A diferencia de otras industrias, el sector de la salud genera anualmente más información que cualquier otro. Cada persona/paciente puede arrojar millones de puntos de datos a lo largo de su vida en las diversas interacciones con el sistema de salud, tanto datos clínicos como administrativos: registros médicos, resultados de análisis clínicos de diversa naturaleza, datos arrojados por dispositivos wearables, entre otros. Si eso lo multiplicamos por los más de 8 mil millones de individuos que hay en el mundo, según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés), estamos hablando de grandes volúmenes de datos. 

Esa información es sumamente valiosa tanto para el paciente como para el médico, misma que hoy podemos procesar gracias a los avances tecnológicos en general y a la inteligencia artificial (IA) en particular, una tecnología que ha irrumpido en nuestras vidas con una fuerza inusitada y se ha vuelto una aliada invaluable por su gran capacidad de estructurar, procesar y analizar data de manera eficiente.

Si bien está en su primera etapa de desarrollo y uso masivo, la IA será la clave para que los doctores diagnostiquen enfermedades de manera más temprana y precisa, tomen decisiones informadas y, sin duda, hagan la diferencia en la efectividad de los tratamientos y los cuidados de salud de una manera más sostenible para la sociedad. 

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Otra de las aportaciones de esta tecnología es la interoperabilidad inteligente, es decir, la capacidad de intercambiar información entre dos sistemas manteniendo el significado y el contexto, asegurando el entendimiento de dicha información entre los distintos actores del sistema. Aplicado a la medicina, significa comunicar distintos datos para acompañar al paciente en sus procesos de salud e incluso generar alarmas inteligentes aún cuando el paciente no esté consciente.  

En el sector de la salud también se maneja información muy sensible y debemos cuidar que la IA intervenga en el proceso, pero garantizando la seguridad digital, la encriptación de los datos, anonimizarlos y resguardarlos. Asimismo, evitar la pérdida y la manipulación de datos personales sin el debido consentimiento.

De esta forma la IA nos permitiría tener un modelo preventivo, adelantar los procesos y contar con un diagnóstico temprano. Sin embargo, cobran especial relevancia el uso de datos a niveles individuales, para tratamientos especializados, y de forma colectiva, para ver cuáles son las prevalencias de ciertas enfermedades según los núcleos poblacionales y los factores medioambientales que afectan el bienestar físico, mental y social. 

No cabe duda de que la Inteligencia Artificial será un gran aporte al sector salud y jugará un papel central en las llamadas 4 P’s de la salud del futuro: Preventiva, Participativa, Predictiva y Personalizada.

Contacto:

Mario Chao es CEO de NTT Data México.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

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