial si hallamos que el mejor ingrediente para detener el tiempo se encuentra en nuestra propia

piel? Parecería imposible creer que nosotros mismos tenemos el poder de rejuvenecernos guardando nuestra “piel joven” para después, cuando pierda elasticidad y colágeno, volver a utilizar nuestra “reserva de piel joven”. Esto, sin embargo, es ya una realidad bautizada como Trasplante Autólogo de Fibroblastos que pretende competir con varios tipos de cirugías estéticas e inyecciones de botox.

¿Qué es el Trasplante Autólogo de Fibroblastos? Consultamos al doctor Uriel Hedding (Hedding Medical, Ciudad de México), especialista en dermatología con más de 11 años de experiencia sobre esta práctica. “En la década de los 90 empezó esta revolución en la ingeniería de tejidos. Se realizaba una toma de biopsia y se mandaba al laboratorio en donde se separaban los fibroblastos. Después de diez semanas, y previo pago de aproximadamente 6,000 libras, el paciente recibía su implante. El proyecto quedó en el olvido tras la crisis económica y el alto costo de los procedimientos. En el año 2000 una empresa mexicana tomó el proyecto y se convirtió en la mejor procesando el cultivo de fibroblastos en el mundo”, comenta.

Datos específicos.

Datos específicos.

Los fibroblastos son las células encargadas de producir colágeno y elastina en nuestro cuerpo. Con el paso de los años comienzan a envejecer hasta llegar a una etapa en la que ya no cumplen su función, por eso se comienzan a desarrollar líneas de expresión y arrugas. Empeora aún más si le agregamos factores como una mala alimentación, estrés, enfermedades y, sobre todo, radiación solar. “Con cada generación celular las células son menos eficientes que las anteriores, existe un desgaste genético y un desgaste medioambiental, lo que determina que un fibroblasto de una persona de 50 años es mucho menos eficiente que los de una de 20. La cantidad y calidad de colágeno es menor conforme vamos envejeciendo”, resalta Hedding.
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El proceso es sencillo. El paciente recurre a su médico o a un centro especializado para que extraigan una pequeña biopsia de la piel que se encuentra detrás de la oreja —esta parte de la piel se utiliza ya que es la menos expuesta y, por tanto, la más joven que poseemos— y se envía la muestra a los laboratorios especializados. Se cultiva y se reproducen fibroblastos durante un mes hasta un total de diez millones. Al paciente se le inyectan los nuevos fibroblastos en áreas que tienen arrugas y líneas de expresión. Hedding especifica que “el paciente puede criopreservar sus células para tener la posibilidad de reproducirlas nuevamente con la edad del día de la toma de la biopsia. Es decir, un paciente de 35 años podría estar recibiendo sus propias células a los 60. Es un proceso de rejuvenecimiento natural donde la calidad de la piel mejora visiblemente, los poros se afinan, el tono y turgencia de la piel mejoran, y la flacidez disminuye”. La piel puede llegar a aumentar en un 400% su producción de colágeno.

Ante estos avances científicos —impensables hace una década— cabe plantear la hipótesis de que la industria cosmética en México no alcance la suma pronosticada para el año 2020. ¿Quién compraría una crema cuando puede rejuvenecer “a la medida de su propio ADN”? El único límite es el precio que el consumidor esté dispuesto a pagar.

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