Por: Luis Antonio Ramírez García

El acceso a la educación es un derecho básico, pero en México pareciera que es más bien un privilegio. Si bien, al hablar de educación de calidad es casi inmediato pensar en el uso de la tecnología para mejorar el aprendizaje, sin embargo, es de suma importancia asegurar primeramente el acceso educativo a espacios seguros, inclusivos, equitativos y sostenibles, para, en un segundo momento, dar paso a la innovación y el uso de la tecnología en las aulas. 

Hay que garantizar el acceso a la educación básica, donde sin importar dónde radiquen niños, niñas y adolescentes puedan asistir a la escuela de manera continua y sin interrupciones. Es común que las y los estudiantes de poblaciones vulnerables, rurales y de pueblos originarios tengan dificultades para asistir a la escuela, por lo que es necesario crear políticas públicas y programas sociales que garanticen su acceso. Es urgente la construcción de programas que tengan como objetivo a erradicar el trabajo infantil y adolescente, logrando así que estén en las aulas y no trabajando. 

Es urgente concebir la enseñanza hacia la acción, adoptando la comprensión y la importancia de la ecología, la sostenibilidad y el cambio climático desde las aulas en México. 

La aseguradora Swiss Re informa que lo efectos del cambio climático reducirán hasta un 14% la producción económica mundial para el año 2050, lo que implica una reducción de hasta 23 billones de dólares en la producción económica anual mundial. Además, destaca cómo la economía mexicana está expuesta a las consecuencias económicas climáticas, impactando diferentes áreas como la salud pública, el turismo y la producción agrícola.

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Como consecuencia, en el peor escenario posible, se estima una reducción del PIB mexicano de hasta 12.6% para el año 2050 a consecuencia del cambio climático. 

El cambio climático ya comienza a afectar los derechos de niños, niñas y adolescentes, al obstaculizar su desarrollo y bienestar, comprometiendo su derecho a un medio ambiente sano, el derecho al agua, a la salud, a la seguridad, y a la educación. La educación medioambiental y conciencia del  cambio climático como parte de la educación formal, puede ayudar en la transformación de las personas y las sociedades, teniendo un impacto positivo en las futuras generaciones. Así también, la educación sobre el cambio climático ayuda a mejorar la calidad de vida y la economía al aterrizar problemáticas de la vida real en las aulas y hacer de la educación una herramienta para mejorar las expectativas socioeconómicas de los estudiantes y su entorno. 

Resulta esperanzador un cambio en la Secretaría de Educación Publica, de la que se espera incentivo y apoyo en el diseño de escuelas que se conviertan en ejemplos de sostenibilidad y respondan a las condiciones y riesgos que presenta el cambio climático. Desde la educación podemos injerir en diferentes áreas de importancia para el país. Recordemos que la educación siempre ha sido influenciada y adaptada a los diferentes históricos; ahora toca turno adaptar la educación que responda al cambio climático. 

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Contacto:

Mtro. Luis Antonio Ramírez García, Director General Sin Planeta B

Twitter: Luisrazga

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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