El Estado de México y Coahuila iniciaron ya sus procesos electorales, con lo que arranca la disputa formal por la titularidad de la gubernatura y, en Coahuila, además se renueva el Congreso local. De ambos comicios destaca la elección mexiquense por su peso estratégico en la disputa por el poder político, en términos locales y rumbo al 2024.
El Estado de México es la entidad más poblada del país y también tiene el mayor número de electores: 12.6 millones de personas están inscritas en la Lista Nominal, es decir, quienes tienen credencial para votar. La Lista Nominal ronda en 95.3 millones a nivel nacional, hasta diciembre del año pasado, lo que significa que prácticamente 13 de cada 100 votantes tienen domicilio en territorio mexiquense.
Una de las fechas del calendario electoral que destaca es la del 14 de enero, no solamente por fijar el arranque de precampañas. Su relevancia radica también en que concluye el plazo para que los partidos presenten su solicitud de registro de convenio de candidatura común.
A propósito de esta figura cabe recordar que, a finales de septiembre de 2022, una mayoría del Congreso del Estado de México aprobó una reforma al Código Electoral local que faculta a los partidos políticos a postular una candidatura en común a Gobernador o Gobernadora, a través de un “Acuerdo de Coalición”, por el que se establece la forma en que éstos participarán en la integración de las dependencias del Ejecutivo, así como la definición de la agenda legislativa.
La Suprema Corte de Justicia tiene pendiente resolver una acción de inconstitucionalidad que presentaron legisladoras y legisladores de MORENA ante tal reforma. De no declararse su inconstitucionalidad, veremos que una previsible coalición conformada por el PRI, el PAN y el PRD anuncien con bombo y platillo un “gobierno de coalición”, en el que veremos el costo de apoyar a una candidata propuesta por el PRI, Alejandra del Moral, por parte de los otros partidos. En pocas palabras, el electorado sabrá cuántas secretarías y organismos auxiliares se repartirán cada partido, de resultar ganadores.
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Una segunda arista de la elección mexiquense es la importancia que tienen estas elecciones para los partidos y cómo los dejará posicionados hacia el 2024. El peor escenario para los partidos opositores al presidente López Obrador, es no lograr competir en coalición y perder la elección. El mensaje sería claro, la demostración de la fragilidad electoral de la alianza opositora y la pérdida de una de las entidades cruciales para ganar las elecciones presidenciales de 2024. Sobre esto último, recordemos que el Estado de México junto con la CDMX, Jalisco, Veracruz y Puebla concentran el 40% de electores a nivel nacional.
En términos simbólicos, perder el Estado de México para el PRI confirmaría la tendencia de ser el gran perdedor desde 2018 y reafirmaría la hipótesis de que está en ciernes de convertirse en un “partido satélite”. Irónicamente, este esquema que fue creado en los tiempos en que el PRI funcionaba como partido hegemónico, podría asegurarle al partido su sobrevivencia.
Hasta ahora, las encuestas dan el triunfo a MORENA, de la mano de la maestra Delfina Gómez. De confirmarse esta tendencia en las urnas, el próximo 4 de junio, la fuerza con la que llegaría MORENA en 2024 sería contundente. MORENA gobernaría un total de 21 gubernaturas, sin considerar Coahuila, las cuales habrían sido ganadas desde 2018, lo que constituye un control territorial indiscutible.
Por primera vez en el Estado de México está en juego un nuevo proyecto político que sacudiría la tradicional clase política, además de apuntalar la continuidad de la Cuarta Transformación.
Contacto:
Maestra en Políticas Públicas por la Universidad de Oxford y Licenciada en Ciencia Políticas y Relaciones Internacionales, por el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).
Twitter: @palmiratapia
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