A pesar de que es bastante improbable que prospere en Washington, el documento entregado por el presidente da claves sobre su agenda energética en el corto y mediano plazos.   Por Christopher Helman   Garantizado, el presupuesto del presidente Obama recientemente presentado llegará muerto a Washington, pero aún así vale la pena echarle un vistazo para darnos una idea de lo que habría hecho con la industria de la energía, si fuera rey en vez de sólo presidente. La propuesta principal es la idea del presidente de un Fideicomiso de Seguridad Energética “financiado por los ingresos por derechos procedentes de los arrendamientos de petróleo y gas de las compañías perforadoras para apoyar las iniciativas para que nuestros coches y camiones abandonen el petróleo, reduciendo la dependencia de nuestro país del petróleo extranjero”. El presupuesto contempla que el Fideicomiso se financie con 2,000 millones de dólares (mdd) de ingresos por derechos por más de 10 años. Ésa es una parte relativamente pequeña de los 9,000 millones de dólares anuales en regalías que el gobierno cobra a las compañías perforadoras de gas y petróleo, pero ¿para qué necesitamos un fideicomiso especial cuando el Congreso puede financiar directamente la investigación? ¿Por qué complicar las cosas mediante la creación de un nuevo nivel de burocracia, de un nuevo intermediario? Además, de acuerdo con el presupuesto, la administración parece estar interesada en la reducción sus regalías de petróleo y gas. El presidente tampoco se ha retractado de su deseo de cobrar tarifas a las compañías perforadoras (¡en función de cada acre!) si arriendan tierras federales y luego no las desarrollan. Esto es absurdo, simplemente porque por lo general hay muy buenas razones económicas por las que una empresa puede arrendar un bloque de exploración y luego decida no perforar (las pruebas sísmicas podrían desalentarlos, los precios de la materia prima pueden cambiar; las oportunidades en otra parte ofrecen mejores rendimientos, etc). Es más, la administración también eliminaría el pago en especie de sus derechos, en el cual las empresas pagan sus derechos con petróleo en vez de dinero en efectivo –algo que las empresas con frecuencia prefieren hacer para conservar efectivo–. Además, Obama eliminaría los intereses devengados sobre los pagos excesivos por concepto de derechos El presupuesto señala que estas reformas colectivas generarán “aproximadamente 2,500 mdd ” para el Tesoro durante más de 10 años. De hecho, es más probable que haga a las empresas pensárselo dos veces antes de arrendar tierras federales (reduciendo el pago de regalías a la administración federal en el largo plazo), o ser más cuidadosas al momento de pagar derechos a fin de no regalar dinero al Tío Sam. El presupuesto también propone añadir nuevos pagos de derechos de inspección que los perforadores en tierras federales deben pagar a los reguladores. Todo esto desincentivaría la perforación en terrenos federales y por tanto es probable que reduzca los ingresos por derechos federales. El mayor impacto para las compañías perforadoras en el presupuesto de Obama estaría en la eliminación de unos 44,000 mdd en “concesiones tributarias a combustibles fósiles”. El presidente eliminaría los costos de perforación intangibles, que según los cálculos de la administración reducirían el déficit federal en casi 11,000 mdd entre ahora y 2023. La derogación de un porcentaje del agotamiento de pozos de petróleo y gas también podría reducir 11,000 millones durante el mismo periodo de tiempo. La derogación de la deducción de impuestos de fabricación nacional por la producción de petróleo y gas también reduciría el déficit en cerca de 17,000 millones. Todos estos derechos tendrían que ser pagados por la industria en lo sucesivo. Para compensar la eliminación de esos “subsidios” al petróleo y el gas, la administración propone la creación de “23,000 mdd en incentivos para la producción de energía renovable” durante la próxima década, incluida la promulgación permanente de un crédito fiscal para la producción de electricidad a partir de fuentes renovables, algo que le urge a la industria de la energía eólica. Cuando se trata de reducir aún más la dependencia estadounidense al petróleo, el presidente ha retrocedido en su loca meta, presentada en su presupuesto para 2013, de poner 1 millón de vehículos eléctricos en las carreteras de Estados Unidos para 2015. Las pobres ventas del Chevy Volt y el Leaf de Nissan han demostrado que eso no va a suceder. El presupuesto, sin embargo, todavía dirigiría 575 mdd en “tecnologías de vehículos de última generación” y 282 millones de dólares “a la próxima generación de biocombustibles avanzados”. Eso es adicional a los 2,000 mdd del Fideicomiso de Seguridad Energética. El fracturamiento hidráulico (necesario para alcanzar los yacimientos de gas de esquisto) también tiene una mención en el presupuesto. El presidente propone 12 millones para ayudar a financiar “una iniciativa de varios organismos de investigación tendientes a impulsar la tecnología y los métodos para el desarrollo de forma segura y responsable los recursos naturales del gas de Estados Unidos. En concreto, el Departamento de Energía, en colaboración con la Agencia de Protección Ambiental y el Departamento del Interior, se enfocará en la minimización de los efectos sobre la salud, seguridad y los efectos ambientales de la producción de petróleo y gas natural por el fracturamiento hidráulico en el esquisto y otras formaciones geológicas.” Y para promover un menor impacto climático de la combustión del gas natural, el presupuesto propone 266 mdd al estudio de formas de capturar y almacenar las emisiones de dióxido de carbono, incluyendo un premio de 25 mdd para la primera “planta de gas natural de ciclo combinado en integrar una grande escala de grande escala de captura y almacenamiento de carbono. ” Un último elemento que llamó mi atención son las metas del presidente Obama sobre la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en Estados Unidos. El año pasado, en el presupuesto de 2013, el objetivo era conseguir menos emisiones “un 17 por ciento por debajo de los niveles de 2005 para 2020, y el 83 por ciento para el 2050.” Esta meta del año 2020 sigue en pie, pero la meta 2050 se ha ido. Aún no se ha escuchado la indignación de los grupos ecologistas.

 

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