Aunque puede que no seamos conscientes de ello, la Inteligencia Artificial (IA) forma parte de muchas de las tecnologías que utilizamos a diario: desde las recomendaciones de películas y series de Netflix o las predicciones de texto en Gmail, hasta el reconocimiento de voz de Alexa. Pero, recientemente, la fiebre que ha generado ChatGPT está despertando en el sector un apetito voraz por un tipo concreto de IA: los programas generativos que producen texto e imágenes en respuesta a las instrucciones del usuario. Y esto parece haber comenzado una revolución tecnológica no vista en décadas, desde el nacimiento de las redes sociales, y pone a temblar a empresas como Alphabet. 

​​El impresionante ascenso de ChatGPT, desarrollado por OpenAI, sorprendió a muchos que seguían de cerca el fenómeno, al ver que la plataforma pasó de cero a millones de usuarios diarios en poco tiempo. Según un informe de UBS, ChatGPT alcanzó más de 100 millones de usuarios activos mensuales en tan sólo dos meses, después de su lanzamiento (en noviembre de 2022), lo que la convierte en la aplicación de consumo de crecimiento más rápido en la historia. 

“Esto tomó de sorpresa a las grandes [firmas] de la tecnología y todas se apresuraron a sacar su propio programa generativo de sus laboratorios. Antes de esto, había mucha discusión e inversión de las empresas en Inteligencia Artificial. Empresas como IBM, Google y Microsoft tenían sus programas de desarrollo, pero todas ellas con una mirada hacia adentro, porque estaban entendiendo sus capacidades, mecanismos y aplicaciones”, dice Anderson Ramires, líder de Servicios Digitales en PwC México. 

“Con la apertura de ChatGPT al uso público, su aplicación en el mercado será exponencial. Tanto, que la respuesta de las grandes [empresas] tecnológicas fue apresurarse a lanzar sus inteligencias que estaban aún internas o en desarrollo en el mercado para fines comerciales y de uso público”. 

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Imagen : Fernando Luna Arce, con IA Midjourney

QUE COMIENCEN LOS JUEGOS…DE AI 

Tras el éxito repentino de ChatGPT, era natural que se desencadenara una carrera mundial entre empresas tecnológicas para tratar de jugar un papel importante dentro de su masificación. A inicios de febrero, Microsoft anunció la integración del modelo de OpenAI, empresa donde ha hecho inversiones multimillonarias, en su buscador Bing, con la intención de dar una experiencia similar a ChatGPT dentro del motor de búsqueda. Días después, Google presentó su propio proyecto de chatbot, llamado Bard, mientras que, del otro lado del continente, el gigante chino Baidu también hizo lo mismo. 

Pero pronto quedó claro que estas tecnologías no están completamente listas para el mercado. Durante la presentación de Bing de Microsoft, el chatbot inventó información relativa a las aspiradoras más vendidas y falsificó cifras del informe financiero del tercer trimestre del minorista de ropa estadounidense GAP. Bard, de Google, no se quedó atrás y, durante su anuncio, el sistema cometió un error al afirmar que el telescopio espacial James Webb tomó “la primera imagen de un planeta fuera de nuestro sistema solar”, aunque en realidad esto pasó en 2004, 17 años antes del lanzamiento de este telescopio. Este error le costó a Google alrededor de 100,000 millones de dólares (mdd) después de que sus acciones cayeran 8%, la mayor baja en más de tres meses. 

“Lo que está pasando es que estamos entrando en una carrera de IA generativa donde todos los que ya estaban trabajando en ella, pero no lo habían lanzado porque sabían que no era un producto maduro para el mercado, ahora lo están haciendo. Estamos regresando a la época del lanzamiento de redes sociales, donde no se preocuparon por hacer productos responsables y empezaron a irse por lo rápido y no a lo seguro”, dice Claudia del Pozo, directora ejecutiva de C-Minds, un grupo de acción dirigido por mujeres que promueve el desarrollo responsable, el uso y la investigación de tecnología pionera para América Latina. 

En esto está de acuerdo incluso Sundar Pichai, ceo de Google, pues, en un correo a sus empleados, dijo que “algunos de nuestros productos más exitosos no fueron los primeros en salir al mercado”, y les pidió que dedicaran tiempo a probar su competidor Bard. En el mismo sentido, Bing advirtió a sus usuarios que, al estar basado en IA, “es posible que haya sorpresas y errores”. 

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“Intentan parecer responsables y resaltar que el modelo a veces dice mentiras. Pero lo que están haciendo es depositar la responsabilidad en el usuario, en vez de responsabilizarse ellos por los errores”, dice Del Pozo. 

UNA ESTRELLA EN ASCENSO 

Pero, al parecer, no ha importado que esta tecnología todavía esté en desarrollo. Hoy, cada vez más personas y empresas han comenzado a echar mano de ella para realizar su trabajo. Desde las finanzas hasta los medios de información, la IA se está utilizando para mejorar la eficiencia, potenciar la toma de decisiones e impulsar la innovación. En los departamentos de comunicación, por ejemplo, la IA ya se utiliza para generar sus comunicados de prensa. 

Tal es el caso de Banorte, que, a finales de enero, lanzó su primer comunicado realizado con ChatGPT. De acuerdo con Francisco Rodríguez, director ejecutivo de Comunicación Corporativa de Grupo Financiero Banorte, la motivación detrás de esta decisión fue acelerar su transformación digital. “Vimos el potencial que tenía, comenzamos a hacer pruebas y nos dimos cuenta de que nos podía ayudar a eficientar muchos procesos en el área de Comunicación de una manera impresionante”. 

De esta misma manera, otras compañías de medios, como BuzzFeed, ya han comenzado a utilizar OpenAI para ayudarles a crear sus clásicos cuestionarios y otro tipo de contenidos. En un correo interno, Jonah Peretti, su director ejecutivo, informó que el contenido inspirado en la IA pasaría a formar parte de su negocio principal, “mejorando la experiencia de los cuestionarios, informando nuestra lluvia de ideas y personalizando nuestro contenido para nuestra audiencia”. 

A partir de esta acción, muchos profesionales en el área de Comunicación y Periodismo comenzaron a cuestionar el impacto que ChatGPT podrá tener en su trabajo. Sin embargo, dice Del Pozo, para calmar las ansias sólo falta voltear a ver la experiencia del sitio CNET, que, a inicios de 2023, puso pausa a la generación de sus artículos generados por IA, después de encontrar errores en más de la mitad de estos textos. “Esta página empezó a usar ChatGPT para escribir artículos sin decírselo a nadie y les fue muy mal porque los comenzaron a acusar de plagio. Una característica que tiene el sistema es que ‘alucina’, lo que significa que dice cosas que no son ciertas”, explica la experta. 

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Imagen : Fernando Luna Arce, con IA Midjourney

Para entender esto, agrega Del Pozo, hay que tomar en cuenta que el sistema de IA es probabilístico y no determinista. “Esto significa que revisa un montón de artículos y analiza cuál es la palabra más probable que siga a la anterior. Encuentra tendencias sobre cómo se está presentando la información y te genera eso. Probabilísticamente tiene sentido lo que está arrojando, pero no se fija en la veracidad de lo que dice.” 

CUANDO EL ALGORITMO DISCRIMINA 

Es claro que la IA ya está revolucionando la forma de trabajar; pero, como es sabido, un gran poder conlleva una gran responsabilidad. A pesar de su potencial para mejorar las operaciones de cualquier empresa, los sistemas de IA no son inmunes a los sesgos y prejuicios humanos. De hecho, muchos algoritmos perpetúan y amplifican los prejuicios existentes, desde la discriminación racial y de género a la desigualdad socioeconómica. 

Tal y como afirma Cathy O’Neil, autora del libro Weapons of Math Destruction (Armas de destrucción matemática) publicado en 2017, “dependemos cada vez más de algoritmos opacos e irresponsables para tomar decisiones que tienen un profundo impacto en la vida de las personas. Es una receta para el desastre”. 

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Imagen : Fernando Luna Arce, con IA Midjourney

Este tipo de sesgos son particularmente visibles en modelos generativos de imágenes, como DALL-E de OpenAI. “Si le pides a DALL-E que genere una imagen de un conductor que se dirige a las pirámides, la mayoría de las veces te mostrará a un hombre. De igual manera, cuando le pides que te muestre a una mujer bella, te arroja a alguien blanca, y si, por el contrario, le pides la imagen de alguien fea, generará mujeres morenas o gordas”, afirma Del Pozo. 

Este mismo prejuicio es también muy evidente con Lensa AI, una app que crea avatares de IA a partir de selfies de los usuarios, generando personajes sexualizados para las mujeres, mientras que a los hombres se les muestra en retratos en posiciones de autoridad y poder, como pilotos, astronautas, sujetos trajeados o con temática de superhéroes. (Figura 1: Avatares generados por Lensa AI). 

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Foto: Lensa AI

“Esto es lo que pasa cuando automatizamos cosas en una sociedad que tiene sesgos desde hace mucho tiempo, representados en internet, que es donde se alimentan estos sistemas de Inteligencia Artificial. Pensamos que ChatGPT es muy humano, pero no lo es, porque corre sobre información ya generada en la red. Este tipo de sesgos no los ves de forma tan ilustrativa en ChatGPT, pero ahí están. Es complicado abordarlo y, por ahora, el único que se está atreviendo a regular es la Unión Europea”, dice Del Pozo. 

El pasado diciembre, los reguladores de la Unión Europea aprobaron la Ley de Regulación de la Inteligencia Artificial, cuya votación en el Parlamento Europeo está prevista para esta primavera, y su adopción, para finales de este 2023.

EL AUGE DE LA IA RESPONSABLE 

Entonces, mientras la regulación se toma su tiempo para enfrentarse a este tipo de tecnologías, ¿cómo se puede garantizar que estos modelos, en la medida que son adoptados exponencialmente, van a mantener un perfil ético y humano? 

De acuerdo con Ramires, de PwC, en las empresas van a surgir roles nuevos, como el Chief Ethical Officer, quien va a monitorear la ética de la IA y, a su vez, va a responder a un comité creado al interior de las compañías. Este comité estará compuesto por empleados de la propia empresa y miembros de la sociedad, para abarcar más puntos de vista. Este tipo de acciones, agrega, serán clave para no dañar la imagen de las empresas que usan estas inteligencias, pero también a la propia sociedad. 

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Imagen : Fernando Luna Arce, con IA Midjourney

Por ahora, lo principal es que las empresas tengan en mente que la IA es fundamentalmente “una esponja”, dice Ramires. “Todas las preguntas e información que tú le brindas permanecen como parte de su inteligencia. Se va alimentando para el uso futuro. Cualquier dato que pongas ahí estará allí para siempre y será utilizado de una forma sobre la que no tienes ningún control. Dentro de estos datos pueden estar los de tu empresa y pueden ser divulgados”. 

Esto requiere que las empresas mantengan sus procesos de confidencialidad y resguardo de los datos, así como reforzar las políticas de compliance y compartimiento de información en toda la compañía. 

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Foto: Lensa AI

“Es fácil identificar errores técnicos en las respuestas, pero identificar errores éticos es una cuestión más subjetiva que va a necesitar de consejos y supervisión de cerca para que no genere riesgos reputacionales para las propias compañías. Sin duda, va a ser un proceso de identificación de maleficios y beneficios y de educación desde la casa, con los niños, y empresas.

El poder conversacional de la herramienta es tan poderoso que va a ser un proceso tan grande como lo fueron las redes sociales cuando nacieron y la propia sociedad se autogestionó en términos de lo que era bueno o no”, dice Ramires. 

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LA PROMESA DE IA 

Hoy por hoy, aunque la tan esperada tecnología de la IA está muy lejos de ser perfecta, es definitivo que ya no hay marcha atrás en su adopción comercial. La industria tecnológica seguirá incorporando estos modelos a los productos más cotidianos y los más de 13 millones de visitantes diarios de ChatGPT seguirán confiando, y cada vez más, en esta tan esperada herramienta para tomar decisiones y apoyarse en su trabajo.

Se prevé que los ingresos del mercado mundial de la IA crezcan significativamente desde el año 2018 hasta el 2030. De acuerdo con Precedence Research, el tamaño del mercado mundial de esta herramienta tecnológica se estimó en 119,780 mdd en 2022, y se espera que alcance los 1,597,100 mdd en 2030, con una tasa de crecimiento anual de 38.1% de 2022 a 2030. 

A semejanza de lo ocurrido hace más de dos décadas, cuando la potente irrupción de las redes sociales en el mercado fue toda una sacudida global, y poco a poco salieron a la luz sus perjuicios y hasta dilemas éticos, la Inteligencia Artificial vive un momento similar a aquel: rápido crecimiento con una regulación que, por ahora, parece estar rebasada.

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Foto: Lensa AI

 

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