Este texto fue publicado originalmente el 19 de septiembre de 2018.  Para cuando concluyan los trabajos de rehabilitación de nueve edificios y la reconstrucción total de uno más en la Unidad Habitacional  Tlalpan –que fue catalogado como inhabitable después de los daños provocados por el sismo del 19 de septiembre de 2017- transcurrirán 22 meses en los que aproximadamente 140 personas habrán vivido en tiendas de campañas, casas de madera o laminas, sin servicios sanitarios y un comedor comunitario. Los trabajos de reconstrucción, a cargo del gobierno capitalino, iniciaron en junio de este año, nueve meses después de que el siniestro evitará el retorno de más de 200 familias a sus hogares. La promesa fue que los departamentos serán habitables en un lapso de 10 meses, pero los refugiados en alguno de los tres campamentos instalados en el perímetro del multifamiliar prevén una espera más larga. “Después de seis meses se logró entablar un dialogo con el gobierno local, a través de ese entendimiento se empezó a dar la ayuda y a la Unidad Habitacional Tlalpan y 20 predios más entraron a un primer paquete para la reconstrucción y se fueron todos los recursos a fondo perdido y digo yo ¿no era desde un principio hacerlo así? ¿Por qué tanto tiempo?”, relata Ángel Fuentes Martínez, vecino del edificio 3 A de la Unidad Habitacional.
Ángel Fuentes habita en uno de los cuartos colocados en las canchas de la Unidad Habitacional. Foto: Angélica Escobar/ Forbes México.

Ángel Fuentes habita en uno de los cuartos colocados en las canchas de la Unidad Habitacional. Foto: Angélica Escobar/ Forbes México.

Un hombre que utiliza su automóvil como bodega de las pocas pertenencias que pudo rescatar de su vivienda, una mujer de 94 años que por las mañanas permanece frente a su departamento “por cualquier cosa que le pidan o quieran sacar”, un melómano cuyos discos acaparan el espacio del cuarto de madera en el que duerme, son algunos de los rostros comunes en este espacio, uno de los seis campamentos formalmente establecidos en la Ciudad de México para las víctimas del sismo.
Acondicionada a su estilo, Ignacio Melo da la bienvenida e invita a escuchar buena música de su colección en su casa. Foto: Angélica Escobar/Forbes México.

Acondicionada a su estilo, Ignacio Melo da la bienvenida e invita a escuchar buena música de su colección en su casa. Foto: Angélica Escobar/Forbes México.

La mayoría de los inquilinos de esta unidad habitacional buscaron otra vivienda, pero los que permanecieron en el campamento señalan que no tienen a donde ir, no les alcanza para pagar una renta o siguen aquí para ejercer presión al gobierno de la Ciudad de México y aceleren los trabajos de reconstrucción y rehabilitación de las torres de departamentos. Para los que se quedaron la organización entre vecinos se ha convertido en un elemento vital para hacer menos caótica la vida cotidiana en este paisaje irregular conformado por casas de campaña, cuartos hechos de láminas o madera, lonas, tinacos y muebles amontonados, cercados por láminas frágiles de madera de unos dos metros de altura. La Asamblea General de la Unidad Tlalpan integra un comité de reconstrucción, uno de vigilancia y uno de ayuda y hasta uno que se dedica a recibir a medios de comunicación o integrantes de organizaciones civiles. “Después del terremoto se vinieron las lluvias se mojó todo, nos vinieron plagas como pulgas chinches, roedores, tuvimos que aprender a manejar esa situación, nos hicimos expertos en poner tiendas de campaña, expertos en primeros auxilios, porque aquí si no es en campamento ‘Canchas’, ‘Gálvez’ o ‘Madero’ siempre hay un cortado o un caído, un quemado, un lesionado”, señala Fuentes.
Carmen Machargo, vecina de Unidad Habitacional Tlalpan. Foto: Angélica Escobar/Forbes México.

Carmen Machargo, vecina de Unidad Habitacional Tlalpan. Foto: Angélica Escobar/Forbes México.

Además de los accidentes, entre los vecinos hay afecciones comunes como un dolor en la cadera, que se generó cuando la mayoría de ellos permanecían agachados para entrar y salir de las casas de campaña y es que los cuartos de madera o lamina en las que viven actualmente fueron entregadas por las asociaciones civiles TECHO y Constructora de Arquitectura Práctica (CAP) el marzo de este año. Previo a estas donaciones, sus viviendas eran casas de campaña reforzadas con lonas. Entre el ruido que provocan las obras para la remoción de los escombros que quedaron desde el pasado 19 de septiembre, la reconstrucción del edificio 1 C que colapsó y provocó la muerte de nueve personas y las obras para reforzar los edificios que continúan en pie; los habitantes de los campamentos enfocan constantemente la mirada hacia los edificios que una vez sostuvieron sus hogares y tratan de calmar la incertidumbre que les provoca su nueva vida, esa que tuvieron que adoptar el pasado 19 de septiembre cuando un sismo de 7.1 grados en escala de Richter reblandeció la estructura del multifamiliar.

 

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